capitulo 42.

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Matias abrió una puerta que gimió ante su acción. Entró y vio a la pequeña Kim aún atada a la silla y con la cabeza gacha. Matias rió con sorna, ya que sabía que ella no tenía ninguna posibilidad de escapar.

- ¿Has dormido bien, preciosa?

Kim lo miró con repugnancia y miró a un punto fijo de la pared que tenía frente a ella. No sabía por qué, pero se sentía más fuerte ignorándolo.

Matias la miró con frialdad y arrastró una silla hasta quedar frente a ella. Se sentó y la miró fijamente, con sus oscuros ojos puestos en ella. Ella lo miró de reojo y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Había vuelto a encender la potente luz y era fácil ver sus rasgos. No se fijó mucho, pero no aparentaba más de cuarenta.

- Te preguntarás, ¿Cómo te llamas? -empezó él.

Kim lo miró de reojo, sin confiar nada en él. Estaba concentrada en mantener su respiración regular y no delatar ante él su miedo.

- El nombre que he usado durante este tiempo ha sido Matias Beltran . Soy la mano derecha de Alexander -elevó la comisura derecha de sus labios en un intento de sonrisa. Era escalofriante- pero no es mi verdadero nombre. 

Y nunca sabré cual es porque estaré muerta, pensó Kim

Steven se aclaró la garganta- ¿Sabes por qué estás aquí?

Ella negó con la cabeza, sin despegar la mirada de su rodilla. Todo menos mirar a esos inquietantes ojos negros.

- Bien, te lo contaré desde el principio para ver si haces memoria. Cuando apenas tenía dos días de vida, mi madre me abandonó frente a un hospital -su voz sonaba seca e impasible ante esas declaraciones. Ella no comprendía nada, pero seguía escuchándolo- La familia Sanders, al no poder engendrar hijos, decidieron adoptar. A mi. Lo que ellos no sabían era que Rachel quedaría en estado a los tres meses de adoptarme. Y tuvieron a un enorme y sano hijo biológico. Andrew. -Matias la miró a los ojos con una cruel dureza- Yo era el mayor, pero nuestro padre se negaba a que fuera el heredero. Cedió lo que era mío a su bastardo. Por eso planeé mi venganza, pero fue tarde para el viejo, que murió de un ataque al corazón. Mi hermano Andrew heredó todo antes de que matara a Rachel. Años después, me vengué con él y su familia. Pero me faltó la hermosa hija única -acercó su rostro hasta el de Kim- tú.

Kim se quedó sin aire al comprender lo que él trataba de explicarle. Hablaba de sus abuelos y sus padres. Lo miró horrorizada. Era su tío. ¿Cómo podía ser?. Matias arrancó la cinta con algo más de delicadeza y la miró, esperando su reacción.

- Mientes -dijo apenas sin pensar. No podía creer sus palabras a pesar de que en sus oscuros ojos no veía mentira.

- ¿Por qué iba a hacerlo? Lo único que quiero es lo que me pertenece -rodeó el cuello de Kim con una mano mientras acercaba su rostro al de ella- y tu vas a decírmelo porque hagas lo que hagas vas a morir.

- ¿En… entonces qué pierdo? -susurró ella al notar la falta de aire.

- Que otras personas a las que aprecias salgan heridas -le susurró al oído con veneno en la voz.

Ella se estremeció y notó el agarre más fuerte alrededor de su cuello. Matias le clavó los dedos y la soltó de golpe. Kim  tosió e intentó coger aire, pero apenas pudo tomar suficiente cuando él volvió a agarrarla por el cuello con más fuerza.

- Dímelo y serás la última muerta -dijo él en tono amenazante mientras miraba a cuyos ojos se iban apagando.

La cara de Kim empezó a enrojecer y Matias la soltó con desgana. Ella tosió con más fuerza y le costó poder tomar aire. Al inhalar con tanta desesperación se mareó y quedó más débil.

Matias se levantó de su asiento y se acercó a una mesa que se encontraba en la esquina. Como estaba a oscuras, ella no pudo ver lo que había tomado en sus manos. Se volvió a acercar a ella y la miró con una enorme y siniestra sonrisa que no dejaba ver nada bueno.

- Empieza a hablar -su voz no aceptaba réplicas.

Ella tragó saliva y asintió con la cabeza- vete al infierno.

No sabía por qué pero quería provocarlo. Decirle que no sabía qué era lo que quería y que no sabía donde encontrarlo a Matias no le serviría de nada y acabaría matándola. Pensó que si le trataba con desprecio, él se cabrearía. Y así fue.

Matias apretó los dientes y tiró de su brazo. Sacó un pequeño pero afilado cuchillo y cortó la tela de su camiseta, dejando al descubierto sus brazos. Kim sintió un nudo en la garganta al ver como Matias acercaba de nuevo el cuchillo y cortaba en su piel hasta que la sangre chorreaba. Kim sintió el dolor pero se mordió el labio para no gritar y satisfacerlo. Miró de reojo a su brazo y vio tres cortes que no dejaban de sangrar.

- Entonces que empiece la tortura - Matias rió con ganas y miró a Kim con frialdad.

****

- Quizás no estén en California -sugirió Rodrigo.

Logan, Alexander, Rodrigo, el director del internado y varios policías se encontraban sentados en el despacho de Bryan. Hablaban sobre la desaparición de Kim y posibles lugares donde podría estar. La mayoría estaba seguro de que se la había llevado, pero preferían no pensar en ello. Pensar en que podía estar muerta.

- ¿Dónde sino? -Alexander estaba angustiado pero prefería no perder la paciencia.

- No lo sé. Tú conoces mejor a Matias, sabrás algún lugar al que haya ido.

Y eso era lo que más le dolía a Alex. Sentirse culpable. ¿Pero, qué podía hacer? Nunca se lo habría imaginado si no hubieran encontrado su mechero en el lugar donde el asesino se escondía.

Alex miró al joven que estaba sentado en el poyete de la ventana, mirando al exterior. Se podía notar como Logan la había tomado mucho cariño. A veces actuaba cabreado con todo el mundo y dispuesto a asesinar al primero que encontrara, y otras estaba desolado y triste por no poder tenerla entre sus brazos. Porque Alexander sabía lo que veía en su mirada, y que no eran tan solo amigos. Que él la llamara por su nombre le había sacado de cualquier duda.

- Tenemos que ponernos a buscarla ya. Han pasado más de veinticuatro horas desde su desaparición. Vamos a buscar en California y en Nueva York. No creo que Matias haya salido de los limites que conoce.

- Pero California y Nueva York no son pequeños. Podríamos tardar meses en recorrer cada rincón.

Y ella podría estar muerta en dos días.

Cambio obligatorio. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora