Los ojos azules de Lili brillaron de satisfacción.
— Así que lo has notado.
— Claro que lo he notado. Si, todavía hay pulso. Aún no estoy muerta — Me había fijado en mucho más de lo que habría querido mientras lo desataba....
— Me alegra oírlo. Últimamente no estaba demasiado segura.
— Muy graciosa, abuela — aquello serviría de venganza. Cuando fuimos a vivir con Lili a los dieciocho años ella solo nos impuso una regla: que nunca la llamaramos «abuela». Su vida social era demasiado agitada como para soportar esa forma de identificación.
— ____ Emma Benson...
Oh, Dios. Cualquier cosa antes que mi nombre completo.
— De acuerdo, de acuerdo. Tregua. El caso es que el señor McCann me parece un niñero un tanto extraño.
Lili se frotó las manos.
— Ojalá tuviera que cuidarme a mí. ¿Has visto ese pecho y esos hombros, querida? Pero claro que los has visto. Y esos ojos miel... Me recuerdan a esos encantadores pendientes que me regaló mi segundo marido para nuestro primer aniversario. ¿O fue mi primer marido para nuestro segundo aniversario? El caso es que son encantadores. Y su pelo rubio me recuerda a ese abrigo de visón que utilizaba antes de que esos protectores de los animales nos dijeran que no deberíamos llevarlos.
Me había fijado. Como ya había dicho, no estaba muerta. De hecho, había estado a punto de comérmelo con los ojos cuando la policía se había ido.
— ¿Pendientes y un abrigo? ¿Quieres ponértelo, o admirarlo?
Lili guiñó un ojo de forma sugerente.
— Si tuviera treinta años menos haría ambas cosas, querida. Pero supongo que tendré que dejar que lo hagas tú por mí. Tengo la sensación de que deberías ir a por él.
Seguramente, Lili tenía más probabilidades con él que yo sin necesidad de quitarse treinta años de encima. Yo no poseía una faceta romántica y seductora en mi pragmático cuerpo.
— ¿Qué edad le calculas? ¿Entre viente y treinta? No lleva anillo de casado. ¿Crees que es gay?
— Ponte al día, nena. Puede que sea niñero, pero no es gay — Lili agitó su corta melena pelirroja —. Confía en mí, querida. Entiendo de estas cosas, y apostaría cualquier cosa a que no es más gay que tú o que yo.
La última frase fue casi gritada. A pesar de mi radar interno y de otros atributos, a los setenta y tres años el oído de Lili no era tan fino como solía, lo que hacía que a veces hablara más alto de lo debido.
Unos pasos se detuvieron ante la puerta de Adriana. Una ligera llamada precedió a la entrada del propio niñero McCann. No había duda de que Lili tenía razón: aquel hombre estaba como un tren. Incluso con una camisa puesta y la obra de arte en que se había convertido su rostro. Una mirada a sus ojos color miel me cercenó cualquier esperanza de que no hubiera escuchado el último comentario de Lili. Y note que mis mejillas una ves más en las utimas horas se tornaban en tono rojizo. Lo senti por el calor que corria en mis mejillas.
— Gracias por hablar sobre el primo Kevin conmigo, Lili — dije, en un vano intento por disimular.
— Disculpen la interrupción, señoras. Solo quería saber qué tal estaba Adriana — el niñero se acercó al rincón en que la niña jugaba con sus ositos. Y se agachó junto a ella.
— Tenemos que hablar sobre lo que ha pasado antes, Adri — dijo en tono paciente.
Adriana sonrió y se metió un dedo en la nariz.
— No estás enfadado. Estás contento, ¿verdad? Tía ____ acaba de preguntarle a Lillie si eras gay. Lilie ha dicho que no. Gay significa contento, ¿verdad?
Ayy no. Adriana y su bocota. Deseé en ese instante que me tragara la tierra, pero mi deseo no se cumplió. Segui sentada sobre la cama con una sonrisa petrificada en mis labios.
— Adri es una niña tan lista... ____ acababa de mencionar lo agradable que había sido su actitud después de lo que le habían hecho pasar los niños y eso nos ha llevado a hablar del primo Kevin — dijo Lili.
McCann se encogió de hombros, evidentemente cómodo con su propia sexualidad, y volvió a prestar su atención a Adriana.
— Estoy tan contento como una almeja. Pero creo que vamos a establecer una nueva regla. Es mucho más divertido que todos participemos en los juegos. Así que la nueva regla consiste en que nunca van a volver a atar a nadie más, ¿de acuerdo?
— De acuerdo.
Un ruido procedente del pasillo interrumpió la conversación. El ruido fue seguido de un apagado cántico.
— Fuera. Fuera. Fuera. Fuera.
Adriana empezó a saltar de regocijo.
— Emily se ha despertado. Eso significa que quiere que vaya a sacarla de la cuna, señor McCann.
Me preparé para lo peor. Leo y Adriana eran muy traviesos y habían enseñado a Emily todo lo que sabían.
Sigan babys ♥ ---->>