6: Ceremonia

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Poseidón

“Ayúdame, Poseidón, ayúdame”

Sentí su llamado con mucha fuerza, colándose a través de mis huesos, entrando en lo más profundo de mi ama.

La alcancé.

Su desesperación era mi mapa, y mi devoción a ella lo que me guío, no importaba donde estaba, que estaba haciendo, si ese momento era importante para mí.

Mi niña me necesitaba.

Sentí su miedo.

Sentí su horror.

Y cada vez que ese sentimiento crecia con gran fuerza me inundaba la ira. Conforme aparecí vi el cuerpo de Ares sobre ella, su pequeña estructura revolviéndose con fuerza debajo de él. Mi pequeña no lloraba aunque tenía la daga de su hermano cortándole la piel que cubría su clavícula, bañándola en sangre.

Mi vista cambio rojo, mi energía lo alcanzó primero, levantándolo de ella, traje su daga a mi mano, clave mi vista el él, quien se debatía suspendido en el aire por cadenas invisibles que le restringían el movimiento. Mi puño golpeo su cara antes que inundara la daga manchada en sangre con mi energía.

Pagaría.

Pagaría por lastimarla. Atravesé su carne desde el hueso de la clavícula, rozando su corazón hasta la última costilla.

Mis ojos brillaron blancos. Ares jadeó y comenzó a rogar. Entendió más rápido que Eris lo que hacía, supo que no habría vuelta atrás, el don del agua jamás volvería a pertenecerle, estaba exiliado de mi reino y cualquiera de mis dominios. De todo lo relacionado conmigo.

—Detente —sentí sus brazos rodear mi cintura, jalándome de su hermano. Estaba temblando así que obedecí.

Ares cayó al piso jadeante, me agache hacía él, tomándolo por el cuello.

—Esa cicatriz —susurré presionando mi palma contra el corte, pasándole mi energía para que la herida nunca se desvaneciera—, que te recuerde que si la vuelves a tocar, tu vida terminará, yo mismo le pondrá un final.

—No puedes matarme —jadeó, yo casi me reí ante su tenacidad e ignorancia.

Me pare y tome a Eris en brazos.

—Soy uno de la primera generación… y tú. Tú solo eres prescindible.

Desaparecí llevando a Eris a la Atlántida, su cara oculta en mi pecho, trabajando ella misma para cerrar su herida. Sonreí ante su valor, era algo suyo, no dejarse aplacar.

Eris fue criada desde bebe para ser mi mujer, moldeada a la imagen que mis hermanas pensaron que era la más conveniente para mí. A que ellos creían que sería la imagen de la dama adecuada para ser mi mujer.

La hija de mi hermano, un gran honor.

Puesto a que no envejecíamos la esperaría hasta que creciera y pudiera unirse a mí. La aborrecí cuando nació. Era otro recordatorio de que otras personas controlaban mi vida. Que todo en este mundo iba a ser decidido por quien tuviera más poder, que no le dieran a esa niña o a mí otra opción.

***

La primera vez que la vi estaba trepada en lo alto de las ramas de un árbol de cerezos, intentaba alcanzar un nido de aves, tenía un pichón en la mano y se había rasgado, a voluntad, el largo de la falda de su vestido.

Caos Series (#1 - #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora