8: El Destierro

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Mi respiración era pesada, mi pecho se sentía oprimido, no por el golpe, no por el miedo, solo por la perdida y el enojo.

La impotencia.

De haberlo involucrado.

De no poder detenerlo.

De no poder cambiar nada.

Ryan estaba muerto y era completamente mi culpa.

Si desde un primer momento no lo hubiera elegido como una víctima, no hubiera querido divertirme, el seguiría vivo.

El error de mis actos quemaba más que el fuego del infierno.

Me pare, sacudiendo la grava de mi ropa, limpiándome la sangre de mi rostro, no sé cuánto tiempo pudiera permanecer aquí sin sufrir los efectos del desgaste, o hasta que punto me permitirían conservar mi energía.

Pero algo tenía claro, lamentarme de nada me serviría ahora. No podía permitirme abandonar. Como Diosa o como humana, este lugar sería mi tumba solo y cuando haya terminado con mi misión.

Tenía que conservar mi energía

Removí el anillo de mi dedo, el último recuerdo que tendría de los Dioses y ahora lo más preciado para mí y gracias a la fuerte atmosfera de este lugar, fragmente mi energía, guardando una parte en el anillo.

Si en cualquier momento decidían desterrarme, siempre tenía esto para poder salvarlo. Devolverlo a la vida mientras yo tomaba su lugar.

Mi cabeza dolía en cada paso pero mi decisión era firme, saldría victoriosa aunque sea lo último que haga. Mire a mí alrededor, los áridos y flameantes terrenos del inframundo.

La luna central estaba en el cenit por lo que debía ser de noche, aún más peligroso. No oí ruido alguno, solo mi respiración, por lo que camine sin rumbo fijo, movilizándome entre las almas.

Camine hasta que me tope con un rio, vi los alrededores, las pocas almas que se juntaban en él, me agache y pasé mi mano por sus aguas, brevemente un sentimiento de paz y olvido me inundo.

¿Qué estaba haciendo allí?

Asqueada saque mi mano rápidamente, viendo las grises aguas del Leteo, estaba cerca del pozo de las almas, cerca de los campos elíseos, tenía la esperanza que por ser asesinado por una Diosa haya sido considerado virtuoso.

Sus guardianes eran mi problema ahora. Miré el rio por última vez, tomando una roca bajo mis pies, labrándola a un cristal con mi energía y hundiéndola en el río. Las aguas del Leteo te permitían olvidar, quizá esta era mi oportunidad de pasar a los guardias. Solo tenía que llegar con vida hasta allí.

—Y mira a quien tenemos aquí.

Levante la vista, mi hermano, Ares estaba sentado en una salida de la prominente pared de roca frente mío. Guarde la pequeña botella en uno de mis bolsillos. Llame a mi energía para que recorriera mi cuerpo. Ambos éramos fuertes en este lugar.

El miedo y la desesperación de las almas era una constante energía para nosotros. Sobre todo para Ares.

—¿Vienes para llevarme de vuelta?

Ares bufó, cayendo a mi altura, di un paso atrás, sorprendida, cavilando su ataque, mi pie se encontró con la orilla.

—Vengo para apresarte en lo más profundo del Tártaro.

Ahora fui yo quien reí.

—No hermanito. Ustedes buscaron enojarme. Me contuve todo lo que pude, ya no más. Si crees que no daré pelea estas equivocado Ares.

Caos Series (#1 - #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora