IV. Volver

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-Papá, ¿ha pasado algo, están bien todos?- estaba muy asustada, no había visto a papá llorar desde el fallecimiento de mi madre, y en estos momentos no me respondía, tenía un papel en la mano y no dejaba de mirarlo- Papá, ¿qué tienes?- esta vez me senté a su lado y le quite lo que estaba perturbándolo.

Mi Stevan:

No te imaginas lo mucho que te amo y lo realmente feliz que me haces, tu y mis hijos son todo para mí y si algún día llego a faltarles quiero que sepan que no hubo uno que no me llenaran de amor y alegría, ustedes vida mía, complementan mi corazón. Gracias por cada segundo que pasé a su lado y por todas las sonrisas que me brindaron. Si me dieran la oportunidad de pedir un deseo no dudaría en pasar el resto de mis días a su lado.

Cuida de nuestros hijos amor mío y cuídate a ti.

Con amor, mamá.

Lagrimas corrían por mis mejillas y no dude en abrazar a papá, y estando a su lado me susurró: Quisiera volver y estar nuevamente juntos- mi corazón se detuvo al escucharlo y las lágrimas se multiplicaban como las gotas al llover. Nunca había visto a papa tan mal, el se guardaba el dolor al igual que yo pero la diferencia estaba en que el jamás me había abandonado, al contrario, siempre intentaba levantarme el ánimo y ayudarme a seguir, y desde aquel día me repetía "Ella siempre estará en nuestro corazón" y tenía toda la razón.

-Perdóname hija, no te he dado la atención suficiente como para aliviarte el dolor.

-¿De que hablas? Perdóname tu a mi pá, no has hecho mas que intentar sacarme de este dolor, hacerme sentir mejor, apoyarme y nunca abandonarme, soy yo la que debe pedir perdón, por alejarme de ustedes, mi familia, por estar sumergida en el pasado los he abandonado cuando mas me han necesitado, debo entender que mamá siempre vivirá con nosotros porque como me dices tu, ella siempre estará en nuestro corazón, nos cuida desde donde está y se que lo que la haría realmente feliz es vernos juntos y felices a nosotros-nos abrazamos, un abrazo de padre e hija que no teníamos desde hace mucho tiempo, los extrañaba muchísimo pero mi dolor me cegaba y solo me hacía alejarme de las tres personas que mas amo en la vida y era un terrible error; ahora me daba cuenta.

-Te amo mi niña.

-Te amo pá.

Aún abrazados nos fuimos a nuestras habitaciones, yo con la carta en mis manos leyéndola una última vez, la guarde en mi mesa de noche y me acosté y así como mis lágrimas, la noche se fué.

...

Apague mi alarma y por primera vez me desperté feliz, desde hoy pasaría mas tiempo con mi papá y mis hermanos y estaría con ellos en cada momento importante y cada vez que me necesiten. Me coloque un jean, una chemisse rosada y gomas del mismo color -De hecho, el rosado es mi color favorito-, aliste mi bolso, me hice una media cola en mi cabello y me maquille solo un poco. Salí de mi habitación y al llegar a la cocina le dedique una sonrisa a mi pequeña y hermosa familia.

-Buenos días- dije mientras me dirigía a donde estaba papá y le daba un abrazo mientras a mis hermanos les daba un beso en la frente, estos me miraban raro, como si estuviera loca- Desde hoy hermanitos, estaré siempre para ustedes, ya no mas dolor que me hunda, ni distancia entre nosotros y para que me crean, ¿qué les parece si mañana sábado vamos al cine?- Saltaron para abrazarme y yo les devolví el gesto, con tanta fuerza, esta vez una lagrima se me escapó pero de felicidad, ver a mis hermanos tan felices por lo que acababa de decirles me daban fuerzas- Ahora mis bebés, tengo que irme a la universidad, pero ¿adivinen qué? espérenme para cenar porque traeré algo que les encanta, los amo.

-Ya no soy un bebe hermana-dijo Mateo con cara de indignación- ¡Nosotros también te amamos, te esperaremos y que te vaya bien!

-Adiós pá.

-Adiós hermosa.

Salí, encendí el auto y emprendí mi viaje a la universidad. Cuando llegue, estacione por el lado de la cancha y me sorprendí al ver a Ben parado como si estuviera esperando a alguien. Me baje y camine directo, le hice un gesto de saludo con la mano y seguí caminando pero por el rabillo del ojo me di cuenta que venía detrás de mi.

-Oye Sam, a quien esperaba era a ti, ¿cómo estas?- ¿A mí?

-Bien gracias, ¿y tu Ben?- esto era raro, ¿él esperándome a mi?

-Me alegra, Bien gracias. Nat me dijo que te esperara, que ya debías de estar por llegar y te dijera que no vino la profesora de historia.

-¿Algo mas?- sonreí.

-Eh, si. Que te hiciera llegar sana y salva donde está ella- Reí, Nat era una exagerada.

-Bien, llévame hacia ella.

Llegamos al lugar y David y Tomas también estaban allí; salude a ambos con un beso en la mejilla y cuando salude a Nat le di un pequeño pellizcón y le susurre "qué habrás planeado Natasha Prill", sonrío y me dijo "nada malo Samantha Williams".

Luego de dos horas de risas y risas, Nat me tomó del brazo y me alejó un poco para decirme algo.

-Tengo que decirte algo pero no te vayas a molestar- Ok, sabía que había hecho algo a mis espaldas.

-Dime Natasha.

-Con respecto a la clase de historia...

-No me digas que la profesora si llegó- Su cara me lo dijo todo- Nat, sabes como soy con las clases, no me gusta faltar a ninguna.

-Lo lamento es que Be...

-Es que, qué?- No terminó la oración, sin duda algo me estaba ocultando y no era precisamente la clase de Historia.

-Nada, olvídalo Sam, vamos con los demás.

-Yo me iré, solo tenía la clase de historia y ya que no tengo más, iré al restaurante para ayudar a Jan.

-Esta bien, como quieras. Que te vaya bien con Jan- Oh no, celos.

-Naaaat, adiós, hablamos después.

Me fui alejando poco a poco cuando Alguien me llamó y al voltear ya tenía a esa persona frente a mí.

-Dime Ben.

-¿Ya te vas? - ¿No es obvio?

-Si, debo ir a trabajar.

-¿Donde trabajas?

-Pregúntaselo a Nat, Adiós- le di un beso en la mejilla y me fuí.

...

Al llegar al trabajo, me di cuenta que hoy sería un día agitado, había mucha gente y la pobre de Jan pedía ayuda con la cara. Sería un día agotador.

Resultó ser bueno tener mucha gente en el lugar, pues se paso rápido el tiempo, y al salir recordé que debía comprar la cena, pizza obviamente, pues era la comida favorita de mis hermanos.

Llegue a la casa y ya me esperaban en la cocina, eran las 9:30 de la noche asi que debían de estar muriendo de hambre, por suerte traje tres pizzas.

-¡Ya regresé!

-Gracias a Dios porque tengo mucha hambre, ¿que trajiste?- dijo Mateo.

-¡PIZZA! una de maíz, jamón y doble queso.

Todos nos sentamos a comer y las pizzas desaparecieron en menos de 30 minutos, mientras esperábamos un rato para poder irnos a dormir, nos quedamos en la sala contando chistes y pasando el rato juntos los 4, solo los 4, como la familia que somos y felices, como ahora en adelante.

Hasta que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora