El regalo
Lo que se da a alguien sin esperar nada a cambio, como muestra de afecto o agradecimiento.
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—Mientras se despiden, iré a por unos libros para leer durante el vuelo —anunció Carla al tiempo que se alejaba para que Christian y su hija se quedaran solos.
—No puedo creer lo rápido que han pasado los días; antes, cuando no estaba junto a ti, parecían no tener fin.
Ana los había llevado hasta el aeropuerto, a él y a su madre; ambos iban a coger el mismo vuelo para regresar a Nueva York.
—Lo que más me angustia es que no sé cuándo volveré a verte. ¿Eres consciente de cuánto voy a extrañarte? —continuó diciendo mientras mordía el labio inferior de la médica y la mantenía pegada a él sin ningunas ganas de separarse—. Echaré de menos pasar a buscarte por la clínica cada tarde.
—Mentiroso, lo que extrañarás es no poder controlar que nadie se me acerque cuando salga del trabajo.
—De todas formas, quien tú ya sabes está bien advertido. No quiero que te enteres por otra parte, pero ayer no me pude aguantar y...
—Y ¿qué?
—No te enojes, sólo ha sido un texto a su móvil.
—No entiendo por qué eres tan inseguro.
—No es inseguridad, es precaución.
—¿En qué lugar me dejas? ¿Acaso me consideras una ligera de cascos?
—No, Ana. ¡Mierda!, creo que esto de la sinceridad no funciona, no debería haberte dicho nada. Pero, aunque no lo entiendas, los hombres arreglamos las cosas así.
—Lo que no deberías haber hecho es enviar ese estúpido mensaje.
—No fue estúpido, fue muy elocuente; le advertí de que tengo mis ojos en su nuca y que, si se te acerca siquiera para preguntarte la hora, le romperé cada hueso de su cuerpo. Espero que haya entendido bien cada una de mis palabras, porque, si no, no me cansaré de patearle el trasero hasta que mi pie encaje por completo en su culo.
—Podría demandarte por amenazas, le has dado pruebas.
—Podría arrancarle la cabeza del cuerpo más rápido si lo hace; no te preocupes por eso, sé perfectamente cómo torcer los hechos para usar la ley a mi favor.
—No tienes remedio.
—Tus besos, tu culo, tu coño, tus tetas... son mi remedio para olvidarme de todo. —Le mordió el lóbulo de la oreja—. Tu sonrisa, tu olor. ¡Joder!, qué cursi estoy, pero no me importa. —Ambos se carcajearon.
—Ya estoy de regreso.
—¿Has comprado algo, mami?
Carla negó con la cabeza y les guiñó un ojo.
—Debemos pasar el control de seguridad y buscar la puerta de embarque, Christian. No queda apenas tiempo.
—Adiós, mamá.
Se abrazaron y su madre la besó mientras, disimuladamente, le hablaba al oído.
—Me parece bien que no te vuelvas con nosotros, es bueno que no se sienta tan seguro.
—Lo sé —le contestó a su vez en un susurro.
—Bueno, voy por delante para que podáis terminar de despediros.
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Peligroso Amor©
FanfictionLa ordenada vida de la doctora Anastasia Steele de pronto se desmorona y se encuentra con el corazón destrozado por haberse enamorado del hombre que no debía. El reconocido abogado Christian Grey continúa sumando éxitos en su carrera, pero aunque lo...