Capítulo 7.

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"No me tientes que si nos tentamos no nos podremos olvidar" -Mario Benedetti.

Una vez que llegamos, ví aparcado justo enfrente mi auto, lo más seguro es que que Diana lo había conducido.

-Gracias, Mark -dije una vez que apagó el auto.

-De nada -miró hacia mi ventanilla-. Anda, te están esperando.

Diana había abierto la puerta.

-Hasta mañana -dije.

Él me sonrío, bajé del auto y me dirigí hacia Diana.

Escuché cuando el auto de Mark arrancó a gran velocidad.

-Al parecer lleva bastante prisa -dijo Diana mientras veía desaparecer el auto.

-Sí.

Diana volteó hacia a mí y puso sus ojos como platos.

-¡Guau!, por lo que veo esa chamarra no es tuya, eh.

-¡Dianaaaaa!.

-Ya ok, mejor cierro el pico, vamos, entra antes de que te congeles, todos te estamos esperando.

Después de que terminó la película, Diana y yo nos fuimos en mi coche, no sin antes pasar a la casa de mi amiga por una maleta con ropa para ella, pues se quedaría en mi casa, no le gustaba que estuviera sola tanto tiempo.

Mi madre era planificadora de eventos por lo que viajaba mucho y casi nunca estaba en la casa, mientras que mi padre... bueno... solo conversaba con él por e-mail (muy pocas veces), nunca lo había visto, quizás solo cuando era demasiado pequeña pero no lo recuerdo. Mi madre me dice que él es de Germania y que tiene un empleo excelente pero muy ocupado, también me hace creer que en cualquier rato volverá, sin embargo no lo creo.

Una vez que Diana subió su maleta en la cajuela del auto, lo encendí, a Diana le encanta el rock por lo que puso el estéreo en modo auxiliar, empezó a sonar una canción que se llamaba "autopista al infierno".

-Si mal no recuerdo esa canción salió en una película de Destino Final -le dije.

-Sí, y también sale en una de Percy Jackson.

Puse los ojos en blanco.

-Quítala, me pone nerviosa.

-Oh, ok, eres muy sensible con el rock -dijo Diana mientras buscaba una canción diferente-. ¿Qué te parece? Ain't it fun de Paramore.

-Sí, es estupenda.

La música inundó el auto, amaba esa canción.

Mi casa quedaba retirada de la escuela y también estaba en las afueras de Portland por lo que ibamos en la carretera, los copos de nieve no dejaban de caer, sin embargo habían disminuido, yo manejaba a 90 km/h, normalmente no manejaba muy rápido aunque amaba la velocidad.

Prudencia ante todo, señores.

Cuando giré hacia una curva, el auto en lugar de frenar un poco, se aceleró.

Quizás es solo por la nieve en la carretera.

Pensé.

Para tratar de averiguar que lo había ocasionado, pisé suavemente el freno, pero seguia aumentando la velocidad, 93 km/h marcaba en el velocímetro.

-¡Mierda! -dije.

Diana dejó de cantar para mirarme, incluso paró la música.

-No me digas que tampoco te gusta esta canción -me miró con cara de pocos amigos.

Atada a tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora