Capítulo 23.

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"No sé cuantas vidas me faltan, pero en cada una, espero encontrarme contigo" -Edgar Oceransky.

Mark.

Comencé a medio correr hasta llegar a unos pasillos que al parecer eran las habitaciones, abrí una puerta y me encontré con una habitación de aspecto gótico, rebusqué entre un clóset y me encontré un traje de color negro, me despojé del uniforme de guardia y lo escondí en un rincón, después me coloqué el traje que para mi sorpresa me quedó a la perfección. Eché agua en mi rostro para quitar el polvo y sangre que había provocado la pelea con los guardias, acomodé un poco mi cabello y me miré al espejo, las ojeras estaban más visibles que nunca, y a pesar de que me había alimentado muy bien hacía días que no había dormido ni una hora.

Escondí mi estaca en una bolsita interior que tenía el traje y salí en dirección a la sala real.

Una vez que llegué uno de los guardias me hizo pasar, bajé mi rostro para que no me reconociera. Me sentí tensarme al instante en que el guardia me retuvo suavemente de mi antebrazo. Antes de poder reaccionar salvajemente el guardia me susurró:

-Lindo traje.

Asentí suavemente.

-Gracias, es de las mejores telas de Europa -contesté.

La verdad no sabía si era tela de la peor o mejor calidad.

Cuando entré había un gran número de vampiros en la enorme sala, a lo lejos una vampiresa discutía sobre que los prisioneros habían escapado y por lo tanto no darían copas con sangre, sonreí tratando de evitar una risa, probablemente Lissa había sido la que los había liberado.

Empecé a adentrarme en la multitud hasta estar lo más cerca posible de la primera fila, actúe de modo educado para pasar desapercibido como uno de ellos.

Disimuladamente miré en varias direcciones para tratar de localizar a Lissa, sin duda no la ví. Mi vista se dirigió a una puerta rodeada por 6 guardias, bien, eso no sería problema para mí, podría derribarlos con mi don.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando una voz fuerte habló, la reconocí de inmediato, Dark Valdimir. Traté de controlarme para evitar que mis caninos se alargaran.

-¡Buenas noches a todos ustedes queridos amigos!, les agradezco que hayan recorrido un gran camino para llegar a ésta celebración... a continuación serán testigos de la nueva y espléndida transformación de mi hija; la princesa Elizabeth, ella posee un don muy especial que será intensificado cuando ella se transforme en una hermosa vampiresa. Pido un aplauso para la próxima vampiresa más poderosa... ¡Elizabeth! -hubo un estallido de aplausos y alabos, reprimí el impulso de taparme los oídos. En serio, ese vampiro era un sádico demente.

Miré hacia donde estaba Dark Vladimir y justo a su lado estaba Lissa siendo escoltada por un guardia, le ofrecierón un asiento acolchado con incrustaciones de oro y rubies.

Nuevamente la multitud estalló en aplausos. Dark Vladimir se aproximó al cuello de Lissa, sus largos colmillos brillaban puntiagudos. Fue en ese entonces cuando reaccioné, tome impulso en mi lugar y dí un gran salto, antes de que Dark la mordiera la tomé entré mis brazos y lo arrojé lejos con una patada que lo hizo volar y caer entre la multitud. Con Lissa entre mis brazos corrí hacia la puerta, puse gran parte de mi poder en lanzar una gran onda de telequinesis hacia los guardias, estos cayerón atontados y aproveché para salir rápidamente.

Justo afuera estaba Alice.

-¿Y los demás? -le pregunté.

-Están del otro lado, vete, sal de aquí con ella, nosotros nos encargaremos de asarlos vivos -asentí. Alice levantó sus manos y comenzó a incinerar las puertas para evitar que los demás vampiros salieran. Faltaban unos cuantos pasos para salir del castillo, cuando Lissa se devatió más fuerte, al ver que no la soltaba comenzó a gritar.

Atada a tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora