—Es una orden, Sebastián —gruñó Ciel mientras se removía incómodo en el lecho donde se encontraba—. Date prisa gusano —lo que debió ser un grito quedó ahogado entre los quejidos del chiquillo.
—Ara, ara —farfulló burlón el demonio—, parece impaciente joven amo.
—Vete al infierno —dijo disgustado y con la respiración entrecortada el peliazul jadeante y necesitado de eso que su estúpido y sensual mayordomo le estaba negando.
—Debería tomar eso como mis vacaciones adelantadas —resopló divertido el de ojos carmín. Se estaba divirtiendo como hacía mucho no lo había hecho. Burlarse de Ciel no era algo fácil de conseguir, ese chiquillo era demasiado inteligente como para permitirlo. Pero justo ahora estaba vulnerable, eso le daba muchas oportunidades que no desaprovecharía.
»¿Pero qué haría entonces usted?, parece que me necesita joven amo —terminó canturreando el título del chiquillo. Este era el momento de demostrarle cuán inferior era y recordarle que, al contrario de lo que parecía, era el demonio quien tenía las cartas del triunfo en la mano.
—Eres un maldito... maldito gusano desagradecido —balbuceaba Ciel mientras la alta temperatura de su cuerpo le perlaba la piel con un líquido salado y frío que la erizaba completa.
—Se ve incómodo —señaló el demonio—. ¿Debería desistir de molestarlo? —preguntó pasando su lengua por los nudillos de la mano que atrapó cuando Ciel le quiso propinar un golpe. Ciel sabía que Sebastián se estaba burlando de él, pero escucharlo decir abiertamente que le molestaba, le irritaba en serio.
—¡Suficiente! —gritó Ciel usando todas sus fuerzas restantes, logrando sorprender al demonio que creía ese chico cedería, e incluso suplicaría, por obtener lo que su cuerpo estaba necesitando, anhelando quizá.
—Los humanos son tan interesantes —dijo Sebastián, pensando como siempre le sorprendían. En el último momento tenían el valor y la fuerza de pelear.
«Y tan estúpidos» pensó mientras un deje de decepción le cruzaba la mirada. Pelear era inútil, mucho más al final. Pero ellos lo hacían, apostado una vida que ya no tenían. Lo había visto tantas veces y siempre le causó repugnancia.
—Oye... —la voz quebrada de Ciel le devolvió a la realidad—. No te distraigas ahora —exigió con nada de fuerzas ya. Pero ese brillo fugaz en sus ojos le devolvió la sonrisa al demonio. Sabía que con Ciel era diferente, él había peleado desde el inicio y casi estaba seguro de que él jamás se rendiría.
»Muévete imbécil —reclamó—. Creía haber dicho que era una orden —dijo recalcando sus últimas palabras.
—No lo hizo —refutó Sebastián aún divertido.
—¡Lo hice! —gritó. De nuevo parecía que Ciel había recobrado fuerza—. Así que date prisa y métela. —Sebastián sonrió.
—Debo haber estado distraído —declaró fingiendo estar apenado. Pero Ciel no le creía. Él conocía perfecto a ese demonio, tanto que estaba muy consciente de que se estaba jactando de ser el único capaz de satisfacerlo justo ahora.
—Sebastián —farfulló Ciel, denotando aún más su ya muy clara molestia.
—A eso voy joven amo —dijo—, esto es mucho mejor si se hace lento. —y sonrió con sorna.
—Maldito demonio —dijo el más bajo, llevando la mirada a un muro. Pero luego, sintiendo como algo duro se abría paso en su cuerpo, buscó esconder su rostro entre las almohadas que le habían servido de soporte mientras esperaba la atención del demonio.
El cuerpo de Ciel se estremeció. Un dolor agudo, mientras el calor que sentía en cierta parte de su trasero se comenzaba a extender como si agua en tierra seca fuera, le hizo morderse el labio tan fuerte que pudo distinguir un sabor ferroso en su boca.
Sebastián había dicho que lento era mejor, pero a Ciel no le parecía que fuera así. Quería que esta tortura terminara tan pronto como fuera posible. Dolía demasiado.
—Parece un gatito asustado, joven amo —susurró Sebastián, acariciando el cabello del pequeño.
—Vete al infierno —repitió Ciel, provocando tremenda carcajada en su demoníaco y perfecto mayordomo.
—No puedo hacer eso —declaró el pelinegro—, si lo hiciera, ¿quién le pondría la próxima inyección? —preguntó dando pequeños masajes circulares en la nalga derecha de Ciel, donde hace unos minutos insertó una jeringa.
—No serás tú —aseguró Ciel reacomodando su pantalón—, eres demasiado inútil...
—Es obvio —dijo el mayor—, después de todo, yo solo soy un simple mayordomo.
—Y un bastardo, también —declaró Ciel.
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Este no es un OneShot de regalo. Es un castigo por no cumplir un reto al que me nominó olifeli56... pero en serio que ya no sé qué más contarles de mí TTnTT
Era yaoi, pero sigo sin sentirme segura escribiendo ese género. Además me encanta ver a ese par en insinuaciones xD
Y bueno, así como un castigo castigo, pues no se sintió... Amo escribir y me divertí un montón escribiendo esto.
Si quieren su propia historia solo tienen que pedir y enviar lo que pido en el capítulo de descripción y bases. Yo encantada me pongo a imaginar. Besos hermosuras.
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QUIERO UN ONESHOT CONTIGO
De Todo¿Quieres un capitulo de amor, odio, venganza, diversión o encuentro con tu personaje favorito? . . . Pues llegaste al lugar indicado... solo tienes que pedir y ya está. Este proyecto tiene la finalidad de agradecer a mis lectores por apoya...