Kentin -CORAZÓN DE MELÓN-

102 10 2
                                    

—AMEMOS NUESTROS DEFECTOS—

«No deberías amar a alguien sin antes amarte a ti mismo»


—Y cómo siempre, Jessica mendigando el amor de un idiota —ironizó un castaño de ojos verdes mientras veía a su amiga de la infancia quedarse con el saludo en la mano. El chico del que estaba enamorada no le daba mucha atención.

—No, no quiero escuchar eso del tipo que incluso cambió su apariencia para gustarle a Sucrette —dijo Jessica, provocando que su tonito burlesco le molestara a Kentin.

—Eso y esto son cosas muy diferentes —indicó Kentin furioso, tan furioso que, de no conocerlo y saber que no se atrevería a hacerle daño físicamente, Jessica temería por un puñetazo o dos.

—Nop, es exactamente lo mismo —señaló la chica—, aunque sí en distintos grados. Yo aún tengo un orgullo que salvar, tú lo perdiste todo cuando, aún con tu magnifico cambio, Sucrette no te eligió.

—Sabes —habló el ojiverde—, ser mi amiga de la infancia no te da permiso de ser cruel conmigo.

—Tú iniciaste —se quejó la chica y respiró profundo para tranquilizarse. Era cierto que no por ser amiga de tantos años podía hacer con él lo que le viniera en gana, pero también era verdad que al conocerse tanto podían hacerse todo el daño que quisieran, por eso a veces se pasaban un poco con sus comentarios.

—Es solo que no me gusta verte tras de un tipo que no vale la pena —susurró el castaño recargándose a la jardinera que estaba cerca. Jessica se sentó en la banca de aun lado y respiró sonoramente profundo.

—Actualmente no hay tipos que valgan la pena —dijo ella—, por eso está bien que nos gusten los tipos guapos aunque sean idiotas.

—Yo digo que no valen la pena, menos toda la dignidad que tiras por lograr que te voltee a ver. Pareces la chihuahua de tu tía Susi, brincando en dos patas y levantando las manos para que te presten atención.

—Ken —gruñó Jessica, su mejor amigo la estaba insultando de nuevo.

—Está bien, lo siento —dijo el ex militar—. Vamos por un helado, para que se te suban los ánimos.

—De acuerdo —aceptó la chica fingiendo mala gana, provocando a Kentin reír por la mueca que la chica hacía mientras caminaba aflojeradamente detrás de él.

*

—No entiendo que es lo malo conmigo —dijo Jessica recostada en la cama de Ken, con la espalda en el colchón y las piernas en la pared—. No soy fea, soy inteligente y soy buena onda.

—Tampoco eres guapa, eres algo despistada y un poco brusca —refutó Kentin sonriendo, recibiendo un almohadazo de parte de la que le miraba con los ojos entrecerrados y los labios fruncidos—. Tu problema es que apuntas al chico equivocado. No tienes que amarlo solo porque todas lo aman —dijo.

—Si todas lo aman significa que es demasiado bueno ¿no?

Kentin suspiró.

—Yo creo que te mereces algo mucho mejor que un idiota mujeriego que solo te presta atención cuando necesita quien le haga la tarea.

—Yo no le hago la tarea —se defendió Jessica—. Solo le presto mis apuntes de vez en cuando.

—Por una sonrisa. Vale muy poco tu esfuerzo. Ah, por cierto —dijo el chico acercándose a la cama, dejando su rostro justo frente al de ella, y sonrió tan hermosamente que el corazón de la chica en la cama se detuvo por medio segundo—, ¿me prestas tu libro de inglés?

QUIERO UN ONESHOT CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora