El sol se había alzado por fin, regalando su calidez a la mañana. Ana se había despertado antes que Christian, que dormía plácidamente aferrado a su cuerpo en una conexión perfecta de manos y piernas. Inspiró con fuerza para nutrirse con su aroma, y disfrutó plenamente de los sonidos de su respiración serena y del calor de su piel; indudablemente era el mejor despertar en mucho tiempo. Sintió ganas de besarlo, de acariciarlo, de abrazarlo con glotonería, pero dominó sus ansias; quería disfrutar de verlo dormir a su lado, ya que era algo que había creído que nunca más sucedería, así que se impregnó de esas imágenes y sintió unas cosquillas en el corazón, acompañadas de unas irrefrenables ganas de llorar... hacía tiempo que no se sentía así de feliz.
«No me importa que me tilden de tonta, sólo deseo estar contigo y disfrutar a tu lado. Me tiene totalmente sin cuidado que no me entiendan; sólo me interesa lo que siento por ti, y lo que siento es que no me cabe el corazón en el pecho por tenerte junto a mí.»
—Buenos días, dormilón. —Christian había abierto los ojos, y la miraba extasiado mientras afianzaba su abrazo y le regalaba una soñolienta sonrisa.
—Humm, buenos días. —Le plantó un beso en la boca—. Volvamos a dormir, así no tenemos que salir de tu dormitorio.
—También me gustaría no salir de aquí, pero abajo están mi madre, tu padre y tus abuelos; hay mucha gente en la casa, por si lo has olvidado.
—Shhh... La que debe hacerlo eres tú y así podremos quedarnos aquí las veinticuatro horas del día — le habló al oído—, follando. ¿No te parece un excelente programa? Te aseguro que mi polla estaría muy feliz; apuesto a que... si te toco así —bajó la mano a su entrepierna y le abrió los pliegues de la vagina para acariciarle la hendidura— lograré que te olvides de todo —pegó su pelvis a su cadera—; además, mira cómo estoy: mi erección matinal te reclama y tú estás muy húmeda, algo hay que hacer para solucionar eso.
—Desde luego que eso podemos arreglarlo; que estemos despiertos no significa que ya tengamos que levantarnos, creo que por un rato podemos obviar que no estamos solos en la casa y solucionar nuestra hermosa necesidad.
—Pero yo creo que esta erección durará todo el día —le mordió el cuello—, así que no podremos salir de aquí.
Ana se movió rápidamente y se sentó a horcajadas sobre él; sus senos bambolearon y Christian quedó extasiado observándolos; acercó sus manos para sostenerlos, rebosantes en ellas.
—Te subes así, ¿y pretendes que te deje salir de esta cama?
Ana cayó sobre él y atrapó sus labios, los mordió con gusto y luego los lamió complacida.
—Creo que podríamos demorarnos un rato más, aunque estoy segura de que, de un momento a otro, mi madre vendrá a golpear la puerta.
—Humm, en ese caso no perdamos más tiempo.
Ambos besaron cada centímetro de la piel del otro, de arriba hacia abajo, y, de vuelta, otra vez recorrieron de abajo hacia arriba; todas las caricias sabían a poco, sus cuerpos se mostraban insaciables. Ana había resbalado sobre su cuerpo, para ofrecerle una extraordinaria mamada que casi lo había hecho perder el control y eyacular en su boca, pero ahora Christian tenía la cabeza metida entre sus muslos y le parecía imposible dejar de saborearla; intercalaba el movimiento de su lengua con el de sus dedos, que entraban y salían de su sexo.
—Voy a correrme. —Ana estrujó en sus manos parte de las sábanas y arqueó la espalda—. ¡Oh, Diooooos! No pares, por favor.
Luego él se arrodilló y sacó de su billetera el único condón que le quedaba.
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Peligroso Amor©
FanfictionLa ordenada vida de la doctora Anastasia Steele de pronto se desmorona y se encuentra con el corazón destrozado por haberse enamorado del hombre que no debía. El reconocido abogado Christian Grey continúa sumando éxitos en su carrera, pero aunque lo...