Aware [E]

«Héroe».

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Una pequeña pelirosa observaba con atención los vídeos de cierto individuo rubio, el cual levantaba unos escombros de tamaño considerable con el apoyo de su inimaginable fuerza. Se encontraba a punto de resquebrajarse pero en ningún momento la niña apagó el televisor para dejar de observar al héroe que sonreía tranquilizando los palpitantes corazones de las personas accidentadas.

El salón inundado con una luz tenue a causa de la puerta corredera que daba entrada al jardín, ayudaba a que la vista de la pequeña tuviese que concentrarse debido al reflejo de la televisión, después de todo, hablamos de una familia con una pequeña casa, pese a la fama de su padre, los Hayashi se mantenían en la humildad y no en una gran mansión rodeados de fortunas, gran parte de ese dinero lo recibían los tratamientos de su enfermiza madre.

—Con que Toshinori—una calidad voz como el sol se adentró en los oídos de la pequeña, la cual sonrió al instante al ver a su padre en casa, aunque ese gesto desapareció al segundo tras recordar su enfado, el hombre, que era consciente de ello sonrió compresivo ante su hija mediana acercándose a su vera en el pequeño sofá de color canela—¿cómo está mi pequeña tigre?—preguntó, colocando su antebrazo en el respaldo del asiento.

—Ayer me prometiste que me enseñarías tus casos de investigación.—le recordó con sus mofletes hinchados.

—Lo sé, hija—él la miró nervioso, no tenía escusa—pero sabes que papá es un héroe, tiene que ir a salvar personas cuando lo llaman.

—Existen más héroes...—balbuceó no muy convencida, ella era consciente de lo que significaba que su padre no estuviese en casa, pero era apenas una niña de cinco años—¿por qué tienes que ser tú?

—Tora—su padre la miró con firmeza, pero la amabilidad podía apreciarse en las caricias que le propinaba a su hija—¿qué pensarías, si estuvieras en peligro y no fuera a salvarte?—la niña quiso pensar algo razonable y maduro, pero lo único que encontró fue lo siguiente.

—Lloraría, porqué papá no vino a salvarme.—la sonrisa del de cabellos rojizos se ensanchó de tal forma que no pudo retener el impulso de tomar a su niña en su regazo, cara a cara.

—Papá siempre cuidará de tí, desde las sombras.

—¿Por qué desde ahí?—preguntó curiosa—¿y si no puedo verte?

—Pero yo siempre podré verte a ti, velaré por ti—sonrió acariciado el rostro de la menor—y cuando no pueda, te buscaré, entonces, al encontrarte te protegeré de nuevo, porque...