CAPITULO 17

1.2K 73 8
                                    

El campo de entrenamiento se me hacía demasiado grande, y como ya nos habían eliminado de cualquier tipo de competición me daba exactamente igual entrenar o no y prefería pasarme la tarde sentada en la suave hierba de la rivera mientras el aire me despeinaba. En ese momento la compañía me sobraba y solo bastaba mis pensamientos para mantenerme ocupada, además la carta que había recibido del detective Smith no es que mejorase la situación, en ella me explicaba como mi padre había conseguido salir absuelto de todos los delitos cometidos por "falta de pruebas". Estrujaba aquel papel entre mis manos como si arrugandolo las cosas desaparecerían y todo volviese a estar bien, pero no, esa no era la realidad que me tocaba vivir. Puede que tuviesen razón y necesitase uno de esos médicos para la cabeza, pero sabía que mi mente a pesar de estar dañada funcionaba adecuadamente y me alertaba de todos los peligros que sucedían a mi alrededor  por lo que no quería cambiarla en ningún momento por mi salud. Dudaba que Byron volviese a dar signos de vida cerca de mi campo de visión, mas bien por la cuenta que le traía si quería seguir viviendo ya que en esos instantes lo que quería era arrancarle los ojos tan bonitos que tenía y usarlos para hacerme unos pendientes. El ruido que producía la brisa junto al río y los pájaros conseguía que me relajase un poco y no le diese tantas vueltas a todo, cosa que era casi inevitable porque yo nunca podía dejar la mente en blanco ni por dos segundos. Mi móvil vibró avisándome de una llamada entrante, era el señor Hilman, seguramente preocupado por mi desaparición desde primera hora de la mañana pero siendo sincera me daba igual que me cayese una piedra del tamaño de un camión en la cabeza por lo que responder al teléfono para cercionar que me encontraba en perfectas condiciones pasaba a ser uno de los últimos puntos de la lista de cosas que me importaban.

-Hola.-era la voz de Axel.-Me he enterado de lo del partido.

-¿Y vienes a reírte un rato?-el se sentó a mi lado con la vista clavada en mi.

-No, claro que no. Celia nos ha contado lo que os hicieron, es una suerte que al haber jugado sigas de una pieza.-parecía aliviado de que no me encontrase en el hospital.

-Sinceramente, prefiero estar postrada en una camilla.-suspiré y apoyé la cabeza en mis rodillas.

-Pues eres una idiota.-se que se cabreaba cuando decía esas cosas.-Te podrían haber dejado una lesión permanente.

-Me da igual, me rindo Blaze.-mi voz se rompió al decirlo.-Tengo que aprender a vivir sin el fútbol de una maldita vez.

-¿Qué ha pasado con la Adrianne Dark que yo conocía? Tú nunca has dejado algo a medias solo porque no salía como querías. Eres un tía luchadora, joder.-lo miré con los ojos abiertos.-Si volví a jugar al fútbol es por ti, por tu manera de enseñar a la gente que tras una derrota aun puedes ganar.

-Axel...-ni si quiera sabía que decir.-Es que no puedo mas. Los han destrozado y no he podido hacer nada. He dejado que mi padre ganase la batalla.-le tendí la carta.

La leyó detenidamente y después me la devolvió con su típico semblante serio de siempre. Sus pensamientos eran tan difíciles de descifrar que me daba hasta dolor de cabeza con solo intentarlo un par de minutos.

-¿Vas a dejar que ese hombre te amargue para siempre?-soltó de repente.-Hay mucha mas fuerza en ti que la que demuestras, así que sacala por favor y vuelve a ser la chica de la que...-se paró en seco y desvió su mirada de la mía.

-¿La chica de la que...?-le animé a seguir.-¿Me vas a decir que me quieres?

-Si, te quiero Adri.-no esperaba que lo fuese a decir de verdad por lo que me quedé helada unos momentos.-¿Piensas decir algo?¿O vas a salir corriendo?

-Yo...-¿Qué se supone que haces cuando alguien se te declara? Con David había sido yo la que lo había soltado un día así de repente.

Y como yo soy muy de dichos, pues el que mejor venía en ese momento era "De perdidos al río", por lo que sin pararme a sopesarlo me lancé hacia sus labios uniéndolos con los míos de una manera un tanto salvaje. No tardó mucho en devolverme el beso y en empezar una lucha entre nuestras lenguas. Sabía a caramelo y a pasión, mucha pasión, tanta que era incluso demasiada. Me separé de él cuando noté que el aire empezaba a ser necesario para seguir viva y lo miré roja como un tomate sin tener la menor idea de si irme o quedarme a ver que decía sobre aquel beso. A parte, millones de preguntas vinieron a mi cabeza recordándome el momento de unas semanas atrás cuando descubrieron que era la hija de Ray Dark y nuestro momento tan intimo. Pasó una de sus manos por mi cuello y la fue deslizando por mi brazo hasta llegar a cogerme la mano de una manera mucho mas delicada de lo que solía estar acostumbrada.

Fuerza (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora