capitulo 8.

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Kim cerró los ojos dejándose llevar por la música. Era increíble como las canciones podían hacer que sus estados de animo cambiaran. O aumentaran de intensidad. 

Cuando era pequeña, su abuela sabía lo que amaba todo tipo de música y por su séptimo cumpleaños le regaló un lector de CD. Recordaba como había puesto la música muy alta para que los pájaros del cielo pudieran oírlo. De pequeña era muy cursi.

Como extrañaba a su abuela, aun no podía creer que era iba a ser el último cumpleaños que celebraría con ella. Aun que de repente, las imágenes de su cabeza empezaban a tomar sentido.

- ¿Free fallen? -preguntó Logan quitándole un auricular para escuchar la música.

- ¿La conoces?

- Claro. Tom Petty, aun que esa es una cover.

- Es de John Mayer - no se dio cuenta hasta ahora de lo cerca que estaba Logan. 

Se había sentado en su cama y tenía la cabeza agachada al nivel de su pecho para poder oír bien. Maldijo en silencio. Estaba malditamente cerca. Rezaba porque no notara la de cosas que llevaba debajo de esa sudadera, como la maya. Una dulce voz le sorprendió. Era Logan tarareando la canción. A pesar de lo bajito que cantaba, Kim pudo comprobar que cantaba muy bien. Su voz la hipnotizó. 

- Me gusta -subió su cabeza con una sonrisa muy tierna y volvió a su cama.

Kim aun estaba flotando. No se iban de su cabeza aquellas palabras que cantó.

“ I’m a bad boy for breakin her heart
And Im Free, Free fallen, fallen”

El fin de semana pasó rápido. Logan y Kim cada vez se llevaban mejor. Ya tenía alguien con quien poder hablar y eso le hacía sentir mejor. 

Logan se sentía más cómodo con su compañero. Empezaba a sentir algo que hacía mucho tiempo no sentía, confianza. Aun no quería abrirse a él pero le gustaba su compañía. Bromeaban cuando las clases eran muy aburridas, en los almuerzos etc. 

El lunes Logan le presentó a sus mejores amigos desde que entró en el internado. Carlos era el mas divertido. Siempre estaba contando chistes o haciendo tonterías. Era bastante guapo con sus increíbles ojos . También estaba Kendall. Tenía unas facciones dulces y tenía unos hermosos ojos ¿verdes?, sí. Era algo más callado, pero también más maduro. Siempre hablaban de cualquier tema gracioso que la animaban. Enseguida fueron los cuatro mosqueteros, tal como Carlos dijo. La verdad que eso le causó mucha gracia.

El miércoles, en la clase de química, el profesor faltó y tuvieron hora libre. Pensaron en dejarlos solos en la clase mientras hacían su proyecto. Fue una muy mala idea.

- ¡Carlos, la rana es para abrirla, no para que baile claque! - dijo Kim sin poder aguantar la risa que le causaba. Carlos movía la pequeña rana de un lado a otro e imitaba los sonidos de los zapatos con la boca.

- A mi me parece que a la rana le gusta ¿no es así, mister Popper? 

- ¿Mister Popper? - Logan lo miró extrañado a pesar de estar acostumbrado a sus locuras.

- Siempre quise tener una mascota que se llamara así -se encogió de hombros y todos rieron.

La rana se calló accidentalmente -como dijo Carlos- al suelo. Estuvieron lo que quedaba de clase hablando sobre deportes. A Kim le interesaban, pero no tanto como a ellos. Empezaba a mirar la hora, no podía ver el momento de quedarse a solas con Logan. Cuando estaban juntos le trataba de una manera adorable, y eso era peligroso.

Se estaba enamorando.

“No, no, ¡NO!” ¿Cómo podía pensar tantas estupideces?. Lo que de verdad le pasaba era que no estaba acostumbrada a tener amigos -y menos masculinos- y confundía los sentimientos. No sería la primera vez.

El jueves, el profesor de química volvió a faltar, pero esta vez no los dejaron en el laboratorio. Era lógico después de ver como se quedó lleno de líquidos internos de un animal.

Puaj.

Se quedaron en una clase llena de pupitres que se encontraba vacía. Todo el mundo hablaba casi a gritos, se tiraban bolas de papel o peleaban de broma. Y tenían su edad. Aun que Logan…

- Logan, tu eres mayor que yo, ¿por qué estas en este curso? -preguntó Kim confundida.

- Cuando tenía catorce años, me interesaban otras cosas y dejé los estudios aparte. Al final, acabé reprobando todo. Pero mereció la pena repetir. Aprendí de la experiencia y ahora saco mejores notas.

Kim lo miraba a los ojos mientras hablaba. Pudo notar una pequeña chispa naciendo en sus ojos . Él se quedó mirándola y apartó la vista. Una cosa que siempre le decían era que sus ojos eran tan transparentes que se podía ver dentro de ellos.

Un sonido los sacó a todos de su mundo. En la puerta estaba el Señor Cranston.

- Hola alumnos. Por favor, guardar silencio y acomodar los pupitres.

Todos hicieron más barullo mientras colocaban los pupitres en sus sitios y se sentaban en sus sillas. Logan se quedo cerca de Kim mirándole con cara desconcertada.

- Como habéis notado, el profesor Simmons lleva unos días sin venir. Ha tenido que dejar las clases por motivos personales. ¡Pero no se alarmen! Tenemos un gran sustituto -su sonrisa se ensanchó mostrando su dentadura blanca. Se acercó más a nosotros y susurró:- portaros bien o acabaran con las pelotas cortadas.

Le guiño un ojo a Kim y se fue por donde entró. Parecía que lo dijo en serio porque todos guardaron silencio, salvo Logan. Él tenía una pequeña sonrisa burlona en sus labios.

Un hombre alto de pelo negro y ojos tan azules como los de un gato entró con una sonrisa en la boca.

- Hola chicos, mi nombre es Steven Skyles , soy su nuevo profesor de química. -se giró y escribió en la blanca pizarra su nombre.

Su cara le era vagamente familiar.

No podía reconocer de donde recordaba esa cara. Quizá vivió por Nueva York y lo vio algún día por casualidad en la calle. Quizá viajaron en el metro uno al lado del otro o compartieron la misma cola en el McDonald‘s. Pero esa cara la había visto antes.

Cambio obligatorio. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora