No es un sueño
Agotados tras un maratón de sexo, la noche y la mañana fueron testigos mudos de sus pensamientos, pero... no se los contaré yo, sino ellos, ¿quién mejor para hacerlo?————————————————————————————————
(P.O.V. — Anastasia)
Cuando me remuevo por la noche, me despierto por el asombroso peso de un macizo brazo apretándome alrededor. Me sonrío al darme cuenta de que no estoy soñando, que él está a mi lado y que yo estoy en su cama. Christian no ha cerrado las cortinas, y las luces de la ciudad parecen parpadear en torno a nosotros, como si nos hicieran un guiño.
Me quedo en silencio acariciando el brazo con que me tiene aferrada por la cintura, mientras escruto el ambiente.
Él parece estar profundamente dormido; su piel está caliente, su cuerpo siempre está caliente... Cuando dormimos juntos, lo hacemos desnudos, y me encanta sentir su piel contra la mía; útilmente él no me permite ponerme nada, y le agradezco que quiera sentirme, de alguna forma, sin barreras. Mis partes bullen cuando miro hacia su rostro velado —es muy guapo, perfecto hasta cuando duerme —, y me doy cuenta de que este hombre es mi realidad y yo soy la suya. Ahora mismo debería estar durmiendo, exhausta, entre sus brazos, después de los múltiples orgasmos que se esmeró en darme; debería estar incluso embargada por su compañía y extasiada por su olor, pero, por el contrario, estoy pensando y repensando todo lo que hoy ha ocurrido. Me ha pedido que sea su esposa —toco el anillo que puso en mi dedo y me sonrío feliz y un poco incrédula—, algo con lo que he fantaseado desde que él decidió decirme a lo que puedo aspirar a su lado.
Pensar en que jamás tendremos un niño nuestro me hace entender lo mucho que lo quiero para renunciar a ello; estoy decidida a acompañarlo en sus miedos... en el fondo creo entenderlo; sin embargo, mi esencia no puede dejar de meditar cómo ayudarlo para superarlos. Mis dedos arden por acariciarlo, pero no deseo interrumpir su sueño; después del sexatlón que me ha regalado, es normal que esté rendido; como si de un lema olímpico se hubiera tratado, fue «más rápido, más profundo, más fuerte», sencillamente magnífico.
Lo admiro en silencio y, mientras más lo miro, más me enamoro de él. Mi hombre en la intimidad no es más que un niño dolido y herido. Cuando pienso por todo lo que tuvo que pasar con sólo cuatro años, un nudo se me atraviesa en la garganta y debo contener las lágrimas para hacer a un lado lo mucho que me afecta saber lo dañado que esos sucesos lo han dejado. Sin embargo, no está en mis planes defraudarlo, Christian jamás detectará ni un ápice de lástima en mi mirada... aunque, pensándolo bien, eso no me costará, porque, cuando lo miro y me mira, en lo único que pienso es en que me ame de la misma forma en que yo lo amo a él.
«Anastasia Grey.»
Cambio en mi mente mi apellido por el suyo y me gusta cómo suena; recuerdo que dijo que desea convertirme pronto en su esposa, y me parece bien, incluso no me importa tener una boda sencilla, no soy de grandes lujos y presumo que él no querrá un gran festejo. —Contengo mi risa—. Él es antifestejos cuando es el involucrado directo. No sé por qué, en este instante Kate se cuela en mis pensamientos, y debe de ser porque jamás creí que los momentos más importantes de mi vida no los compartiría con ella. Se me escapa un suspiro involuntario y Christian se rebulle, haciendo más fuerte su agarre, pero creo que continúa durmiendo, aunque entonces, de pronto, surge su voz pastosa.
—¿Qué ocurre, por qué no duermes?
—Lamento haberte despertado.
—Humm, no es nada. ¿Todo está bien?
—Sí, sólo me he desvelado; supongo que mi cuerpo está lidiando con la diferencia horaria de Barcelona.
—Ven aquí.
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Peligroso Amor©
FanfictionLa ordenada vida de la doctora Anastasia Steele de pronto se desmorona y se encuentra con el corazón destrozado por haberse enamorado del hombre que no debía. El reconocido abogado Christian Grey continúa sumando éxitos en su carrera, pero aunque lo...