100. La huida (Final)

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[Jungkook]

Era muy de madrugada cuando me levanté de la cama. Intenté hacer el menor ruido posible, pero aquello no pudo evitar que por lo menos despertara a Jimin un poco.

—¿A dónde vas? —me preguntó, con voz adormilada, y sin abrir los ojos.

—Al baño —le dije, inclinándome un poco hacia él y acariciando su cabello para que se tranquilizara.

No volvió a decir nada, sino que quedó dormido plácidamente. Su rostro se veía tan angelical de aquella manera, incluso más que de costumbre. Pude imaginarlo sonreír tiernamente, como siempre hacía, o a hacer pucheros cada vez que no estaba de acuerdo con algo. Sonreí, sin dejar de mirarlo, y entonces me incliné y besé su frente con cuidado por última vez. En verdad lo extrañaría.

Sin esperar más, me dispuse a poner todas mis cosas en mi maleta. Era muy temprano, y ni siquiera había amanecido, por lo que aún tenía mucho tiempo, pero de todas formas debía apresurarme. Nadie podía estar despierto antes de que me fuera; no quería dar ninguna explicación, no porque no se las merecieran, sino porque yo no podría dárselas sin desmoronarme y no quería que me vieran débil.

Sabía que era un asco de persona, que todo lo que hacía estaba mal, pues ellos no se lo merecían. Por mí, ellos estaban castigados en esta casa; por mí, ellos debieron pasar por un intento de suicidio y estar expuestos a las miradas extrañas que nuestros compañeros les daban cuando todo aquello había sucedido, como si ellos tuvieran la culpa de mis estúpidas decisiones. Siempre les di problemas desde que llegué, especialmente a Yoongi, pero no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarlos. Papá tenía razón, yo en verdad era un chiste.

Una vez que terminé de arreglar mis maletas y me puse algo de ropa decente para salir, tomé mis cosas y las puse afuera. Seguía sin amanecer aún, pero no quise prender ninguna luz, por lo que caminé a oscuras. Cuando dejé mis cosas en la sala, volví a mi habitación y me arrodillé a un costado de nuestra cama, donde se encontraba el rostro de Jimin.

Extendí una mano hacia su cabello y lo acaricié suavemente. Lo observé por un momento más, sin que me importara demasiado el tiempo, porque quería dedicarle aquellos últimos minutos tan sólo a él, sabiendo que no lo vería en un largo tiempo, y si volvía a encontrarlo, si nuestros caminos se cruzaban, probablemente él no querría verme, así que debía aprovechar de verlo de esa manera, de grabar su rostro en mi mente para siempre, porque aquella imagen me daría esperanzas cuando nada más lo hiciera.

—Te amo, Jimin —susurré, sabiendo que él no me escucharía.

Y en ese momento, sentí que un nudo se anidaba en mi garganta y mis ojos comenzaron a escocer por las lágrimas.

—Espero que algún día puedas perdonarme —le dije, aun susurrando, y fue entonces que me levanté y me dispuse a irme, cerrando la puerta de la habitación con mucho cuidado de no hacer ruido.

Una vez que estuve en la sala, tomé mis cosas y caminé hacia la puerta, pero no la abrí al instante, sino que me volteé hacia el interior de la casa y me quedé mirándola por un rato, recordando todos los momento que habíamos pasado todos juntos ahí.

Recordaba la primera vez que estuvimos en ese lugar, cuando estábamos limpiando. O también cuando Namjoon y yo intentamos asustar a los chicos alegando que quizás había fantasmas o algo por el estilo. Siempre era divertido verlos inquietos de terror, y sabía que Yoongi y Namjoon me entendían en ese aspecto.

Asimismo, me acordaba de la primera noche que habíamos pasado ahí y Hoseok me había dicho lo que sentía por Yoongi, y la manera tan sorprendente en que ellos dos habían terminado juntos, pero aquello también había sido inevitable, porque todos sabíamos que estaban destinados de alguna forma. Quizás, todos nosotros estábamos destinados; quizás estaba cometiendo un error al irme.

Beyond The Scene (Jikook, Yoonseok Y Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora