Capítulo 24 | Inimputable.

2.8K 249 24
                                    

Inimputable
Un sujeto inimputable es aquel que no es responsable penalmente de un ilícito que cometió, ya que no está en condiciones de comprender su manera de proceder o las consecuencias de éste. (Derecho.)

—————————————————
—Tengo una buena noticia. He conseguido los días para San Valentín. Estoy deseosa por usar nuestra tinta para el cuerpo —le comentó insinuante, mientras estaban sentados comiendo la cena. —Christian, ¿me estás escuchando?

—Perdona, estaba distraído. ¿Qué has dicho?

—Te decía que...

—Espera, Ana, quiero que me acompañes.

—¿Que te acompañe? ¿Adónde?

—Si salimos mañana a primera hora, estaremos muy temprano en Boston.

—Christian, ¿a qué quieres ir a Boston? Acaso... Oh, Dios, por eso estabas raro, ¿les ha pasado algo a los abuelos?

—No, no te angusties, ellos están bien. —Le apartó el pelo de la cara y se lo puso tras la oreja, la cogió de la barbilla y le habló en un tono que demostraba el pavor que estaba sintiendo—. Quiero ir a ver a mi madre, pero creo que solo no podré hacerlo.

Ana lo abrazó y él se aferró a ella como si fuera su salvación.

—¿Estás seguro? Estás temblando.

—Tengo que hacerlo. Tú tienes razón, debo hacerlo para saber si puedo continuar adelante y dejar de vivir en el pasado.

—Debes hacerlo porque ésa es tu convicción, no porque yo te lo haya dicho.

—Quiero hacerlo, Ana. —Se apartó de ella y la miró nuevamente a los ojos—. ¿Me acompañarás?

[...]

Llegaron al Aeropuerto Internacional Logan y luego buscaron dónde hospedarse. Las visitas al hospital McLean eran por la tarde, cuando los pacientes terminaban sus tratamientos diarios, así que debían hacer tiempo en algún lugar.

Christian, a pesar del frío, estaba sudoroso... y muy callado.

Bajaron del taxi frente a la fachada imponente del hospital y se cogieron de la mano. El sitio era el centro psiquiátrico más grande de la Escuela de Medicina de Harvard, y una de las filiales del Hospital General de Massachusetts.

—¿Estás bien, Christian? Recuerda que siempre podemos volvernos, si no quieres entrar.

—Quiero hacerlo; estamos aquí, y tú estás a mi lado.

Dentro del campus, caminaron hasta la casa Appleton, lugar de residencia para los pacientes mentales con enfermedades crónicas.

—Buenos tardes, Ella.

La demacrada mujer estaba sentada frente a un ordenador, en un pequeño escritorio que formaba parte del dormitorio.

—Doctor, ¿qué pasa? Ya ha terminado mi terapia diaria y, además, hoy es jueves, ¿por qué está aquí?, ¿o estoy equivocada con los días?

Su voz sonaba áspera y se sentía confusa. Hablaba muy lentamente, como pensando más de la cuenta las palabras que salían de su boca, aunque en realidad todo era producto de la medicación que le suministraban.

—No, Ella, no te equivocas, pero quería ver cómo estabas.

La mujer se encogió de hombros.

—No estoy en la cama, aunque tengo muchas ganas de meterme en ella y no levantarme más. Hoy no quería vestirme, pero me han obligado a ello.

Peligroso Amor©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora