1: Después

496 27 1
                                    

Podía sentir la sangre brotar de mis uñas, la tierra acumulándose en mis cutículas, el piso cediendo ante mi peso como ríos de polvo escurriéndose entre mis dedos. Mire hacia abajo, la distancia entre yo y el suelo era descomunal, crecia cada vez más.

Gritaba, pero la voz no salía de mi boca, mis cuerdas vocales ardían por el esfuerzo pero no se oía ningún murmullo o susurró. Sentía como si estuviera colgada por días sin escapatoria alguna.

Algo me decía que tenía que soltarme, tenía que encontrar a Ryan, tenía que salvarlo antes que muriera pero…

Mi agarre era férreo contra la pared.

El polvo se volvió agua, empujando mis dedos con fuerza, dejando caer mi cuerpo, el agua amortiguo mi caída, el frio se coló en mis huesos, el liquido quemo en mis pulmones, saque mi cabeza en a la superficie, solo para verla comenzar a brillar, olas de fuego me revolcaron, tragándome, ahogándome en este incandescente mar.

Abrí los ojos repentinamente, aún con el sabor de la sal en mi boca, tumbada en una cama, mi cabeza dando vueltas, dolorida por la sobrecarga muscular y por cada respiración.

Moví los brazos, intentando poner un poco de peso en ellos, cavilando la ruptura con la que había escapado del Inframundo. Solté un suspiro de alivio al solo sentir un cosquilleo, incomodo pero soportable, mi pierna en cambio no tuvo la misma suerte, podía caminar pero cojeaba severamente.

Si tenía suerte la poca energía que conservaba me permitiría sanar más rápido, eso sí comía algo antes, pero por el momento solo me digne a incorporarme y cojear hasta el alfeizar de una ventana en la habitación.

¿Cuánto tiempo pasó desde que llegue aquí? ¿Y donde exactamente era aqui?

Esperaba que no mucho, pero la oscura noche que se cernía sobre mí no podía decírmelo con seguridad.

Era, en parte, más humana que Diosa en ese momento, exiliada del Olimpo, los dioses resguardaron mis poderes, por suerte pude guardar algo de energía para mí. Pero todos esos instintos desarrollados que venían con lo de ser una diosa habían desaparecido por completo, desarrollando mi carácter emocional humano, mis sentimientos… ya no podría apagarlos.

Y ahora…

En este momento donde pude estar sola con mis pensamientos, no pude evitar llorar. Deje que mis emociones vencieran a mi fuerza, mientras lagrimas rojas descendían por mis ojos.

Ni haberme quitado mis poderes me libraba de la carga de sangre que llevaba mi cuerpo.

La soledad, se metio entre mis huesos, la traición quemaba desde el fondo de mis venas, el saber que la persona que me dio la vida me miraba como nada más que una pieza de sus planes era desgarrador.

Todos los momentos que me refugio en ella, todos los temores que compartí se desquebrajaron con mis buenas memorias, dándole paso a la sola imagen de mi madre sonriente ante el cuerpo sin vida de Ryan.

Ryan…

El tonto pero valiente chico humano que me siguió en este mundo, que confió en mí, y que murió. Porque de alguna manera no puede satisfacer a mi madre. Porque de alguna manera se convirtió en un aviso.

“Me traicionas, y todos a los que amas morirán”

Lo entendí fuerte y claro, pero no tenía a nadie o nada más que perder, ya me lo habían arrebatado todo. Eso era un reconocimiento amargo pero cierto a su manera. Me apoye contra la pared, sintiéndome completamente expuesta ante los ojos de quien ahora me vigilaba.

—¿Hace cuanto que estás aquí? —susurré a la oscura figura que se apoyaba contra la puerta.

—¿En qué momento notaste mi presencia? —la voz era femenina, por lo que me tranquilice un poco.

Caos Series (#1 - #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora