Motu proprio
«Por propia determinación», «por iniciativa propia» o «por impulso propio». (Derecho.)————————————————
Su móvil sonó, avisándolo de que un nuevo correo había llegado a su bandeja de entrada. Revisó rápidamente que no fuera información de último momento que le enviaba su equipo de apoyo, aunque estaba seguro de que no era así, porque lo tenía todo con él. De todas formas, lo hizo, ya que no sería la primera vez que aparecía algo en última instancia.
Sin embargo, el correo que había llegado no era sino el que había estado esperando durante toda la semana; sabía que ella aún estaba cabreada con él y por eso lo había mantenido en suspense.
«Nena, justo ahora que estoy a punto de entrar en un juicio.»
Los dedos le ardían por leerlo; sin embargo, debía concentrarse en la querella que debía enfrentar esa mañana y, además, quería estudiarlo con toda la concentración y profesionalidad con que siempre lo hacía. Si leía en ese momento el correo de Ana, no podría más que ponerse a pensar en toda la información vertida en ese e-mail.
Tras varias horas de audiencia, sólo anhelaba marcharse del tribunal. Montado en su coche, lo primero que hizo, antes de irse, fue leer el correo que Ana le había enviado por la mañana. Leyó punto por punto, desglosando cada palabra. Su cerebro se encontraba empañado por la ansiedad, y por el miedo; quería confiar en cada palabra recogida en esa información, incluso ella le había adjuntado toda la bibliografía donde él podía hacer su propia investigación. Se pasó una mano por la frente, mientras su dedo deslizaba la pantalla táctil, leyendo el extenso texto... cuando, de pronto, oyó que unos nudillos golpeaban su ventanilla.
—Perdone la intromisión, pero es que lo he visto desde el lugar de vigilancia —le explicó el empleado del juzgado— y, como hace rato que permanece sentado en el interior de su coche, creí que tal vez tenía algún problema para ponerse en marcha.
—Todo está bien —contestó saliendo de su abstracción—; sólo revisaba algo en mi móvil, gracias por preocuparse.
Se abrochó el cinturón de seguridad, arrojó el teléfono en el asiento del copiloto y salió de allí. Condujo entre el intricado tráfico neoyorquino. En la ciudad cada vez resultaba más caótico llegar a cualquier parte y, aunque pareciera increíble pensar en ver a Christian Grey subiendo al metro, lo cierto era que se estaba planteando seriamente empezar a cogerlo, para evitar el caos que significaba moverse en coche por Nueva York; sin embargo, sus pensamientos no estaban centrados precisamente en la circulación, sino en la decisión que debía tomar. Su imaginación corría veloz, intentando aclararse.
«Decídete, Christian. Vuelve a escuchar tu corazón, vuelve a dejar que él domine tus pensamientos; tal mal no te ha ido siempre que lo has hecho.»
Decidido a sacar todos sus sentimientos de su interior, continuó conduciendo al tiempo que conectaba su manos libres al teléfono.
—Christian, ¿ya has salido del juzgado? —Había estado esperando todo el día señales de él, pero sabía que tenía una jornada muy complicada, así que no había querido molestarlo.
—Estoy llegando a casa. He pensado que podemos irnos a pasar el sábado a Water Mill, ¿qué me dices? —Su corazón se ensanchaba con la anticipación.
—Me parece una idea estupenda, ya mismo me pongo a preparar nuestras maletas.
Christian colgó la llamada y sus intrincados pensamientos continuaron con zozobra.
«Sabes al dedillo que no necesitabas toda esa información para saber lo que quieres; sabes perfectamente que sólo estabas ralentizando una decisión que hace tiempo que tomaste y que, por cobardía, sólo has pretendido demorar.»
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Peligroso Amor©
FanfictionLa ordenada vida de la doctora Anastasia Steele de pronto se desmorona y se encuentra con el corazón destrozado por haberse enamorado del hombre que no debía. El reconocido abogado Christian Grey continúa sumando éxitos en su carrera, pero aunque lo...