«Ikigai».

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Bakugō había sido dado de alta apenas unos días, él había sido cambiado de habitación por petición propia, después de lo ocurrido con Tora no quería ser aquel que prendiera una mecha que no podía ser apagada, no por ahora

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Bakugō había sido dado de alta apenas unos días, él había sido cambiado de habitación por petición propia, después de lo ocurrido con Tora no quería ser aquel que prendiera una mecha que no podía ser apagada, no por ahora. El rubio se preguntaba la razón por la cual la joven parecía cargar un nuevo peso en sus espaldas, no tardó en darse cuenta en cuanto ella ni pareció inmutarse ante su llegada para la recogida de sus cosas, pero tras reflexionar consigo  mismo se planteó que fuese debido a la visita inesperada que recibió a penas dos días.  Su tutor no quiso contarle nada a pesar de que sentía curiosidad por una vez en su vida, aunque él no haría nada, después de todo ¿quién es él?

Por otra parte teníamos a Todoroki que decidió arreglarse temprano para realizar una visita al hospital donde se encontraba su amiga, aunque ahora mismo no estaba seguro de su papel en la historia de ella, después de todo ella había dicho que lo odiaba. Sin darse cuenta él parecía concentrado en su tarea, encontrar una ropa adecuada para ir a verla, sin embargo, escogió lo primero que vio al darse cuenta de sus acciones, él nunca se preguntaba por lo que los demás dirían, a pesar de ello, notó que desde la llegada de Tora ese punto en concreto era el que más se iba expandiendo dentro de él. 

Aquella chica de cabellos ondulados y de color extravagante había llegado a su vida como un remolino, haciendo trizas al "yo" creado por su padre, buscando nuevos horizontes en él, provocando reacciones irracionales para él, su mirada decidida, sus expresiones, sus palabras todo había sido grabado en el corazón de Shōto y eso le aterrorizaba. 

Salió de los dormitorios y a mitad de camino se detuvo en una pequeña floristería, observó con detenimiento la diversidad que se ofrecía ante sus ojos, no sabía mucho de flores nunca se había interesado en ellas hasta que comenzó a retomar la relación que tenía con su madre, la dependienta pudo leer levemente su expresión de duda, sonrió para sí misma y se acercó al joven.

—Muchacho ¿necesitas ayuda?—Todoroki observó a la persona en frente de ella, una mujer mayor con cabello canoso y unos profundos ojos azules, su vestido amarillo palo transmitía la misma calidez que el aura que emitía.

—Solo necesito unas flores.—la anciana rió ante su contestación, era obvio porque estaba ahí.

—¿Una visita?—preguntó intentando abrir paso a sus futuros criterios, Shōto asintió.

—Al hospital, quiero llevarle unas flores a ella.—la mujer sonrió con dulzura al ver el rostro del joven, para ella el bicolor parecía una persona bastante reservada y no se equivocaba.

—¿Tú novia?—él chico negó rápidamente, la anciana pudo divisar un atisbo de vergüenza en su rostro, lo cual la enterneció totalmente.

—Es una compañera de clase, ella es...—Todoroki dudó ante sus palabras ¿qué eran ahora? ¿tenía el derecho de llamarla su amiga? La mujer pareció comprender levemente la situación y sonrió, procedió a revisar algunas flores, relajando al muchacho.

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