Prologo

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Alguna vez viste una mariposa pregunto, mi voz trinante mientras espero que su contestación sea no.

Muy difícilmente puedo ver una contesta, pero se como lucen.

Entonces quieres verme.

El ríe.

¿Acaso eres una mariposa?

Asiento entusiasmada.

Soy una mariposa carmesí.

Me levanto y recojo mi vestido blanco del suelo, me corto las palmas bajo su atónita mirada, esta es la parte que menos me gusta, ya que duele.

¿Estas bien?me pregunta, asiento fervientemente.

Y bajo su atenta mirada comienzo a girar, cuando agarro velocidad y siento mi cabello elevarse en línea recta sobre mi cabeza estiro mis palmas y abro las manos, la sangre que corre a mi alrededor comienza a tomar forma, ubicándose en mi espalda, recorriendo mi cuerpo, mi vestido tornándose rojo y alas nacen de mi cuerpo.

Mis pies dejan de tocar el suelo, todo se ilumina a mí alrededor y el mundo comienza a temblar.

Alguien toma mi muñeca, mi cabeza choca el suelo bruscamente, lagrimas se forman en mis ojos por el dolor.

¡Por qué hiciste eso!

Miro enojada a Poseidón, el está encima mío, apresándome en el suelo, manchado de sangre al igual que yo. Pero no replico más. La mirada que tiene sus ojos dice todo, y de repente me cuestiono lo que hice.

Nunca vi lo que hacía desde ojos del espectador y comienzo a pensar que debería verlo.

Nunca… me dice, aún sujetándome firmemente, nunca vuelvas a hacer eso… y si te obligan no lo termines. Por favor Eris no lo termines.

¿Po-por qué, que fue lo que paso? ¿Es tan malo?

No me contesta solo se para de mí.

Me siento en el suelo y miro el campo que me rodea, comienzo a temblar al contemplar la escena, todo, todo lo verde, todas las flores se tiñeron de un oscuro rojo, y poco a poco, todo se fue marchitando.

Me juro a mi misma no volver a hacerlo.

Tengo miedo de lo que pueda pasar.

***

Abro los ojos y fuerzo una sonrisa, relajo los músculos y muevo la cabeza al compás de una melodía que se forma en mi interior. Mis pies desnudos tocan la grava, mis dedos acarician en fuego mientras el calor inunda mi piel.

Me agacho tomando la tierra en mis manos, y levanto la vista.

Cronos me sonríe.

Hera solo me mira.

Ya no siento nada por ella.

Mi madre. Creer eso es un gran error.

No estoy bajo sus órdenes. No naci de su carne. Y no tengo que mostrarle piedad. Mi vida fue un constante engaño. ¿Padres? No tengo padres. Personas como yo nacieron del mismo cosmos.

Soy más fuerte que ellos.

Soy más que ellos.

No tengo por qué sucumbir.

La energía explota de mi cuerpo, hace vibrar la tierra y flamear el fuego, Todo sucumbe ante mi poder. Un poder que no sabía que tenia, uno que durmieron mucho tiempo dentro de mí.

Los meses que pasé aquí fueron los peores de mi vida. Pero fue la única parte que fue realidad de mi existencia.

Soplo.

Y entonces nace el rio de sangre.

Mis dedos están teñidos de rojo al momento de sacarlos. Tomo una profunda respiración, el aroma es embriagante, abro los brazos a mi costado y extiendo mis dedos lo más que puedo. Tomando la energía de la sangre.

Secando el río con mí poder.

Dejando solo los cuerpo que trajo consigo.

―Es hora ―la suave voz de Hera irrumpe mi momento pero la ignoro.

―Deja que ella decida cuando comenzar.

Me rio ante su voz. Dejando cada vez más en claro mi superioridad.

Ya no eres nada. Y yo… lo soy todo

Mirando los cuerpo a mí alrededor sonrío. No tienen mucho tiempo de estar muertos y algunos siguen vivos.

Que deleite.

Paso mi mano por mis labios probando el dulce liquido carmesí. Mis ojos se tornan rojos, mi energía chispea. Pongo un pie delante del otro y comienzo a girar. Primero lentamente y después aminorando el paso me detengo a mitad del campo, entierro mis unas en mis brazos, dejando mi sangre fluir.

Cuando la primera gota toca el suelo, es cuando bailo.

La sangre sigue mi danza, rápida y grácil, abandona sus cuerpos como serpientes engañadas por un encantador. Me convierto en el último hilo que sujeta sus vidas y sé que tengo que romperlo.

Solo para un bien mayor.

Novecientas sesenta y siete.

Novecientas sesenta y ocho.

..

..

Novecientas ochenta y seis.

Novecientas ochenta y siete.

Trece.

Solo trece más y seré libre.

Libre de aquellos que intentaron apresarme.

Libre que aquellos que me mintieron.

Libre de aquel vacio donde me tienen encerrada.

Libre, para tomar mi venganza.

La sangre se enrollo en mi cuerpo, despegándome del suelo, batiendo alas en mi espalda,  y todo explota en energía, la sangre entra a mi cuerpo como una dulce vitalidad, un hilo de esta baja por mi boca y me lo limpio.

Esta sangre.

Esta sucia.

Es insignificante.

Insignificante.

Comparada a la que ya se derramo y nunca volverá.

Me levanto y camino a donde Cronos y Hera, pasándolos de largo. Solo con un pensamiento en mi mente mientras camino a mi celda en el tártaro.

Mil muertes revelaran el fin y con el fenecer, la mariposa de sangre agita sus alas. Con cada designio se crea caos, con cada muerte existe una redención, con cada nacimiento nace un equilibrio.

Y del equilibrio nace…

El vacio… de la Reina del Caos.

Ser una diosa.

Nunca más.

No me comparen con algo tan insignificante.

Ya no.

Pagaran.

Me encargare de ello.

****

Esta parte sin duda es el prologo de la verdadera naturaleza de Eris, y de muchas otras personas más... ya mostramos la parte bonita de cada uno de ellos, pero no quienes son en verdad.

Besos.

Fer,

Caos Series (#1 - #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora