—¿Porqué te sientes rara?—me pregunta Leyna—¡Seth es el primer novio formal que tienes!—ruedo los ojos al escuchar la exclamación de mi amiga pelirroja. Técnicamente Seth si es mi primer novio en toda mi vida— ¿acaso quieres terminarlo?
—¿qué cosas dices?— pregunto— no, Leyna... no quiero terminarlo—me río—solo te estoy contando que me siento rara cuando el me dice preciosa
—ya lo sabia—se comienza a reír— me lo vienes diciendo desde que empezaste una relación formal con el—toma un sorbo de su café. Estamos en una cafetería cerca de el trabajo, tengo la hora de la comida junto con mi mejor amiga.
—¿y tú, para cuando el novio?— ella niega con la cabeza mientras deja su café a un lado
—aveces siento que me han quitado algo muy importante de mi— la miro, es justo como yo me siento... la mayoría del tiempo— una de esas cosas es a alguien pero, por el momento no quiero tener novios— me sonríe—deberías de disfrutar que tu tienes a alguien quien daría su vida por ti
—no exageres, un hombre no moriría por mi—me río pero al final, me quedo callada. Miro hacia la ventana, hojas de otoño comienzan a caer y sin que pueda evitarlo, un mal presentimiento se avecina. Cierro los ojos fuertemente... no quiero pensar en que algo malo va a pasar. Mi amiga y yo seguimos platicando de cosas triviales, un ejemplo es que Alex y Hayley llevan una bonita relación de diez años aveces pienso que... bueno, ellos nacieron para estar juntos. No he sabido nada de Morgan desde que me gradué en Eastwood, iba a pedir plaza en una universidad de Nueva York pero, los gemelos me necesitaban. Aún sigo buscando a su padre, lo único que se es que se apellida Stargell... hay millones de personas en el mundo... ¿cómo mierda voy a encontrar a un chico que dejo embarazada a mi hermana y después se marcho?
En fin, termine estudiando en la universidad estatal de Portland y, aunque esos cuatro años fueron muy duros para mi, ya que eran cuatro horas de trayecto a la universidad, cuidar a los gemelos, hacer de comer, limpiar. Mi padre trabaja y también me ayudaba viéndolos todo el fin de semana que yo estudiaba y también trabajaba. Y así fue mi vida durante cuatro años de carrera y aunque no se como pude sobrevivir... me alegro y me enorgullezco por salir adelante.
Cuando al fin me gradué mi suerte cambio ya que, a mis apenas 22 años en ese entonces un señor alto, canoso pero en forma, vio mis pinturas que exhibía mi universidad y se enamoro de ellas. El, era dueño de un local de pinturas. Me ofreció trabajo. Trabaje durante tres años ahí, hasta que llego la oportunidad de mi vida, ofrecían trabajo en la editorial más prestigiosa de todo el norte de Estados Unidos. Decidí intentarlo y pude quedarme con un puesto decente y bien pagado como recepcionista.
Pintaba en mis tiempos libres de la comida o simplemente para matar tiempo y el jefe del departamento de publicidad se fijo en mi. Pidió ver mis dibujos y yo se los enseñe, me cambie de recepcionista a dibujante de bocetos, cinco meses después a dibujante de primeros planos y un año después... jefa en publicidad de la editorial. Hago todas las portadas junto con Seth, Leyna y el chico que se fijo en mi una vez y que sin el todavía estaría en la recepción, Peter. La verdad es que no es un chico, tiene cuarenta años y me envidia por verme como su hija de quince años.
Reviso mi teléfono por costumbre, casi diario me llaman por los gemelos de que algo han hecho. Sorpresivamente, no hay ningún mensaje y suspiro de alivio. Pagamos todo el café y nos dirigimos al trabajo, justo cuando doy un solo paso en el edificio unos brazos fuertes me reciben en un cálido abrazo, acompañado de un beso. Seth.
—¿y eso porqué?— me río, viéndolo a sus ojos azules. Seth me sonríe.
—¿no puedo besar a mi novia?—me da unos cuantos besos más— cariño, no se que haría sin ti— lo beso y espero a que mi boca se digne a contestarle pero no lo hace. No puedo decirle lo mismo... es como si me quemaran las palabras.— de hecho, solo vine a decirte que un socio de la editorial viene para hacer el encargo de unos libros... Peter dijo que eres la mejor en esto
—¿enserio?— trato de no gritar de la emoción— ¿donde están?— Seth me sonríe y me encamina hacia la sala de juntas, que literalmente tengo que subir solo dos pisos para llegar ahí. Mi corazón late muy rápido, esto es una gran oportunidad. Cuando llegamos, Peter nos dice que podemos pasar con un asentimiento de cabeza. No hay nadie más que el.
—querida Alaska— sonríe— ire directo al grano— me pide que me siente y eso hago—una familia que es nuestro mayor fuente monetaria quiere pedirte una portada para uno de sus libros— sonríe— quiere que tú, la hagas— asiento, como una niña— si le gusta y al momento de ser exhibida con el mundo le agrada te piensa pagar a ti y a todo tu equipo una gran suma de dinero— frunzo el ceño
—¿de que trata la obra?— pido
—todo a su tiempo— me señala atrás de mi y siguiendo eso, me volteo.
Me encuentro con un joven que viene de traje, no tendrá más de veinticinco años. Su cuerpo esta bien torneado, si piel es bronceada. Su mandíbula es sumamente marcada dandole una cara malévola. Su cabello es cobrizo oscuro y lo lleva desordenado pero hasta eso, se le ve bien. Mi sentido de alerta se activa en el momento en que fijo mi mirada a sus ojos. Son de un color azul claro puro... yo he visto esos ojos antes, yo he visto ese tono antes. Pero, ¿en quien? y definitivamente hice bien en ponerme alerta ya que, cuando sonríe me dan escalofríos. Su sonrisa es de autosuficiencia, como si ya esperara mi reacción pero, lo que más me distrae... lo que más me pone tensa es que refleja maldad. Sus cejas se fruncen al momento en que me mira pero solo es en un momento por que vuelve a su sonrisa siniestra. Y sin embargo, es guapísimo. No puedo dejar de ver su nariz y sus labios por que son exactamente iguales a los míos.
Y, entonces habla. Su voz es aterciopelada pero... mierda, hay algo en su voz que hace que mis sentidos se disparen, estén alerta.
—un gusto, Alaska Stone— me mira y aunque me crean loca, estoy segura de que por un segundo sus ojos se volvieron amarillos. Parpadeo varias veces para ver bien pero vuelven a su azul claro— mi nombre es Ares Cox.
Y es ahí, cuando ese simple apellido detona por completo la alerta en mi sistema.
He oído el apellido Cox... ¿Quien se apellida así y por que me da tan mala espina?
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Maldita Realidad #2 (DISPONIBLE EN FÍSICO)
FantasyCon sus recuerdos borrados, dos niños que cuidar, enemigos a la vista y una verdad que descubrir, Alaska Stone no sabe porque es adicta al olor a vainilla... porque siente que la vigilan y sobretodo, porque dibuja un par de ojos oscuros todos los dí...