C11: Devolver la vida

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Siempre me he preguntado por que tengo los ojos verdes con motas rosas y rojas, de pequeña recuerdo que eran solo verde brillante

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Siempre me he preguntado por que tengo los ojos verdes con motas rosas y rojas, de pequeña recuerdo que eran solo verde brillante... ahora, no encuentro explicación alguna del por que son así. Pero, agradezco ya que combinan con mi vestido color negro, lo compre en una tienda por el centro de Seattle, es largo y tiene un escote pronunciado pero no me molesta mucho... nunca he tenido grandes atributos. Me doy una palmada en la espalda por los tacones que llevo se, que por mi altura me favorecen mucho pero con el paso de los años he tenido que ir a tanta entrevistas y en el mismo trabajo tengo que ir formal, me he acostumbrado a llevar tacones altos. Hoy, no es la excepción, mis tacones son muy altos de color negro... me siento alta y lo mejor, ya soy una experta caminando en tacones. Me miro al espejo de mi habitación, todas mis cosas están regadas junto con bocetos para la portada de Ares Cox.

Comienzo a maquillarme un poco, casi nada. Solo me pongo rímel en las pestañas, labial rojo y rubor. Extraño tener mi piel bronceada pero ahora, parezco un fantasma andante, frunzo el ceño al recordar que aunque he estado horas en la playa a pleno rayo del sol, mi piel no paga las consecuencias, sigue estando ceniza... apagada. No puedo quitarme de la cabeza pensar que no tengo vida. Dejo mi cabello negro carbón al natural. Meto mi celular en una bolsa de mano que traigo junto con un poco de dinero y las llaves de la casa.

—te vez muy hermosa— una voz rasposa interrumpe en mi habitación, mi padre. El, se abre paso hasta sentarse en mi cama.

—lo dices por eres mi padre— sonrío, todavía sigo creyendo que es muy guapo pero con algunas canas y arrugas más... es normal, casi cumple los 50

—lo digo por que soy el hombre de tu vida— bromea— no Seth, no nadie— me río

—algún día me casaré, tendré hijos— le informo y Brent Stone hace una mueca de desagrado

—dime por favor que no estás embarazada— ruega

—¿qué? ¡no!—el suspira, de alivio

—¿cómo le pondrías a tu primer hijo?— pregunta mi padre

—aún no lose, es muy temprano para decirlo— me río

—ponle como mi padre, el te quería muchísimo— sonrío, el abuelo Harry siempre me daba galletas y leche a escondidas. Le quería muchísimo pero la vejez se encargo de el

—te juro que le pondré Harry— prometo, con una sonrisa—¿porqué me pusiste Alaska... y a Grecia?— pregunto, con curiosidad y cautela

—a Grecia le pusimos así por que ahí conocí a tu madre— sonríe por el recuerdo y yo trato de entenderlo pero mi cabeza no puede aceptar que mi madre se haya ido— tú madre te puso Alaska por que según Adán nombra a sus hijos con algo referente a la época o estado donde nacieron—frunzo el ceño, confundida— yo nunca lo he leído en la biblia pero... si ella lo dice... esta bien— se ríe— yo te pensaba poner como tú abuela, Leah— suspiro, hubiera sido más fácil llamarme Leah... me habría ahorrado las burlas de todos

Maldita Realidad #2 (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora