Epilogo

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**RYAN**

—Ryan

—¡Ryan!

Algo golpeo mi hombro, me gire para ver a Preston detrás de mí. Me miraba preocupado, con el seño fruncido, esperando una respuesta a una pregunta que de seguro no había oído. Pero sabía de qué se trataba.

—Estoy bien. No te preocupes.

—Seguro últimamente andas algo perdido.

—No es nada.

—¿Está relacionado con la desaparición de esa chica de la que tanto hablas?

Apreté los puños en torno al balón.

—Eris, Preston su nombre es Eris.

—Como quieras, pero estás seguro, nadie la recuerda y nadie tiene registros sobre ella, no será solo un producto de tu imaginación.

No lo era.

No podía serlo.

Eris era real, lo sabía, ella habia existido, yo la habia amado y este sentimiento de pérdida no puede ser generado por una alucinación.

¿Verdad?

—Como quieras, la encontrare, ya lo verás.

—Lo que digas hermano.

Lance el balón a media cancha, y por un momento me perdí en mi papel de quarterback, aún con el recuerdo de Eris en mi memoria.

***

—¿Ryan eres tu? Viniste temprano, la práctica se suspendió.

—Terminamos antes.

—¿Almorzaras?

—La fiesta de Preston es hoy, comeré allí supongo.

—Ryan… —pude oír el temor de mi madre quebrando su voz.

—No desapareceré esta vez. Lo prometo.

Le sonreí a mi madre conforme subía directamente las gradas a mí habitación.

Cuando desapareces por una semana, las personas tienden a notarlo, tienden a hacer preguntas. En especial cuando hablas de una chica, una que estuvo por más de un año viviendo entre nosotros, pero que misteriosamente nadie recuerda.

—¿Por qué me hiciste esto Eris?

La palabra carga, era lo único que se me venía a la mente. ¿Había sido una carga y por eso se deshizo de mí? Golpee la pared fuertemente, manchando con sangre la pintura.

Con tantas manchas que hay podría parecer un tapizado.

Me deje caer en mi cama, había pasado un mes desde que aparecí aquí mágicamente. O mejor dicho desde que Eris me empujo aquí mágicamente. Los doctores se sorprendieron porque salvo a la pérdida de sangre no encontraron nada más, ni un golpe, o rasguño o signos de deshidratación.

Pero claramente no tenía ningún daño físico, todo el daño que pude recibir estaba dentro de mi cabeza.

Me enamore de una diosa después de todo.

Una que prefiere morir y verme morir en vez de convertirme en alguien como ella.

Una que tiene conciencia.

Una a la que tengo que olvidar.

¡Demonios! Necesitaba ahogar mis penas en alcohol.

***

No era más de media noche, pero la mitad del mundo ya estaba borracho. La música resonaba fuerte en mis oídos, el olor a trago inundaba el lugar y no faltaban las parejas revolcándose en cada esquina.

Caos Series (#1 - #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora