Beyond The Scene (Jikook, Yoonseok Y Namjin)

54. Jungkook roto

[Jungkook]

Estaba totalmente agradecido con Jimin por haberme sacado de ahí; sin embargo, temía que lo que había visto acerca de mi padre, lo alejara de mí. Después de todo, ¿quién querría estar con una persona tan desastrosa como yo? Probablemente papá tenía razón y mamá me había abandonado por eso y así no tener que lidiar con un problema como yo. Eso era algo típico mío, darles problemas a los demás con mis acciones o, simplemente, con mi sola existencia.

Miré a Jimin a mi lado, conduciendo el auto sin mirarme, con una expresión de seriedad sobre el rostro, mordiendo su labio inferior con nerviosismo. Él lo era todo para mí y, si seguía conmigo, todo lo que le traería serían desgracias y una vida llena de problemas. Siempre lo pensaba, pero me negaba a dejarlo, ya que lo amaba y sabía que no podría llegar a amar a nadie más que a él.

Me odiaba tanto por no poder ser la persona que él se mereciera, pues él era verdaderamente un ángel y yo no era nada a su lado. ¿Cómo es que podía amarme? ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué seguía aguantando todo esto?

—Lo lamento, Jimin —murmuré, mirando mis manos sobre mi regazo.

Por el rabillo del ojo vi que volteaba a verme por un momento, frunciendo el ceño.

—¿Por qué lo dices? —preguntó.

—Sólo... lo siento tanto —susurré, sintiendo que las lágrimas se anidaban de nuevo sobre mis ojos.

Él no volvió a decirme nada ante eso, sino que siguió concentrándose en la carretera, con una expresión de preocupación en el rostro. Yo veía borroso, mientras mis lágrimas caían sobre mis manos, mojándolas un poco.

Sabía que estaba intrigado por mis palabras, incluso angustiado, pero no había podido evitarlo. Se lo había tenido que decir, porque en verdad me dolía que hubiera tantos problemas a mi alrededor, metiéndolo a él de por medio. Pero no podía dejarlo ir, no podía liberarlo de mí, ya que si él se fuera de mi lado, no me quedaría otra opción más que desaparecer y no quería eso. Yo quería amarlo, quería cuidar de él, tal como les había prometido a sus padres, y tal como me lo había prometido a mí mismo cuando lo conocí; sin embargo, a este paso, él tendría qué cuidar más de mí que yo de él, y no pensaba hacer que creyera que realmente era una molestia. Simplemente, no sabía qué hacer.

Después de algunos minutos, llegamos a su casa, donde estacionó el auto y lo apagó, pero no se bajó al instante, ni yo tampoco. Yo tenía la mirada sobre mis manos todavía, y él me observaba en silencio, con una mirada triste.

Fue entonces que se acercó hacia mí y tomó mi mano con la suya, entrelazándolas. Yo las miré por un momento, y me di cuenta de que encajaban tan bien juntas, como si eso estuviera destinado a ser. Ese pensamiento me hizo querer mirar su bello rostro, pero sus labios atraparon los míos al momento en que volteé mi rostro hacia él, mientras que su otra mano viajaba hacia mi cabello, acariciándolo con suavidad. Fue un beso tierno, que no tuvo que decirme nada, porque con eso lo decía todo, con ese contacto me expresaba su amor.

—No importa lo que tu padre diga —murmuró cuando se separó de mí, aunque no alejo ninguna de sus manos de mí —, tú siempre serás increíble para mí. —Y volvió a juntar sus labios con los míos, para después sonreírme con ternura.

Nos bajamos del auto, pero yo en ningún momento pude dejar de desear que él nunca se diera cuenta del desastre que era mi vida.

Después, entramos a la casa, donde salía un delicioso aroma desde la cocina. Me recordó a cuando mi madre todavía cocinaba, antes de mudarnos a la mansión, y me daba a probar de lo que cocinaba mientras lo hacía. Eran tan nostálgicas ese tipo de cosas, pues todo eso ya se había ido.