capitulo 28

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- Ha subido a dos millones -Matias Beltran arrojó en la mesa de Alexander unos informes.

Él los miró detalladamente, con el ceño fruncido. No entendía como, pero había un postor anónimo que pagaba dos millones de dólares por Kim viva. Medio millón si llegaba muerta. Aun no sabía qué era lo que quería o qué buscaba.

- No entiendo qué es lo que quiere. La chica no sabe nada.

- Quizá no tenga que ver con lo que ella sepa, sino lo que tenga. ¿recuerdas algo en especial?

Alexander se acomodó en el sillón de su escritorio y pensó algún objeto que ella se hubiera llevado. Algo que hubieran encontrado con valor en su casa. Algo significativo para un asesino.

- ¿Se llevó algo? -insistió Matias.

- No. Se fue sin nada -aseguró.

- Deberíamos visitarla y preguntarle.

Alexander asintió- pediré el fin de semana para visitarla.

- Prepararé los equipos.

- No. Iré yo solo.

Matias lo miró con las cejas enarcadas. No entendía como su jefe seguía empeñándose en mantenerla tan resguardada de todo el mundo. Y tampoco por qué solo quería que la visitaran un numero contado de personas. Estaba siendo muy protector con aquella chica.

- Como quiera, jefe -asintió y miró el informe sobre la mesa- Pero ten cuidado. Ese maniaco puede estar en cualquier lado. Y es peligroso.

- Yo siempre tengo cuidado, Matias. -Alex sonrió y guardó la pistola en su funda.

****

Kim echó más alcohol sobre el algodón y lo puso con suavidad sobre la ceja de Logan. Cuando llegaron a la habitación, ella se había ofrecido a ayudarlo a curarse las heridas que Mike y sus amigos le causaron. Al principio se negó, pero cuando vio en los ojos de ella la culpa, cedió. Y ahora estaban los dos sentados en la cama, frente a frente.

Él miraba la cara de concentración que ponía cada vez que acercaba el algodón. Al principio le dolía, pero su imagen servía como un bálsamo.

- ¿Por qué no te quitas toda esa mierda y eres tú misma? -dijo mientras señalaba su ropa y peluca.

- Podría verme alguien, Logan.

Él asintió, aun que se moría de ganas de poder volver a verla tal y como era de verdad su físico. Sonrió ampliamente al tener una idea. Miró como Kim se levantaba para guardar el alcohol en el baño y se levantó deprisa para apoyarse en el marco de la puerta.

- ¿Qué te parece pasar el fin de semana en mi apartamento? -sugirió intentando utilizar un tono neutro, pero la emoción de la idea y la picardía salieron a flote en su voz.

- ¿Estas seguro? Es que, ahora que sabes que yo…

- Nada va a cambiar, Kim. Seguiremos siendo amigos -frotó su brazo en un gesto de amistad. Pero ambos sintieron un calor poco amistoso.

La miró a los ojos fijamente. Estaban muy cerca, y ahora esa cercanía tenia otro significado. Al haber descubierto quién era realmente Christian - Kim - se había creado inmediatamente un circulo que rodeaba a ambos y provocaba que estuvieran más unidos de una forma u otra. Al fin y al cabo, era la chica del club. No podía olvidar los sentimientos que provocó en él en tan solo unos minutos juntos.

- De acuerdo -asintió Kim.

Logan agitó la cabeza de forma afirmativa y fue hacia su cama. Se tumbó y apagó la luz de su parte. Ella, tras reaccionar, lo imitó.

- Por la mañana hacemos la mochila y salimos pronto. Buenas noches.

Ella le deseó las noches de vuelta y cerró los ojos. A pesar de haber pasado solo noche entre sus brazos, ahora los necesitaba para conciliar otro dulce sueño. Le costó horas poder dormir, pero finalmente se dejó vencer por el sueño mientras oía la regular y relajante respiración de Logan.

****
Kim bajo la ventanilla del taxi y miró las calles por las que pasaban. Eran las diez de la mañana y estaba lleno de gente. Aun resultara extraño, le resultaba agradable poder ver chicas de su edad. Pero no que Logan las viera.

Entraron al apartamento de Logan. Ella elevó las cejas al ver como estaba impecablemente limpio y ordenado. La última vez que estuvieron ahí, no lo dejaron tan reluciente e impecable.

- ¿Quién ha ordenado tu apartamento? -preguntó confundida.

- Frederick. Es un regalo de mis padres -se encogió de hombros y abrió la nevera- ¿quieres algo de beber?

- No, gracias. -se sentó en el sofá frente a la televisión y esperó a que Logan volviera. Cuando lo hizo, junto a una bebida llena de cubitos de hielo, habló- ¿quién es Frederick?

- Es quien se encarga de limpiar el apartamento cuando voy a venir. También compra la comida y de más -dijo con calma y bebió de su bebida.

- ¿Y tus padres? -ella miraba a sus ojos, que estaban perdidos por alguna pelusa de su pantalón.

- En Paris. Aunque quizá estén de fiesta en Ibiza. No lo sé muy bien.

- ¿Tus padres están en Europa? -preguntó anonadada. 

- Si. Casi todo el año. Cuando no están en Europa, están en Tokio o en Australia -se encogió de hombros, intentando mostrar una indiferencia que no sentía.

No quería provocar que se sintiera incomodo, pero sentía mucha curiosidad. Sus padres vivían al otro lado del océano y él tenía que vivir sólo en un apartamento o en el internado. Frunció el ceño.

- ¿A qué se dedican?

- A disfrutar de la vida. Aun que también tienen varias concesionarios de coches de lujo. Es un trabajo bastante divertido. Sobre todo cuando prueban los coches que les llevan.

Ella lo escuchaba atentamente. Oyó desazón en su voz. Era como si estuviera disgustado porque sus padres estuvieran lejos. O dolido.

- ¿Y por qué estás tú aquí? -fue cauta a la hora de preguntar. Él suspiró y vaciló.

- Supongo que por el internado. No importa. ¿Jugamos a los videojuegos? -ella notó como trataba cambiar de tema. Asintió y cogió un mando de la Play.

- Quítate la peluca.

Kim abrió los ojos de par en par al oír las palabras de Logan. Después de haber jugado a la play y comer de los tapers llenos de comida que había dejado Frederick -estaban etiquetados por desayuno, comida y cena-, se habían sentado en el sofá a leer revistas o con el ordenador. 

- No sé, Logan -ella estaba vacilante respecto al tema. Confiaba en Logan, pero temía que la viera como realmente era y la rechazara. Como tanta gente había hecho.

- Aquí nadie más te verá. Lo prometo.

Ella suspiró y asintió. Se puso en pie y lo miró- voy a cambiarme en mi cuarto. Solo serán unos minutos, ¿de acuerdo?

- Por supuesto -sonrió y la vio marcharse a la habitación de invitados. Había ganado. Podría volver a verla tal y como tantas veces había soñado con volver a ver a la chica del club

Cambio obligatorio. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora