Toda la gente aplaude cuando entro a la mansión de John, están todos mis familiares, amigos cambiantes y cambiantes desconocidos. Todos los cambiantes que quedan en el mundo que son menos de 50, están aquí festejando la paz, festejando que ya todo acabo. Después de que nos feliciten y den las gracias abrazo a mi madre, ella me sonríe
—estoy muy orgullosa de ambos—dice una vez que se acerca también Asher— le han dado una esperanza, algo por el que vivir a todos los cambiantes... nos han salvado— lágrimas de felicidad caen por el rostro de mi madre, Asher corre hacia Leyna y la besa como nunca antes lo ha hecho. Yo, dejando atrás todo el ruido y festejo de afuera me adentro a la habitación donde tienen a mi chica.
Cierro con cuidado la puerta, me encuentro con el señor Brent cuidando de ella. Tiene unos cuantos rasguños pero nada grave. Miro a mi chica.
Se me corta la respiración.
Tiene un gran corte en su hermosa cara que comienza a cicatrizar, sus labios están hinchados y morados, varias quemaduras en su cuello y pecho, tiene una bata azul como en los hospitales y puedo ver la gran cicatriz que tiene en las costillas. Frunzo el ceño mientras miro sus piernas con moretones y cicatrices.
Exactamente donde tengo la piel quemada ella también la tiene sólo que ahora, solo es una mancha color café en línea recta, deformada de algunas partes que llega desde la cien hasta el mentón, cruzando toda su mejilla derecha. Si me miro al espejo, yo también la tendré.
—le rompieron las costillas, John la tuvo que operar porque una de ellas se incrustó en su intestino, iba a morir por que comenzó a desangrarse—suspira y desearía estar en su lugar, no me gusta ver a Alaska así. No puedo verla así sin sentir culpa, no puedo verla así porque toda esta victoria no significa nada si no esta ella a mi lado
—necesito hablar contigo sobre el estado de salud de Alaska— interrumpe John metiéndose a la habitación
—al grano y dime que puedo hacer para ayudarla—gruño, tocando su mejilla y sentándome al lado de ella
—llegaron justo a tiempo, pude salvarla— dice John—gracias a la curación rápida, ya no se ve tan mal—tuerzo mis labios—el problema es que tuve que operarla de emergencia y me costó mucho trabajo no dañar al bebé—se calla y mi cuerpo empieza a temblar
—por favor... dime que...—siento el nudo en mi garganta
—el bebé esta muy débil, no se si sobreviva— las lágrimas salen de mis ojos—el bebé aún no cumple el primer mes pero necesita un cuerpo fuerte y Alaska no puede dárselo— siento como se me cae el mundo—a menos que tenga un proceso de curación más rápido... podrá sobrevivir— cierro los ojos... no, no, no—no tengo muchas esperanzas, Scott—agrega y sale de la misma habitación y es entonces, solo entonces cuando me permito llorar, no puedo parar las lágrimas, no puedo parar de sollozar al lado de su padre
—yo tuve la culpa— gruño— yo no estuve con ella, fue mi culpa
—Scott, no fue tu culpa— la mano del señor Stone toca la mía en señal de apoyo— me alegra saber que Alaska te tiene a ti y necesito que me prometas algo— yo lo miro con los ojos llorosos y lo miro a sus ojos azules, recuerdo la vez que lo conocí... esos ojos azules me miraban con rudeza y más aún porque me senté a desayunar con Alaska. Brent no ha cambiado nada a pesar que ya casi cumple los 50 años— cuando yo no este, promete que la cuidarás lo mejor posible— pide— si no, yo mismo me levanto de entre los muertos y te llevo conmigo—no me río pero logra sacarme una sonrisa
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Maldita Realidad #2 (DISPONIBLE EN FÍSICO)
FantasyCon sus recuerdos borrados, dos niños que cuidar, enemigos a la vista y una verdad que descubrir, Alaska Stone no sabe porque es adicta al olor a vainilla... porque siente que la vigilan y sobretodo, porque dibuja un par de ojos oscuros todos los dí...