Era el día del partido del Raimon contra el Shuriken y, como una gran privilegiada me encontraba sentada en las gradas junto a Jude. No paraba de soltar risitas nerviosas y de moverme en mi asiento, algo me decía que aquel partido iba a ser muy interesante y rezaba con todas mis fuerzas porque los chicos no perdieran ante la escuela ninja. Era un gusto poder disfrutar del ambiente y no tener que verlo escondida para que nadie se enfadase. Aun quedaba un rato para que empezase pero el capitán me había obligado a ir tan pronto para, supuestamente, hablarme de algo pero el tío se encontraba tan callado que empezaba a creer que me había dado el pego y en vez de ser una persona de carne y hueso era un muñeco de cartón. Me quedé mirándolo para ver si reaccionaba ante mi incesante forma de intentar leer su mente, pero no hacía ni mención de inmutarse.
-¿Quieres pestañear de una vez? Das miedo.-suspiré aliviada. No estaba muerto.-No se como David te aguanta.
-Porque soy una pocholada.-le sonreí.-¿De qué querías hablarme?
-Del próximo partido.-me miró.-No quiero que juegues contra el Zeus.
-¡¿Por qué no?!-protesté sin entender que quería de mi.-¡Soy una de las delanteras!¡Sin mi las técnicas que hemos estado practicando se quedan cojas!
-Otro te sustituirá en las técnicas, no eres la única que las entrena.-ni si quiera le importaban mis gritos.-No estás en las mejores condiciones para jugar.
-¿Y me lo dices tú?-le señalé con el dedo.-Además, mis informes médicos muestran la gran salud que tengo. No puedes dejarme en el banquillo por un ataque de pánico.
-No puedo permitir que empeores. No es solo el ataque que tuviste hace unos días, últimamente casi no te puedes concentrar en nada, y aunque en los entrenamientos des todo de ti misma y consigas hacer las técnicas a la perfección, no me aseguras que en el partido vayas a hacer lo mismo.-le escuché sin interrumpir y cuando acabó de decir la última palabra no sabía ni que contestar.
-Es injusto...-murmuré. No podía rebatirle nada de lo que él había dicho porque en el fondo sabía que tenía razón.-¿Por qué no confiáis en mi?
-Si confiamos en ti, Adrianne. Lo que queremos es que no vayas a peor, y el partido es en menos de una semana. Date un tiempo para reorganizar tu cabeza y te dejaré volver.-giré mi vista ya que mis ojos estaban aguados.-Eres la mejor delantera que tenemos, a nosotros tampoco nos hace gracia dejarte fuera por un partido, y mas cuando eres la que mejor sabe controlar a contrincantes desconocidos, pero merece mas la pena que te encuentres en plena forma mentalmente que un estúpido partido.
-Gracias, supongo.-no le di cara. Estaba cabreada, mas conmigo misma que con él y tampoco quería que me viese con la cara llena de lagrimas.-¿Tú vas a jugar con la pierna así?-me pasé la manga de la chaqueta por el rostro para eliminar todo rastro húmedo.
-No creo que me dejéis, ¿no?-negué con la cabeza.-Pues seremos compañeros de banquillo.
-¿Y quien va a dirigir a los demás?¿Joe?-me lo imaginé por unos instantes.-Dios, están totalmente perdidos.-me llevé las manos a la cara.-Eso va a ser peor que un apocalipsis zombie.
-Tranquila, instruiremos a Samford en estos días.-solté una carcajada. A veces parecía bipolar.-¿No confías en tu novio?
-Pero si a veces le cuesta hasta ponerse un calcetín mientras habla.-lo miré con cara de circunstancias.
-Cierto.-los dos nos reímos por unos instantes.
Los chicos del Raimon se encontraban calentando antes de que el partido diese lugar, y cuando justo Axel iba a rematar a puerta el capitán del Shuriken apareció tan deprisa que el pelo pincho no reaccionó a tiempo cuando este le robó el balón. Me palmeé la frente cuando lo vi entrar al campo. Ese chico nunca cambiaría, y seguramente continuaría con esa manía tan rara de desafiar a todo el mundo, fue así como hablamos por primera vez. Si, lo conocía desde que eramos pequeños, cuando veraneábamos juntos en la playa, pero conforme fuimos creciendo nos olvidamos el uno del otro e hicimos nuevos amigos. No dudaba que él se acordara de mi, ya que no había cambiado nada desde que tenía unos diez años, ni si quiera la altura había conseguido variar. Realmente era muy pequeñita. Negué con la cabeza cuando vi que Nathan hablaba con el chico, no era el momento para hacer caso a estupideces como competir en alguna cosa tonta que se hubiese inventado. Jude se reía de las caras que ponía todo el tiempo, pero me tenía bien agarrada por si me daba la venada de salir en dirección al campo y gritarles que no era tiempo de estupideces y que se pusiesen a calentar de una santísima vez. En menos de cinco minutos ya tenían puestos unos conos por mitad del campo y el de pelo azul y el capitán de Shuriken estaban preparados para lo que fuese que iban a hacer, lo que resultó que era una especie de carrera con un balón. Desde el último partido que había visto de Sail, su velocidad era notablemente mayor y era capaz de igualar la salida de Nathan. Se merecían una buena leche esos dos por ponerse a hacer eso en tales momentos, y mi petición de que se estampasen en el suelo debió de ser oída mas o menos por los dioses porque dos del equipo contrario tardaron cero coma en quitarles las pelotas a los dos.
ESTÁS LEYENDO
Fuerza (Inazuma Eleven)
FanfictionEra necesario acabar con él, y eso solo iba a ser posible gracias a su fuerza, pero no a una física si no mas bien a la de voluntad y de espíritu. Millones de aventuras le esperan a la vuelta de la esquina y no piensa vivirlas sola.