«Frutos dulces».

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-To-ra.-la voz de Reika resonó en su cabeza como un taladro, el rubio miró a su amiga, la cual observaba el techo con la mirada perdida.

-Rei, has despertado...-la nombrada observó a Katsuki, sus ojos estaba opacados por la luz de la habitación, la habitación se sentía cálida, aunque la joven no sabía si era por la presencia del chico explosivo, tal vez, solo tal vez, era agradable tener a alguien velando por ella.

-Kat-su-ki...-su voz se escuchaba horrible, aunque no tanto como sus cuerdas vocales, su garganta dolía.

-¡No hables idiota, tu voz suena de ultratumba!-le reclamó haciendo sonreír a la joven-¡llamaré a la enfermera!

Reika no pudo evitar reír mentalmente del comportamiento de su amigo, el cual salió al pasillo quejándose del pésimo servicio del hospital, cuando sus ojos se acostumbraron a la presencia del sol, no pudo evitar dirigir su mirada a la ventana, al cielo, el mismo que la pelirosa observaba. Intentó hacer memoria, recordaba haber sido secuestrada por su ''padre'', también ser encadenada, incluso drogada, pese a ello, no la mató.

Por alguna razón sus fosas nasales recibían el recuerdo de cierto olor, una fragancia fuerte proveniente de flores, eso le resultaba desagradable, tanto que el impulso de vomitar llegó a ella, así fue, su cuerpo se alzó retirando las cánulas, junto a la mascarilla que estaba reposando en su rostro, expulsando su propia bilis.

-¡Oh dios mío, Reika-chan!-no sabía porqué la enfermera usaba ese sufijo con ella, solo necesitaba que alguien detuviese ese malestar, a pesar de ese anhelo, nadie lo hizo, solo el tacto de Bakugo recogiendo el largo cabello rubio entre sus grandes manos, mientras acariciaba su espalda, tan suavemente que asustaría a cualquiera, menos a ella. Porqué así era Bakugo Katsuki, cuanto más importante eras para él, más podría sorprenderte.

-¿Te encuentras mejor?-preguntó amablemente la enfermera, ella había salido corriendo por un médico, mientras que el rubio le ayudaba a llegar al baño.

-¿Está de broma?-le recriminó el rubio de mala gana-¡Acaba de echar fuera parte de su cuerpo!

-Katsuki, por favor.-Reika agarró su camisa blanca, ahora hecha una bazofia por culpa del ajeno vomito, él se limitó a repetir maldiciones mientras musitaba en voz baja, a lo que la rubia se limito a sonreír levemente.

-Vamos.-ordenó el joven, mientras ella apoyaba un brazo en su hombro para ser cargada por el muchacho, el cual la posó en la cama, por alguna razón la rubia pudo ver a la enferma sonriendo, eso le extrañó.

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