Sobreseimiento
Suspensión, por parte de un juez o de un tribunal, de un procedimiento judicial, por falta de pruebas o por otra causa. (Derecho.)
————————————————Parecía una locura que todo hubiese terminado así. Había pasado una semana y Grey seguía sin tener noticias de ella. Lo consolaba saber que, tarde o temprano, la vería, ya que aún no se había llevado toda la ropa de su vestidor, y él no pensaba enviársela, pero también era posible que ella apareciera por allí cuando él no estuviera. El silencio, la soledad de su apartamento, lo desquiciaban, por eso intentaba pasar la mayor cantidad de horas trabajando. Cada vez que había intentado mandarle un mensaje o llamarla, había acabado arrepintiéndose, incluso no tenía sentido acampar ni frente al hospital ni delante de su casa... ella quería espacio; pues bien, se lo estaba dando. Si decidía que finalmente quería alejarse para siempre de él, lo respetaría; esta vez sí lo haría, aunque se le partiera el corazón en mil pedazos. Por supuesto que él no quería hacerle daño, y eso había dicho ella la noche esa en que la vio por última vez, que le hacía daño y que no podía con toda su mierda.
Llegó a su casa y, cuando estaba a punto de entrar en el garaje, vio un Ferrari California aparcando frente a su apartamento.
«Mierda, no puede ser cierto lo que estoy viendo.»
Frenó en la entrada y se bajó de su BMW. Caminó con determinación hacia el automóvil, abrió la puerta del copiloto, se inclinó... y el doctor Callahan lo saludó desde el sitio del conductor.
—Hola, Christian.
—Hola —respondió sin entender nada. Miró a Ana en busca de una respuesta.
—Mi coche no ha querido arrancar, se ha quedado en el hospital y, como venía hacía aquí, Brad se ha ofrecido a traerme. —La médica se desabrochó el cinturón de seguridad.
—Gracias —contestó Christian sin saber muy bien cómo tomárselo; él médico asintió con la cabeza.
—Nos vemos mañana, Ana.
—Gracias, Brad, hasta mañana.
Se saludaron y entonces Grey le tendió una mano para que Ana bajara. No sabía exactamente qué decir; resultaba extraño que él se quedara sin argumentos, pero lo había cogido con la guardia baja.
—Anastasia...
Musitó su nombre como un tonto, y el resto de las palabras se atoraron en su garganta.
—Entremos, Christian por favor —le pidió mientras se cerraba el abrigo y se encasquetaba el gorro de este—. Me estoy muriendo de frío; se percibe el olor a nieve, creo que esta noche tendremos una gran nevada.
Sus manos ardían por cobijarla contra su pecho, por proporcionarle calor con su cuerpo, pero se abstuvo.
—¿Entras por aquí? —le señaló la entrada principal—, ¿o prefieres que lo hagamos por el garaje?
—Por el garaje está bien.
Al llegar al apartamento, fueron a la sala y ambos se quitaron los abrigos. Ana tenía la piel tan blanca y transparente que en seguida se le ponía la nariz roja por el frío.
—Prenderé también la chimenea; así el ambiente se caldeará más y se te pasará el frío.
—Ya se me pasa, pero gracias.
—Estás temblando. —Christian frotó sus brazos y ambos capturaron la mirada del otro.
—Serviré café mientras tú enciendes el fuego. ¿Puedo?
—Claro, sabes dónde está todo. Yo serviré una medida de vodka para cada uno, eso nos ayudará a entrar en calor.
—No sé si podré beber eso, es muy fuerte para mí. —Ana arrugó la nariz y él quiso malditamente besar esas arruguitas.
ESTÁS LEYENDO
Peligroso Amor©
FanfictionLa ordenada vida de la doctora Anastasia Steele de pronto se desmorona y se encuentra con el corazón destrozado por haberse enamorado del hombre que no debía. El reconocido abogado Christian Grey continúa sumando éxitos en su carrera, pero aunque lo...