Capítulo 16.

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"¿Tierno el amor? Es harto duro, harto áspero y violento, y se clava como espina" -William Shakespeare, Romeo y Julieta.

En la mañana...

Un rayo de luz que se filtró entre las nubes logró despertarme. Me estiré como un gatito, a mi lado estaba Mark.

-Buenos días... -cantó.

Le sonreí.

Algo había cambiado en él, inspeccioné su ropa, ahora usaba unos jeans de color azul oscuro y un suéter rojo.

Puse mala cara y rodé los ojos.

-¡Te fuiste! -le acusé.

-En teoría, nop... tenía un cambio de ropa en el Camaro "averiado" -hizo énfasis en la palabra-, no te dejé sola ni 10 segundos.

-¿Qué hora es? -pregunté.

-Las 12:30 pm.

-¿¡QUÉ!?.

Mark pegó un brinco al escuchar mi sobresalto.

-Sip, Diana entró a tu habitación para despertarte a las 10:00 am, te sacudió como 20 veces pero no despertaste, así que te dejó una nota.

Se levantó de la cama y tomó una nota que había en mi tocador, después me la dio.

La leí en voz alta.

-¡Eh ehm! -me aclaré la garganta dramáticamente-. "Lissa al ver que no despertabas no me dejaste otra opción, te dejo esta nota, me fui con mi prima Paola de shooping, después iremos al Spa, llegaré tarde, no me esperes, besos".

-Hmm, al parecer tenemos todo el día -dijo Mark. Él miraba la carretera por mi ventana.

-¿Qué tienes planeado para hoy? -pregunté.

Rebusqué mis pantunflas de conejito y me dirigí a su lado.

Le ví sonreír.

-Quiero que conozcas a mis padres.

-¿No tengo otra alternativa?, ¿verdad?.

-Noop.

Me abrazó dulcemente para después besar mi frente.

-Siendo así, dame 10 minutos, me vestiré.

Asintió, me dio un beso fugaz y cerró la puerta, a los dos segundos se escuchó la TV de la sala.

Decidí ponerme una falda circular azul marino, me llegaba hasta la rodilla, después un suéter color rojo escarlata. Ya casi creía imaginar el rostro de Mark al saber que ibamos a juego en los colores de nuestra ropa.

Mi cabello lo dejé suelto y esta vez decidí jugar un poco con mi maquillaje, en mis labios coloqué lápiz labial en color rojo cereza y en mis pestañas una leve capa de rímel café.

Bajé los escalones, Mark me sonrió cuando llegué a donde estaba él.

Parpadeó sorprendido por nuestro color de ropa tan similar.

-¿No te gusta mi atuendo? -pregunté.

-Me encanta, simplemente... siempre logras sorprenderme, Lissa -me miró por unos segundos para después levantarme en en volandas con su rápidez sobrenatural.

-¡Mark, bájame! -pataleaba y gritaba.

-¡Hora de conocer a mis padres! -su entusiasmo era contagioso, tanto que ignoró mis protestas y gritos.

-¡Que dirán los vecinos! -me quejé.

-Lissa... -dijo con tono de obviedad-... no tienes vecinos.

-Oh... eh... ¡y eso qué importa!, ¡solo bájame ya, la falda comienza a levantarse!.

Atada a tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora