—No tenías que acompañarme, Seth— mi novio hace un ademan con la mano quitándole importancia. No lo quiero decir pero gracias a el estoy a dos minutos en el hospital donde están los gemelos. Aún seguían algunos periodistas fuera de la editorial pero Seth supo evadirlos.
Ahora estoy aquí, con el corazón latiendo a un ritmo descomunal.
Una vez que Seth aparca el auto en un sitio salgo lo más rápido que puedo. El edificio donde están es en donde trabaja mi mejor amigo y doy gracias a que me lo se de memoria. Es tenebroso por fuera ya que la pintura blanca es tan desgastada que juraría que el edifico de dos plantas tiene cien años. Entro agitada hacia la recepción que, no esta llena de gente. Solo hay varios chicos que parecen tener menor edad que yo.
Odio los hospitales, me ponen muy triste.
Una vez que llego a la chica que atiende me mira con cara molesta.
—no hay visitas hasta la seis— responde, sin mirarme y yo trato de no saltar hacia ella y estrangularla en su cuerpo pequeño y gordo
—¿es enserio?— pregunto, con mi voz temblando—¡no vengo a visita!—gruño—y por dios, son las seis menos cinco— reprocho— es una emergencia, mis sobrinos están aquí
—lo siento pero...—pero, una voz sumamente conocida la corta
—Evans, ella es la otra tutora de los gemelos Stargell—mi mejor amigo pone los ojos en blanco. Se ve perfectamente estricto con su bata de doctor— viene conmigo
—¿y el otro?—pregunta la tal Evans que, es una mierda en su trabajo. Aunque, cambia ligeramente el tono de su voz al hablar con Alex. Le gusta mi amigo.
—entra tú, Alaska— Seth interrumpe y me muerdo el labio, casi me olvido de que estaba atrás de mi—te espero aquí— el me muestra una de sus increíbles sonrisas y desaparece por la cafetería del lugar
—por aquí, Stone— Alex me señala un pasillo largo y le sigo. Cuando llegamos a una puerta de madera me hace pasar.
Mi padre deja de mirar a donde sea que estaba viendo para darme una de sus miradas típicas... confusión. Las arrugas alrededor de sus ojos me hacen darme cuenta de que pronto cumplirá los cincuenta años. Su cabello canoso y su cuerpo cansado delata su edad avanzada y sin embargo sigue estando muy guapo. ¿Cuánto tiempo me queda con el?
—¿Qué les paso?— pregunto y Brent solo me señala lo que estaba viendo hace unos segundos. Los gemelos. Están sentados en una cama típica de hospitales.
Ambos visten igual, su cabello desordenado, Sean comiendo una manzana y Ocean leyendo un libro, el de esta mañana. Cumbres borrascosas. Ambos levantan su mirada al mismo tiempo y solo corro a abrazarlos.
Me mato si les pasa algo.
—¡Me pegaron un susto de muerte!— digo, mientras ambos me envuelven en un cómodo abrazo—¿qué ha sucedido? ¿no les paso nada? ¿quien fue? ¿necesitan algo?— me separo y se que los he aturdido con demasiadas preguntas. Ocean es el primero en hablar
—no, nos paso nada—responde— Alex dijo que estábamos bien, yo confío en el— asiento— y si, necesito leer el epílogo de Princesa mecánica— se excusa y definitivamente no se si reír, llorar o arruinarle la saga de cazadores de sombras. Opto por reír.
—¿enserio me estas preguntando por eso?— me río— estas leyendo Cumbres borrascosas...
—¿y?— pregunta, con sus ojos azules mirándome—¿no puedo leer dos libros al mismo tiempo?—su ceño se frunce
—ambos no tienen nada pero la escuela los obliga a revisarlos para descartar cualquier tipo de daños— interrumpe Alex frotándose la cabeza— venga, Sean... cuenta que ha pasado
—¿y porqué yo?—pregunta el con sus ojos escrutando a Alex
—por que, chiquillo del demonio—responde Alex— si no te oigo hablar, deduciré que estas haciendo una travesura por el hospital... no me sorprendería que quemarás el lugar donde trabajo— la sonrisa de mi sobrino se agranda
—lo tomare en cuenta— guiña el ojo y no puedo creer que si haya pensado en eso— estábamos en receso cuando dos chicos de secundaria comenzaron a molestar a Ocean por que estaba leyendo— escucho, atentamente—Ocean y yo los enfrentamos y el más grande, Mike... golpeo a Ocean y el otro Joy, me soltó un golpe a mi— dice, con toda tranquilidad del mundo— y después, cayeron como niñas llorando— frunzo el ceño, ¿cómo es posible?
—cuenta lo que me has dicho a mi, Alex— pide mi padre y mi mejor amigo asiente
—ambos chicos están en el piso de arriba, con la mano rota— explica— concuerdan con la versión de los gemelos... solo dijeron que al impactar su mano con ellos, sintieron como si le estuvieran dando un golpe a cemento
—¿me podrías explicar...?—pregunto, de nuevo— entiendo todo eso pero, el hecho de que se rompieron la mano con solo tocar a los gemelos se me hace...
—¿irreal?— pregunta Alex— lo se y han mandado a un especialista...
—¿tú no eres doctor?— pregunto con ironía
—lo soy, pero mi especialidad es en cirugía y pediatría... este es del cerebro y sus derivados, además de piel
—¿qué tiene que ver con mis sobrinos?—pregunto
—el especialista descartará que sea un problema del cerebro y si es así, solo es un problema de piel o de huesos...—explica mi mejor amigo... no creo en que sea un problema de la piel o de huesos, hay algo más—llegará en unos minutos
—¿porqué tengo que pagar los gastos de esos chicos ignorantes?— gruño pero controlo mi lenguaje en frente de Sean y Ocean
—la escuela cree que los gemelos iniciaron—suspira— serán trescientos dólares
—¿en total?
—cada uno— responde Alex y gruño
—¡no les rompieron todo el cuerpo!— reprimo— bien—suspiro, dándome por vencida. Cuando estoy sacando el dinero de mi cartera, un ruido en la puerta hace que interrumpa todo lo que estaba haciendo. Mi padre se para un momento y sale a atender. La voz es profunda pero no logro distinguir de quien es.
Hasta que, da un paso al frente.
Todo el mundo o por lo menos, todo a mi alrededor se detiene cuando mi vista recae en el chico que tengo en frente mío. Su cabello es oscuro, de un café maravillosamente familiar, desordenado y peinado de todas partes. Su nariz es respingada y con pecas, sus labios son rosados y delgados. Lleva una barba ya notable y le queda perfectamente, lleva unos lentes gruesos que lo hace ver intelectual hasta el máximo significado de la palabra. Lleva una camisa de cuadros color azul que se pierde en unos pantalones negros. Se nota que tiene un abdomen marcado. Sus ojos, son de un café miel. Es sumamente guapo pero, el no despierta nada en mi. Lo que si esta presente es la familiaridad que emana. Cuando me mira quiero preguntarle por que ha dejado de sonreír ha tener la boca completamente cerrada y con sus facciones sorprendidas. Pero, las palabras se me atascan. Y, sonríe... como si estuviera feliz de verme, como si me conociera de años atrás.
—Hola, mucho gusto— su voz activa algo en mi cabeza, un sentimiento... calidez y familiaridad— mi nombre es Asher Dallas.
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Maldita Realidad #2 (DISPONIBLE EN FÍSICO)
FantasyCon sus recuerdos borrados, dos niños que cuidar, enemigos a la vista y una verdad que descubrir, Alaska Stone no sabe porque es adicta al olor a vainilla... porque siente que la vigilan y sobretodo, porque dibuja un par de ojos oscuros todos los dí...