Con sus recuerdos borrados, dos niños que cuidar, enemigos a la vista y una verdad que descubrir, Alaska Stone no sabe porque es adicta al olor a vainilla... porque siente que la vigilan y sobretodo, porque dibuja un par de ojos oscuros todos los dí...
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—Gracias por su compra, señora Dallas—me entrega las llaves de la nueva camioneta— espero que a su esposo le guste, buen día— le sonrío mientras me subo a la nueva camioneta que le he comprado a Scott. ¿Qué esperaban? ¿qué me quedará sentada viendo como me compraba cosas? pues no, he decido agradecerlo con una nueva camioneta es color negro, una suburban. Es muchísimo más grande que la hummer, además de que esta es blindada. Voy con una sonrisa mientras manejo hacia la casa de Leyna, quedamos de vernos para comer con Hayley ya que Scott ha ido a trabajar y los niños están en la escuela.
Lo único bueno es que la casa de Leyna esta cerca de la mía así que llego en quince minutos. Su casa es mediana, tiene dos habitaciones normales donde como es hija única tiene su cuarto propio, cuando estábamos en Eastwood la otra habitación la ocupaban sus padres pero, los mismos le han dejado la casa y se han ido a Texas. Desde hace años vive sola pero se, que Asher se la pasa con ella cuando no esta trabajando. Aparco en la calle y me bajo de la suburban, Leyna me recibe con una sonrisa y me deja pasar, la sala esta ocupada por sillones color beige y en el centro había una mesa pero ha sido remplazada por unas almohadas gigantes que en una de esas esta Hayley comiendo palomitas, la saludo mientras me siento a su lado y Leyna me da mis palomitas ella se nos une.
—¿cómo la estas pasando recién casada?—pregunta Hayley y yo me río
—de maravilla— contesto
—veremos la película de diario de una pasión— informa Leyna y le pone play
—chicas, lo mas seguro es que me mude—suelto y ambas se me quedan viendo
—lo imaginábamos— responde Leyna— eres casada y no es normal que estando casada sigas viviendo con tu padre—me río—no te preocupes, tal vez Asher y yo nos mudemos también... no estoy segura—alza los hombros quitándole importancia
—solo visítame seguido y por favor, cuando me muera—trago saliva ante lo que dice Hayley— me maquillan muy bien no quiero que nadie me vea mal ni en mi muerte— las tres nos reímos, Leyna me pasa un poco de queso para nachos.
Pero, cuando me lo da y me llega el olor mi estómago ruge... tengo ganas de vomitar. Voy a vomitar. Me levanto rápidamente sorprendiendo a las chicas pero sin importarme nada y con la mano en mi boca, corro lo más rápido posible al baño.
Apenas llego cuando vomito, vomito todo. El sabor ácido se dispara en paladar y el dolor sigue. Carajo. Ambas chicas están en la puerta mirándome preocupas, cuando termino me siento en la tasa.
—Leyna, creo que el queso para nachos estaba pasado— gruño, sobándome el estómago la pelirroja frunce el ceño mientras se me acerca
—Alaska, el queso lo compré ayer— anuncia y frunzo el ceño
—entonces...—comienzo pero mi vista viaja al tocador de Leyna, descansa su cepillo de dientes, peine, jabón y las toallas sanitarias.
Toallas sanitarias... hoy estamos a 19 de febrero. Tengo un retraso de 6 días.
