Capítulo 30.

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"¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?". -Vicent Van Gogh.

Mordí mi labio inferior con fuerza.

-¡Pero no hay otra forma!, ¡tengo que hacerlo! -supliqué-. ¡Mark por favor! -le miré en busca de su apoyo.

Mark suspiró, antes de que pudiera articular palabra alguna, Christian se le adelantó.

-Si entras a la morgue, será un regadero de cuerpos, más de los que ya hay en ese lugar, Lissa, no tienes autocontrol, estás levemente controlada, pero no puedes hacerlo.

Me dolierón sus palabras, pero tenía razón. Una cualidad buena y mala que Christian tenía era el ser demasiado honesto... por supuesto, nunca se andaba con rodeos, él iba directo al grano.

-¡Mark, puedes controlar mi voluntad!.

-Ya no puedo, te la regresé...

Demonios, ¡se me acababan las opciones!.

-Entonces usa tu telequinesis en mí... -propuse.

Mark se mostró ofendido.

-¡No te manejaré como si fueras un títere!.

-¡¿Demonios, entonces como piensas controlarme cuando me salga de control!?.

-¡Así!.

Abrí mi boca para protestar, velozmente los labios de Mark tocarón los míos... me dejó sin habla.

-No puedo manejarte así... -susurró como una caricia.

La voz grave de mi padre me hizo regresar a la realidad.

-¿Muchacho prefieres que asesine a todas esas personas?.

-¡Nooo!, pero...

Mi padre lo interrumpió.

-Pero nada, hazlo si es necesario, me lo debes por besarla en delante de mi presencia, ella aún es mi niña y mi princesa.

-¡Papá! -protesté.

Si hubiera sido humana me hubiese sonrojado al límite.

Mark asintió a duras penas. Después de todo era una órden del rey, literal.

Cuando llegamos a la morgue, me dispuse a salir del auto, Mark tomó mi mano mientras nos encaminábamos rápidamente a la entrada, Alice nos alcanzó en veloces y elegantes pasos.

-Los acompañaré, podría serles de gran ayuda.

-Bien, solo mantente al margen -respondió Mark.

Tomé una pequeña respiración, casi tanteando el aire, el aroma a sangre humana, era moderado.

Puedo hacerlo, puedo hacerlo.

Una vez que nos adentramos al lugar, no perdimos más tiempo, fuimos inmediatamente a los cuartos de temperatura sobre cero. Habíamos llegado a una serie de pasillos, dos hacia la izquierda y dos hacia la derecha. Esto era un laberinto.

-Vayan por el pasillo inferior derecho, yo tengo algo que hacer -avisó rápidamente Alice antes de desaparecer por el pasillo contrario al nuestro.

-Ven, tenemos que subir al quinto piso.

Tomé una respiración... y ¡bomba!, mi sed había despertado de nuevo. Me sentía un poco mareada.

Justo delante de nosotros había un asensor, para no llamar la atención, Mark me condujo adentro, y enseguida marcó el piso quinto.

Atada a tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora