— Por supuesto.
El niño se levantó, fue a por el sirope, sirvió una generosa cantidad sobre su pudin y luego eructó sonoramente.
— Cinco....
Adriana aplaudió a la vez que Leo protestaba.
— No es justo. A Adri también le has dado un cinco y el mío ha sido más fuerte.
— Pero Adri es más joven que vos. Sé que eres capaz de hacerlo mejor — Leo y yo habíamos alcanzado una tregua tras el tortuoso comienzo de nuestra relación. Yo había reconocido a luces todos los síntomas de un niño que necesitaba un modelo masculino que estuviera con él más a menudo que su padre. Yo sabía muy bien lo que se sentía siendo un niño desesperado por obtener la atención de su padre. Asi que porque no amarrar los hilos con Leo. Si no puedes con el enemigo uneteles.
— De acuerdo.
— ¿No crees que deberías disculparte, Leo? — preguntó la tia con una ceja alzada.
O mierda, si a parte de agria tambien era quisquillosa. Buff si era una estirada con todas sus letras en mayúscula y negrita.
— Nos estamos entrenando — contradijo Adriana de inmediato —. El señor Justin está juzgando nuestros eructos. Es nuestro mental.
— Mentor. Es nuestro mentor, Adriana —corrigió Leo, que, evidentemente, aún estaba molesto por el hecho de que su eructo no hubiera recibido mejor calificación que el de su hermana.
La tia abrió la boca, pero ningún sonido surgió de ella. Frunció sus oscuras cejas sobre su recta nariz. No parecía especialmente feliz ante la noticia de los esfuerzos que yo estaba haciendo como mentor de sus sobrinos. Liliana soltó una risotada desde el otro extremo de la mesa.
— Mira. Emily está verde como el pudin — Adriana señaló a su hermanita por encima de mi hombro.
— Probablemente lo lleva puesto — bromié.
Y me volvi justo a tiempo de interceptar el proyectil de la criatura. Linda Blair no lo habría hecho mejor en El Exorcista. Y yo no tuve más remedio que corregirme. No era ella la que llevaba puesto el pudin, sino yo.
+++++++++++ narra _____
Ya había afrontado una vez la hora del baño de las niñas y había resultado ser una experiencia muy educativa además de aterrorizante. A Dios gracias que aun no tenia hijos.
Llenandome de valor, entreabri la puerta y asomé la cabeza. Y me agaché justo a tiempo de evitar una esponja empapada que acabó aterrizando en el suelo. Adriana y Emily estaban juntas en la bañera, salpicando y creando un caos general.
Y allí estaba él: Justin. Mirandome con ojitos de huerfanito abandonado desde la banqueta que ocupaba junto a la bañera, con el pelo empapado y de punta. Por su aspecto, no era dicifil deducir que la mitad del agua de la bañera había caído sobre él. Parecía un cervatillo atrapado por las luces de un coche, convencido de que debía hacer algo para escapar, pero demasiado desquiciado como para entrar en acción. Uyy pobrecito…la expresión de sus ojitos miel me ruegan que le ayude. Hmm… Hasta pena me da. Y si le echo una mano. Si puede ser. ¿No? Y con lo atractivo que se ve con su camiseta empapada. No resultaria un sacrificio tan grande.
Estas loca _____ donde esta tu instinto de auto conservación. Detrás de cualquier conejito puede estar el lobo feroz. Ademas recuerda que lo has dejado a prueba. Deja que se mate el mismo para que compruebes quien es en realidad, y de lo que es capaz de hacer.
Si es cierto el que se las apañe solo. ¿No es el mejor? Pues que lo demuestre. Vamos abandonarlo a su suerte.
Y haciendo una retirada estrategica cerre de nuevo la puerta. Y me encamine por el pasillo hasta el dormitorio de Leo. El niño, que ya estaba en la cama, dejó su libro y sus gafas en la mesilla al verme.
— Hola, tía _____. ¿Qué haces aún por aquí?
— Lilie y yo hemos pensado pasar la noche aquí. ¿Te parece bien?
Lili y yo habíamos decidido quedarnos para averiguar si el nuevo niñero sabía en realidad lo que estaba haciendo con los niños.
— Sí, claro.
Permaneci a los pies de la cama de Leo. Parecía tan joven y vulnerable en su gran cama, con su pijama de super héroe... Y su expresión no denotaba precisamente alegría.
— ¿Qué te sucede, mi superhéroe?
Leo miró el sistema solar móvil que pendía del techo sobre la cama.
— Nada.
— ¿Nada como en nada, o nada como... ?
— Nada como en nada — Y Leo desvio la mirada esta vez al reloj de pared—. ¿Sabías que aunque en Bogotá son las ocho y media de la noche, como aquí, allí están en primavera mientras aquí estamos en otoño?
— Ah, ¿sí? — De manera que ese era el motivo de la cara larga de Leo. Seguro que echaba más de menos a Hanna y Joe que a sus extrovertidas hermanas, pero no era capaz de expresar sus sentimientos. Mi corazón se encogió al ver la desolada expresión de sus ojitos azules.
— Sí.
— Pues yo solo conozco un modo de resolver un caso de «nadas» — Y rodeé despacio la cama.
Los ojos de Leo brillaron en respuesta al tono juguetón de mi voz. Y sujetó la manta con firmeza bajo su barbilla y se encogió en la cama.
— No, tía _____ — protestó débilmente.
— Sí, jovencito. Más vale que te prepares — Y alcé las manos y puse en movimiento mis dedos—. Lo mejor para un caso de «nadas» es un buen ataque de cosquillas.
Estabamos en pleno ataque de risas, dando vueltas sobre la cama, cuando Leo se detuvo en seco. Que clase de táctica pretendería utilizar para distraerme. Y sin aliento, asomé la cabeza por debajo de las sábanas. Justin estaba en el umbral de la puerta, observándome con un destello de diversión, además de algo más intenso, en la mirada.
Era difícil mostrarme apreciable estando semi envuelta en una sábana y con el pelo totalmente revuelto. Por desgracia, no podía esconder la cabeza bajo la almohada y hacerme la dormida, de manera que me limité a apartar el pelo de mi rostro y a mirarlo.
— ¿Sí?
Justin dirigio su mirada de mi a Leo y de vuelta a mi.
— Hay que apagar la luz en cinco minutos, ¿de acuerdo? Es importante ceñirse a un horario. Los niños necesitan rutinas en su vida — sonaba como si acabara de tragarse un libro al respecto y hubiera memorizado algunos trozos.
— Estudios recientes han demostrado que… —y golpeé con suavidad a Leo en las costillas con el codo para hacerlo callar.
— No hay problema. Tendremos las luces apagadas en menos de cinco minutos —Y eche un vistazo al pelo y la ropa mojada de Justin. Mmm definitivamente se veia mil veces mejor que con la ropa seca. Ay joder como se marcan esos bíceps. Ufff que calor hace esta noche.—. ¿Están acostadas las niñas?
— Emily ya está fuera de combate y Adri no va a tardar en caer — Justin pasó a la habitación y miró a Leo —. ¿Necesitas algo?
— No, señor. Estoy bien.
— En ese caso, buenas noches.
Y la puerta se cerró tras él.
Mañana sigo :* Los amo <3