Era el día de la final. Me quedaban pocas horas para irme de la ciudad de Inazuma y yo, como era de esperar, no les había comentado nada a los chicos. La semana transcurrió entre comeduras de cabeza de como podría decirlo sin desanimarles para el partido, así que decidí callarme hasta el último minuto a sabiendas de que luego acabarían enfadados conmigo, pero los prefería cabreados a tristes.
Ya llevaba la equipación de la Royal puesta, que consistía en una camiseta como la de los chicos y una falda la mar de bonita, junto a unas mallas cortas. Tampoco era cuestión de enseñarles mi culo a todo el mundo. Me encontraba sentada en mitad del campo mirando hacia un punto perdido en la nada. Intentaba averiguar cual era la trampa que tendría aquel partido, porque, seamos sinceros, mi padre era incapaz de arriesgarse a perder, y menos en una final. De pronto noté unos brazos rodeándome con fuerza por la espalda. Como no, era David. Le sonreí mientras le acariciaba el pelo. Esos días estaba hecho un osito amoroso, y yo lo disfrutaba como una enana.
-¿Con ganas de jugar?-preguntó.-¿O vamos a tener qué sacarte a rastras al campo?
-Preparada como nunca.-mentí.-Vamos a ganar.
-A mi no me engañas...Estás cagada.-bufé.
-Vete a la porra. Por lo menos podrías fingir que me crees.
-Princesa, te conozco desde hace tiempo. Ya deberías saber que es imposible mentirnos.
-Hay gato encerrado...-lo miré por primera vez.-Y no consigo averiguar que se le ha ocurrido esta vez para sabotear el partido.
-No pienses mas en eso. Todo estará bien.-sabía que intentaba animarme pero era difícil.-Ven con nosotros. Dentro de poco llegará el Raimon.
Caminé por los pasillos durante un buen rato intentando buscar cualquier nimiedad que delatara a mi padre. Si no encontraba nada pronto, él ganaría. En el absoluto silencio solo se oían mis pisadas y me inquietaba que todo eso estuviese tan vacío. Siempre lo hacía. Pero enseguida escuché unas cuantas voces. Me quedé callada para ver si podía adivinar a quien pertenecían. Eran Mark y los demás. Suspiré y eché a andar en dirección a ellos. Era hora de que vieran el futuro que les esperaba en el campo. Una esquina antes de llegar a la entrada principal me detuve. ¿Era lo correcto ir a hablar con ellos? Esa duda me asaltó por unos segundos pero no me paré demasiado a meditarla y salí de aquel escondite.
Se quedaron quietos en cuanto me vieron. Todos con la boca abierta y casi apenas sin respirar.
-Hola.-saludé intentando poner un tono neutro.-Parece que volvemos a vernos.
-¿Adrianne?-preguntaron a coro.
-Si, soy yo.-contesté con sorna.-Como veis vuelvo a ser la delantera estrella de la Royal Academy.
Empezaron a hablar todos a la vez y a mí me era imposible pillar nada. Suponía que se estarían diciendo los unos a los otros que Wintersy llevaba razón con lo que dijo conmigo y que yo les mentí. Todos hablaban salvo Axel, quien me miraba serio sin decir ni pío.
-¿Me vais a dejar hablar?-pregunté un poco mas alto de la cuenta. Todos se callaron de golpe.-Gracias.
-¿En serio la vais a escuchar?-miré a Kevin con una ceja levantada.
-Déjala hablar, Kevin.-Blaze me defendió.-¿Qué quieres decirnos Adrianne?
-Solo quería pediros perdón por esto. Por todo en general. No debí mentiros.-bajé la cabeza y miré mis manos.-Solo quiero deciros que tengáis cuidado. No se de lo que es capaz mi padre por garantizar que ganemos.-me alejé sin levantar la vista.-Ah, otra cosa mas. Suerte en el partido.
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Fuerza (Inazuma Eleven)
FanficEra necesario acabar con él, y eso solo iba a ser posible gracias a su fuerza, pero no a una física si no mas bien a la de voluntad y de espíritu. Millones de aventuras le esperan a la vuelta de la esquina y no piensa vivirlas sola.