XXVI. Despierta por favor.

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Narrado por Natasha.

Mi mejor amiga en coma... 

Qué horrible situación. La vida se ha empeñado en hacerla sufrir de todas las formas posibles, es tan injusta. Antes de que su mamá muriera, Sam era tan justa, tan buena con todos, una niña radiante con una sonrisa gigantesca y siempre dispuesta a ayudar a todos. No todo cambio puesto que su generosidad seguía intacta, pero, pese a nosotros, su sonrisa se había apagado y muy poco eran reales las que nos regalaba. Ella merecía lo mejor del mundo. Desde que nos conocimos ha sido tan incondicional, la única que sabe de los problemas en mi casa, en mi mundo, y aún así se queda conmigo, sin importarle lo que pueda pasar estando allí dentro; estuvo conmigo en mis peores días cuando mi ex suegro alejó a mi ex novio de mi; ha estado conmigo en cada alta y cada baja; estuvo conmigo cuando mi papa le volvió a alzar la mano a mi mamá; estuvo conmigo cuando lo bote de la casa e incluso cuando mi propia madre le abrió las puertas de nuevo; sin duda, la mejor de las amigas, la más fuerte del mundo porque estoy segura que ella se levantará de esa cama y seguirá con su vida, terminaremos la carrera, hará sus demás cursos de chef y será una gran profesional en todo lo que se proponga. Sé lo importante que es para ella hacer sentir a su padre orgulloso y a su mamá donde quiera que esté, desea ayudar en todo lo que pueda en su casa, que su papá empiece a trabajar menos por su edad, que sus hermanos sean profesionales igualmente, montar su propio restaurante, una fundación para los niños que no tienen una familia y muchas cosas más. En definitiva, es una gran persona. Claro que nunca ha mencionado ninguno de sus sueños puesto que no quiere decepcionar a su familia en caso de que "no lo consiga", pero que tonta mujer, ella lo logrará, eso y más, estoy segura de ello.

Nuestros amigos me habían estado escribiendo por nuestra ausencia en la universidad y me vi en la obligación de contarles lo sucedido por lo que todos se encontraban en el hospital acompañándonos, incluso Ben, esperando que muy pronto saliera alguna enfermera por la puerta o el doctor que la ha estado atendiendo desde que ingresó hace dos dias para decirnos que ella ya despertó, pero eso no pasaba y la desesperación se hacía aún más presente en cada uno de nosotros pero aún más para el Sr Stevan.

Las lágrimas seguían corriendo cada cierto tiempo silenciosamente por nuestras mejillas, miraba en frente de mi, entendiendo el dolor de mi otra familia, mi corazón también lloraba, han pasado por tanto como para que ahora estén acá, en el mismo hospital por su hija y hermana. Sus hermanos también han estado aquí. Se les veía tan apagados, tan tristes, ellos la adoraban y ninguno de los tres soportaría perderla a ella también.

Me levante para ir por un café para el Sr Stevan y algo de comer para sus hermanos, unos pasos después, vi venir a Rousse en dirección a nosotros y no pude evitar sentir el rencor y la rabia que sentía hacia ella por el dolor que le causó a mi mejor amiga.

-¿Qué haces tú aquí? - fue lo primero que mis labios pronunciaron y todas las miradas se dirigieron a mi. Incluso la de Erick - el Sr Stevan le había informado a él- estaba llena de rencor. Esto no estaba nada bien.

-Hola Nat, me enteré de lo sucedido, lo lamento, sé que ella estará bien y saldrá de esto. -dijo con una sonrisa y tomando mi brazo en modo de consuelo.

-No seas tan hipócrita, a Sam pudiste enredarla con todas tus patéticas palabras pero a mí no. A ti no te importa Sam en lo absoluto y lo que hiciste fue porque te dio la gana. Así que, sigue siendo la horrible persona que eres pero lejos de nosotros porque primero me das asco y segundo no te aguanto ni un segundo más aquí.

-Natasha qué te pasa, yo solo que...

-Me importa muy poco lo que tu quieras. Vete, porque si en algo tienes razón es en que Sam saldrá de esto y me encargaré de que no se rodee de personas tan tóxicas como tú. No me das buena espina, nunca me la diste y no tienes porque dármela ahora así que vete de aquí.

-Rousse vete. -Dijo Erick ya a mi lado. Su mirada estaba llena de odio.

-Espero que Sam mejore pronto. -dijo, no sin antes darle una mirada a todos, y se marchó.

Mire a todos y les dedique una sonrisa, le dije al Sr Stevan que iría por algo de comer y me dirigí a la cafetería. Sentí los pasos de alguien detrás de mí y gire para ver de quién se trataba, sin embargo, seguí mi camino ignorando su cercanía.

-Natasha- me llamo cuando ya estaba en la cafetería pidiendo lo necesario para los hermanos y papa de Sam.

-¿Qué quieres Erick? Te avisó el papá de Sam por si no lo recuerdas, al igual que Rousse, tú también me caes muy mal por todo lo que me hiciste pasar a mi mejor amiga, así que si me disculpas, necesito llevarle comida a mi familia.

-¿Qué versión le dió Rousse a Sam? Tienes que decirme Nat. - eso no me lo esperaba, se supone que el debería saber todo lo que pasó, más sin embargo y pensando en todo lo que Sam me había contado de lo sucedido con Erick desde que llegó, recordé cuál era la versión de él y habían muchas cosas que no estaban claras aquí. Necesitaba respuestas y el podía dármelas.

...

Mateo

-No sé que piensas Ahorita, ni siquiera sé si puedes hacerlo, si puedes sentirme, si puedes escucharme, no lo sé hermana, solo sé que te necesito, mucho, más de lo que tú te imaginarías. A pesar de todo, las veces que llorabas en silencio en tu habitación creyendo que no lo sabíamos, cuando te cohibías por tu dolor, eres la mujer más fuerte que conozco ¿sabes?, y estoy seguro que Thomas piensa lo mismo. Eres mi orgullo, la mejor hermana del mundo, mi ejemplo a seguir, quiero ser como tú y cuando te digo esto me refiero a todo, tan luchadora e independiente, aferrada a ayudar a mi papá para darle menos responsabilidades. Eres una gran mujer, no mereces nada de lo que te está pasando. No te vayas por favor, despierta -Mis ojos estaban ardiendo y las lágrimas calientes cayendo por mis mejillas hacían ver lo derrotado que me encontraba, mi hermana era una de las personas que más amaba en la vida y no quería imaginarla lejos, nunca. Quería que despertara, lo deseaba muchísimo.
     >> te prometo ayudar en todo en la casa, cocinare, lavare los platos e incluso lavare mi ropa, todo lo que quieras, pero despierta por favor. -mi mano apretaba fuerte la suya, mi mirada fija en su dulce carita. Ella era realmente hermosa aunque no se lo dijéramos, aún con todo y los hematomas que tenía por todo su rostro. Quería que sus ojos celestes como el cielo me miraran de nuevo, me regañara y me besara la frente. -despierta, por favor -pedí, entre sollozos y con la vista nublada por las lágrimas acumuladas. Cerré los ojos con fuerza, deseando que esto fuera un sueño y me despertara muy pronto.

-Siempre voy a estar para ti, Mateo - La mire de inmediato, su voz tan quebrada pero haciéndome saber que ya estaba de nuevo con nosotros, nuestra Sam había despertado. -Te amo.

-Te amo más hermana, mucho más. -dije y sin poder evitarlo lágrimas de felicidad empezaban a deslizarse en mi rostro. Dandole un beso en la frente y colocando mis manos en sus mejillas con delicadeza se lo volví a decir- te amo mucho más.

-¿Qué pasó? - quiso saber, tal parece que no recuerda lo sucedido antes de perder el conocimiento. Sus movimientos parecían dolerle, no era para menos, su coche había quedado destruido. Es un milagro que este con vida. Gracias a Dios y a mamá.

-tuviste un accidente de tránsito hermana, tenías dos días en estado de coma.

-¿y papá? - preguntó mientras una lagrima silenciosa se deslizaba por su mejilla.

-Voy por él - dije y salí de la habitación con una gran sonrisa. Busque al dr. Bronn y le dije que por fin había despertado, se dirigió a su habitación y yo seguí en camino a avisarle a todos.

-Papá -dije sin evitar mi alegría, todos se levantaron de sus sillas y papá se acercó a mí - ha despertado papá, Sam está con nosotros. - Una gran sonrisa se dibujó en su rostro y no tardó en abrazarme. Lo abrace con fuerza, mientras que mi hermano menor y Nat se unían a nuestro abrazo.

-Voy a verla- dijo por fin papá, apartándose de nosotros y corriendo a su habitación.

Nos quedamos ahí, con nuestras sonrisas y dándole gracias a Dios por permitirnos seguir teniendo a mi hermana.

Hasta que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora