Capítulo 15 | Duda razonable.

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Duda razonable

Nivel de certeza que un miembro del jurado debe tener para encontrar a un acusado culpable de un delito.

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—Buenos días, soy la abogada Katherine Kavanagh y... necesito ver al señor Elliot Collins, del bufete Grey & Associates.

—¿Tiene usted cita, letrada?

—No, pero le agradecería que me anunciara y averiguara si es posible que el señor Collins pudiera atenderme; dígale a su secretaria que es por un asunto personal.

—Repítame su nombre, por favor.

—Katherine Kavanagh.

—Bien, aguarde un momento.

El portero del edificio llamó a la planta que ocupaba la firma de abogados y fueron instantes en que Kate sintió claramente la incertidumbre latente en su pecho.

—Un momento, por favor, están comprobando si el señor Collins la puede recibir.

Mientras esperaba a que la informaran, sonó el teléfono y el hombre le pasó la comunicación.

—¿Qué quieres, Kate? —Su tono era distante, áspero—. Tengo una semana complicada, en particular el día de hoy. Christian no está en el despacho y estoy sobrecargado de trabajo.

—Supongo que merezco tu rechazo, pero... necesito hablar contigo, Elliot.

Se produjo un instante de incómodo silencio, hasta que él respondió con fingida apatía.

—Pensaba que tú y yo no teníamos nada de qué hablar, Kate.

—Por favor. —Su voz salió suave cuando suplicó.

Collins se había rendido, con un notable suspiro.

—Sube; espero que sea algo importante, porque no estoy para perder el tiempo.

—Gracias.

—Pásame con José.

Kate le entregó el teléfono al portero y quedó esperando, luego éste colgó y le entregó una tarjeta de visitante, indicándole de inmediato adónde tenía que dirigirse. Al llegar a la planta de Grey & Associates, se dio cuenta de que estaba temblando. Se alisó el abrigo y se mordió el labio antes de entrar. De inmediato, la recepcionista le indicó cómo llegar al despacho de Elliot. Su secretaria, una pelirroja de ojos celestes, muy bonita y joven, la anunció al instante y la miró de una forma que le hizo suponer que estaba intentando, con mucha insistencia, saber para qué estaba ahí.

—Adelante. —Hizo un ademán con una mano indicándole el espacio situado detrás de ella—. Elliot, ehh... el señor Collins la está esperando.

«Así que tienes cierta intimidad con él; a otra con el cuento de que se te escapó la informalidad, zorrita... creo entender cómo conseguiste el puesto y, además, podría afirmar que sabes muy bien quién soy y quién he sido en la vida de Elliot. Ja, no me extraña, las secretarias deberían obtener el cargo de investigadoras jefe, siempre lo averiguan todo.»

—Muchas gracias. Podrías traerme un agua sin gas —miró su nombre en la placa que descansaba encima del escritorio—, Amelia. —Quería dejar claro su lugar.

—Por supuesto, señorita Kavanagh, en seguida se la traigo. ¿Desea algo más?

—Sí —dijo con una sonrisa de superioridad—; sostenme el abrigo. —Su voz salió de forma pedante mientras dejaba al descubierto su escultural cuerpo.

Peligroso Amor©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora