—ENTRE TITANES Y DEMONIOS 2—
—Esto no tiene ningún sentido —refunfuñaba Ciel—. Apresúrate y sácame de aquí —ordenó el conde Phamtomhive furioso, sintiendo como las cintas que aseguraban los equipos tridimensionales le apretaban las piernas. Era incómodo.
—No sé cómo hacerlo —declaró Sebastian, alarmando a su joven amo—, pero he hecho algunas conjeturas que no sé si nos sirvan. Creo que si ayudamos a estas personas a matar a los titanes regresaremos a nuestra propia época.
—¿Ayudarles? Ellos no hicieron nada por nosotros y regresaron a su época arrastrándonos con ellos. ¿Por qué tenemos que ayudarles? —cuestionó Ciel molesto, y molesto, al ver la expresión del demonio, agregó—: Te estás divirtiendo mucho, ¿no, bastardo?
—Admitiré que esto me parece emocionante, lamento que no le plazca como a mí —dijo Sebastian—. Ma, ma, tal vez solo debemos disfrutar de esto.
—¿Disfrutar de qué? —preguntó Ciel—. Esta gente es extraña, todos parecen un montón de locos hiperalertas, hace un rato choqué con un sartén, cayó al suelo y todos voltearon a mirarme como si yo hubiera matado a sus mascotas y buscaran venganza. No voy a soportarlo mucho.
—Entonces intentemos —sugirió Sebastián—, matemos un titán, puede que eso nos regrese a nuestra realidad.
A las palabras de Sebastian, Ciel estalló en estridentes carcajadas, provocando el desconcierto del mayordomo. El demonio nunca había visto a ese Condesillo reír desaforadamente. Se había vuelto loco, probablemente.
—¿Quieres que yo mate un titán? —cuestionó entre bufidos y risas el adolescente—, ¿Yo, el gran Conde Phantomhive, guardián de la reina, que ni siquiera alcanza por sí mismo la tercera repisa del baño, matando esas enormes cosas?... Tú sí que eres divertido.
Ciel terminó limpiando un par de lágrimas que la risa le arrancó. Respiró profundo y miró a su ya no tan divertido mayordomo.
»¿Seguro que funcionará? —preguntó incómodo por la aburrida reacción de su mayordomo.
—En realidad no lo sé —confesó Sebastián—, es una hipótesis. No creo que nosotros fuéramos enviados aquí con el propósito de descansar. Este ambiente no es el más propicio para relajarse.
—¿Pero qué dices?, ¿no es que te complacías en esta emocionante situación?
—Vaya, tal vez este lugar no sea tan malo. No recuerdo la última vez que su lengua estuvo tan filosa, joven amo.
—También hice mis propias conjeturas —señaló Ciel—. Esto es un sueño y despertaré sobresaltado en mi cama cuando mi vida esté en peligro.
—Solo que esto no es un sueño —alegó el mayordomo, temiendo que las cosas se pusieran complicadas.
—Bueno —inquirió Ciel—, esa es tu opinión —y sonrió tan descaradamente que a Sebastián no le quedó más que suspirar. En buen momento se le ocurrió a su joven amo ponerse caprichoso—. Vayamos a que nos coman esas cosas —dijo y se puso en marcha.
*
—Esa pulga se morirá primero —predijo el capitán del escuadrón de operaciones especiales de la Legión de Reconocimiento—, no está poniendo atención, ni siquiera tiene sentido de protección. Es una pulga idiota.
—Aunque usted no es quien para criticar la estatura del Conde Phantomhive —murmuró Eren intentando no ser escuchado, y fallando en ello.
—Me equivoqué, el primero en morir será Eren, por insultar al capitán —dijo Levi y a Eren le invadieron unas enormes ganas de hacer pipí mientras fijaba la mirada en su molesto capitán.
Sebastián miró por solo medio segundo a los visitantes que ahora les hospedaban, luego dirigió la mirada a Ciel que se desplazaba descuidadamente por el campo.
—Ser bueno cabalgando no le da derecho a ser tan presumido —refunfuñó el demonio asumiendo que esto terminaría pronto y de la peor manera. Lo confirmó cuando un enorme ser, de cinco metros de alto, y con postura de can a punto de saltar sobre alguien, apareció frente a su amo.
El caballo de Ciel se asustó, se alzó en dos patas y tiró al Conde Phantomhive al suelo, que ni siquiera se molestó en ver a su caballo que huía, él solo miraba aterrado a la horrorosa criatura a punto de comerle.
—Esto es... es... ¿es real? —preguntó en balbuceos Ciel que no lograba salir del supuesto sueño.
—Le dije que no era un sueño —susurró Sebastian al oído de su amo, tomándolo de la cintura para sacarlo de donde estaban—. Yo se lo dije, pero usted no quiso escucharme.
Ciel se aferró a la chaqueta café de su mayordomo, y escondió su cara en el fuerte pecho del demonio. Entonces Sebastián dio un salto, terminando por caer en la mansión Phantomhive, en la habitación de su amo. Un salto dimensional no era nada para un demonio, después de todo.
Ciel se quedó dormido en cuanto sintió la cama, Sebastián negó con la cabeza y se fue claramente decepcionado de haberse perdido un poco de diversión por los caprichos de su joven amo y, en una dimensión alterna, Levi reprendía a su subordinado.
—Por tu culpa los perdí de vista y se los han tragado —regañó el capitán.
—Tal vez volvieron a su época —sugirió Eren en murmullos.
—¡Mocoso! —gritó Levi furioso, desde que debió fingir ser su mayordomo ese crío se había vuelto un irreverente—. Dormirás en el pozo hasta que aprendas quien es el amo aquí.
—Pero capitán —comenzó a hablar Eren.
—Dije que te calles —interrumpió Levi.
—No, no lo dijo —aseguró Eren, ganándose una patada del capitán, y perdiendo un par de dientes en el proceso.
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QUIERO UN ONESHOT CONTIGO
De Todo¿Quieres un capitulo de amor, odio, venganza, diversión o encuentro con tu personaje favorito? . . . Pues llegaste al lugar indicado... solo tienes que pedir y ya está. Este proyecto tiene la finalidad de agradecer a mis lectores por apoya...