XXIII. Confesiones.

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Me encontraba en la cocina desayunando con mi familia, mostrando esa sonrisa que he venido regalándoles desde hace poco. Me parece tan injusto que me vean nuevamente mal por culpa de aquello que me estuvo destruyendo durante un año entero; mi familia merece la mejor versión de mí, la Sam que los adora y haría lo que sea por ellos y en estos momentos, lo mejor que podía hacer era mostrarles mi sonrisa. Luego hablaría con papá para contarle lo que pasó, primero quiero escuchar a Rousse.

Al llegar al restaurante, decidí comentarle a Jan todo, comenzando por la maravillosa cita que tuve con Ben y terminando por la persona que la arruinó. Al igual que yo, no entendía el porqué hablar ahora de lo que pasó hace un año, pero yo necesitaba escucharla para llegar a una verdadera historia.
Mi cabeza debatía entre sí Rousse me confesaba algo distinto a la versión de Erick o si lo que me dijera fuese lo mismo que él. No sabría qué hacer o cómo reaccionar en ambas opciones.
Luego de un buen rato, pensando que tan solo habían pasado un par de horas, pero en realidad lo único que se había pasado era mi hora de almuerzo, observe a una persona muy conocida que se encontraba sentada a unos escasos metros enfrente de mi. Con el poco esfuerzo que me quedaba para seguir dentro de este ciclo en el que la verdad y la mentira debatían entre cual ganaría, me acerqué a ella hasta estar sentadas frente a frente.

-Gracias por querer escucharme Sam.

-Solo quiero que me digas la verdad y me aclares cómo es que mi ex amiga amaba a mi novio. -dije calmada y con la mirada fija en sus ojos. Una lágrima corrió por su mejilla y una sonrisa triste se formó en sus labios.

-Conociste a Erick en la única fiesta que te animaste a ir, obligada por Nat, ¿lo recuerdas? - una lágrima rebelde se asomó en mi mejilla y rápidamente la seque con mi mano.

-Como no recordarlo.

-Antes de esa fiesta hubo otra de la secundaria y fue ahí donde lo vi por primera vez. No sé si crees en el amor a primera vista, quizá y eso fue lo que te pasó cuando lo conociste, pero cuando mis ojos se toparon con Erick, me gusto de inmediato, cuando lo vi desenvolverse, ser tan el, tan honesto y sin importar el qué dirán de su personalidad, me enamoré. Cuando la próxima fiesta se acercaba, esperaba volver a verlo ahí de nuevo ya que no me anime a hablarle esa primera vez, tú decidiste que si irías luego de tantos regaños por parte de Nat y todas nos dirigimos a la fiesta. Cuando llegamos, no lo veía por ningún lado, me desanime pensando que quizás él no había asistido a esta, luego de un par de horas, tú no aparecías, Nat y yo comenzamos a buscarte y lo que vi luego fue a aquel chico, que me había enamorado cuando lo conocí, hablando con mi mejor amiga y no quise decirte nada. Cuando nos fuimos, no parabas de hablar de él, te había gustado también, mucho, en tus ojos se podía leer, no quería arruinarte esa ilusión y esa alegría con la que hablabas y no lo hacías desde mucho tiempo atrás. Pensé que se me pasaría, que había sido producto de un enamoramiento más de adolescentes, de esos que duran tres dias y luego ya no lo recuerdas pero te veía junto a él y, a pesar de que eras mi mejor amiga, deseaba ser yo quien ocupará tu lugar. Me dolía, lloraba por las noches pensando en cómo se miraban a los ojos y como tú eras feliz. No sabía por cuál razón lloraba, si porque no era yo la que estaba a su lado o porque por fin tu estabas siendo feliz y yo egoísta.
Una noche, en un bar al que fuimos todos, yo no quería ir pero ustedes me obligaron a hacerlo, luego de un par de copas me le acerqué y le grite que lo amaba y que lo odiaba porque me dolía el hecho de que estuviese con mi mejor amiga, él me miró como si estuviese loca y se echó a reír en mi cara, me dijo que te quería a ti y que dejara de ser tan absurda: eso me rompió más el corazón. Esa noche me fui sin avisar y al otro día mi teléfono tenía cientos de llamadas perdidas por parte de Nat y de ti. Yo también lo amaba Sam pero desde aquella noche en la que me hizo sentir humillada y su risa hacía eco en mi cabeza capaz de hacerme llorar cada vez que quisiera, un odio comenzó a crecer hacia él y luego hice lo que hice. Quería hacerle sentir el mismo daño que el a mí y sabía que eso lo causaría. Sé que no estuvo bien, esa noche no dormí, estuve llorando pensando en lo mal que tú también estabas; no pensé en eso cuando lo planee. Perdóname Sam, tú significabas mucho en mi vida, eras mi mejor amiga, la que siempre estaba conmigo de cualquier modo. Me dejé llevar por el odio que generó aquel amor a primera vista. Por un hombre, deje que nuestra amistad se fuera por la borda sin pensar en ella. Rompí el código, tu corazón y el mío al mismo tiempo. Si no quieres perdonarme lo entenderé, ya es demasiado tarde, pero las casualidades y el destino siempre juegan al favor de la justicia y la verdad y ayer me quedo claro. De no habernos encontrado probablemente no estaría aquí contándote mi versión de la historia y aún seguiría caminando con este peso encima, pero aquí estamos, frente a frente y terminando de contarte la verdad: mi verdad.

Sin saber qué decir, las lágrimas hacían presencia. Mi amiga sufría en silencio por el amor que yo proclame mío sin saber que ella ya lo quería y había visto. Erick se rió en su cara cuando ella le declaró su amor, quizás no estuvo bien que una de tus mejores amigas le diga a tu novio que lo ama pero Erick como hombre actuó de la peor manera. No sabía si perdonarla estaba bien o mal, pero de lo que sí estaba segura es que todo el tiempo estuve enamorada de un hombre que no le importaba el daño que pueda causarle a los demás, actuaba sin pensar y eso sí estaba mal.

-Sam, si aún lo amas no lo dejes ir, estoy segura que Erick no es mala persona, él te hizo feliz, yo ya no siento nada por el, ni siquiera odio. - limpie mis lágrimas y me levante sin decir nada, y me quede ahí, sin moverme, esperando a que ella también lo hiciera.

- ¿No vas a decirme nada? -preguntó ella aún con lágrimas recorriendo sus mejillas y sus ojos hinchados.

-Levántate. -pude decir. Ella lo hizo, se levantó de la mesa y quedó paralizada cuando mis brazos rodearon su cuerpo y entendió.

-No sé si este abrazo te esté perdonando Rousse, pero es aquel que te debí dar cuando estuviste sufriendo por amor a escondidas de todos- Sus brazos también rodearon mi cuerpo y sus sollozos no dejaban de salir, ella se había liberado de un profundo dolor que llevaba guardado casi el mismo tiempo que yo pero aquel que la tenía debatiendo entre su amor a primera vista y mejor amiga, una situación muy difícil para que una persona lo lleve arrastras sin hablar y desahogarse.

-Como siempre, siendo mi mejor amiga Sam... - se separó y una pequeña sonrisa melancólica se formó en sus labios.

Hasta que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora