El misterio entre Alex y Murphy.

Capitulo 51: Una cita con Murphy.

~ ALEXANDER ~

Esto era bastante raro, Murphy se mostraba amable y cariñosa. Esta no es mi novia sin duda alguna, alguien igual a ella cambio de roles con Murphy.

—¿Estás bien? —le pregunté.

—¿Estoy actuando muy rara no?.

Asentí.

—Bueno, seré igual de agresiva que antes —afirmó.

—Creeme, te prefiero así, es lo tuyo.

Estaba tomando su mano mientras tomabamos una malteada y mirabamos las vidrieras con ropa en exposición, luego simplemente nos sentamos en un banco a ver a un chico cantar y terminamos jugando una guerra de pulgares, donde descubrimos que la mano de Murphy era muy pequeña.

—No, basta Alexander ¿Desde cuando eres un ser humano malvado? —preguntó ocultando sus manos y comencé a hacerle cosquillas—. No, no, no, lo cruel es lo mio.

—Vamos, pero son como manitos de bebé.

Eso la hizo reir aún más que las cosquillas y me seguí burlando de ella, hasta que ser hartó y me golpeó, pero digamos que sus golpes nunca son en broma, y a pesar de que su mano sea pequeña golpea bastante fuerte.

Cuando comenzó a oscurecer Murphy siguió queriendo caminar, y terminamos en la plaza jugando en los juegos de los niños, hasta que un señor nos regaño y dijo que nos fueramos.

—Tonto señor —murmuró Murphy rodando los ojos—. Estaba feliz en el tobogan.

—Lo sé perfectamente —sonreí y besé su mejilla, ella no se incomodo, es más, abrazó mi cintura—. ¿Quieres ir por un helado?.

—Si, justo iba a decir eso —respondió.

Yo queria uno de fresa y ella uno de vainilla, por lo cual se burló de mi gusto de helado todo... el rato que nos lo pasamos comiendolo. No le veia lo gracioso, solo era fresa.

—¡Solo es fresa! —me quejé.

Mi repentina irritación la hizo sonreir.

—No te enojes —pidió.

No respondí.

—Alex... —insistió—. Dios Alexander, era una broma.

Seguí sin responder y ella rodó los ojos, estaba molesta, fue entonces que besé su mejilla y ella se pasó la mano por la cara.

—No, por ser un desgraciado —respondió.

—No te puedes enojar si yo me enojé primero.

—Si, si puedo —insisitió y la besé.

Fue un beso corto y especial, porque cuando me separé Murphy aún tenia los ojos cerrados y luego simplemente sonrió.

—Detesto que hagas eso —murmuró—. Intento odiarte Alexander, así me lo haces...

—¿Imposible? —interrumpí.

—No, simplemente... más largo.

Ella terminó su helado y apoyó su cabeza en mi hombro en la espera de que terminara el mio, por lo cual lo termine más lento simplemente porque me gustaba estar así, con ella y su cabeza en mi hombro, ambos sentados en el pasto y yo con mi helado en mis manos.

Era especial, único, como esos pequeños recuerdos que cuentas cuando eres adulto y vuelves a sentir la emoción de ese entonces. Fresca, romantica, única... eso y mucho más eran la descripción de los momentos que pasaba con Murphy.