RiRen -SNK-

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—UNA INESPERADA VISITA—

Recién había cerrado los ojos cuando un gran barullo se escuchó a las afueras de su oficina. Se puso de pie, furioso, planeando tirarle un par de dientes a los ruidosos del pasillo. Pero, cuando abrió la puerta, sus pies se clavaron al piso, así que las patadas quedaron descartadas.

—Buen día —saludó Petra, sonriendo tan amplio como Levi recordaba que ella sonreía—. Lamento el disturbio, con ellos no se puede —dijo para terminar mirando unos metros adelante, donde tres caballeros jugaban con un chiquillo de ojos claros.

—¡Dejen de hacer llorar al mocoso! —ordenó el capitán, sintiendo como su estómago se hacía nada y algo doloroso nacía en su pecho.

—Recordaba cuán fácil era hacer llorar a Eren —soltó Erd en medio de una risita tonta—. Verlo llorar a usted es una verdadera sorpresa.

Levi abrió los ojos enormes, y llevó sus manos hasta sus húmedas mejillas. Hacía tanto tiempo que no lloraba que se había olvidado que ese cosquilleo era debido al llanto.

—Ustedes... ustedes están muertos —dijo una voz nada clara, proveniente de la ahogada garganta de un quinceañero—... no pueden... no pueden estar aquí.

Gunther despeinó al ya muy despeinado chico, mientras le miraba con ternura. Ni siquiera habían pasado tanto tiempo siendo equipo y ese niño lloraba como si recuperara lo más valioso de la vida. Confirmó el sentimiento cuando Eren se aferró a su cuerpo.

—Vinimos a visitar —dijo Petra ante la quietud y el silencio del hombre que les miraba fijo—. A veces se puede, pero es difícil aceptar la propuesta. Se siente como que abrirás una herida que difícilmente fue cerrada. Pero había algo que debíamos decirles sí o sí.

Levi miró a la chica que le sonreía, mientras su nariz se contraía y le dificultaba respirar. Después de eso volvió los ojos a tres hombres que, aunque nunca lo dijo, y obviamente jamás lo diría, estimaba demasiado.

—Deberíamos dar un paseo, arriba uno no puede andar a caballo, allá todos somos iguales —explicó Erd y, ante la no negativa de nadie, corrió por el pasillo, tropezando con sus pies y mordiendo su lengua antes de caer.

—Supongo que es falso ese dicho de que la muerte cura la estupidez, ¿no? —soltó Levi con seriedad y, de su antiguo escuadrón, rieron todos menos Erd.

Caminaron por un brillante y luminoso castillo abandonado, y pasearon por un espacio donde no había ni gente ni titanes. Era como si el mundo fuera solo para ellos, como si se tratara de tan solo un bello sueño.

Al final del día Eren ya no lloraba, y el dolor de pecho del Heichou ya no se notaba.

«Ojalá este sueño no terminara» pensó Levi mientras veía a su equipo bromear al cepillar los caballos después de un largo paseo lleno de risas y diversión.

Pero todo tiene un final, incluso las cosas buenas se acaban también, la despedida llegaría pronto, el ambiente lo hacía saber.

—Oh —hizo Petra cuando su cuerpo se hacía intangible y transparente—. Casi olvidamos a lo que vinimos.

Auruo Brossard, Gunther Schultz y Erd Gin se miraron con picardía, mientras Eren Jeager y Levi Ackerman se miraban con curiosidad.

»Deben ser un poco más discretos en su apasionado amor, si no quieren que su nuevo escuadrón los descubra como lo hicimos nosotros —advirtió Petra sonriendo, provocando un sonrojo en los implicados, y una carcajada en los otros tres que desaparecían.

—Fue un honor servir con ustedes —dijeron cuatro a unísono, mientras el saludo de la legión les llevaba las manos a la espalda y pecho—. Den lo mejor de ustedes, y no vayan pronto a encontrarnos.

Un nudo en la garganta hizo que Levi garraspara, despertándose a su propio sonido, y respiró profundo mirando al techo de su oficina, sintiendo las que serían sus últimas lágrimas caer.

Escuchó un barullo proveniente del pasillo, limpió su rostro y caminó hasta la puerta, para encontrar tras de ella a Eren llorando, rodeado de algunos de los reclutas que formaban su nuevo escuadrón.

—A ti todo el mundo te hace llorar, ¿no, Jeager? —preguntó recargando su cuerpo en el marco de la puerta, sonriendo mientras cruzaba los brazos al frente.

Eren también sonrió, mientras más lágrimas escapaban de su rostro. Al parecer eso no había sido solo un sueño, había sido una inesperada visita. 


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Si no fuera por amino este libro estaría muerto. Gracias por leer. 

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