Un visitante inesperado

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Los rayos del sol se colaron por el gran ventanal del penthouse iluminando el interior. (T/n) estaba dormida sobre el sofá, recargada del hombro de Mr. Jones. El lugar parecía casi silencioso hasta que alguien tocó la puerta casi tirándola abajo.

— ¡Tú idiota, abre! ¡Son las dos en punto! — se oyó una voz iracunda del otro lado.

El rubio apenas empezaba a entreabrir los ojos por el ruido que causaba su molesto visitante. Ni siquiera se acordaba de que su alumna aún siguiera en el sofá, así que sólo volteó, la vio durmiendo, sonrió y arrastró sus pies enfundados en las pantuflas de dinosaurio hasta la puerta. Giró el pomo.

Git! ¡¿Por qué no fuiste a trabajar hoy?!

Alfred sólo talló sus ojos con el puño.

— ¿Sabes si quiera a qué hora es? ¡Son las malditas dos de la tarde y tú aún estabas dormido!

— Calma Arthie, no son horas de... ¡Mierda! ¡¿Las dos?!

Sí, su visita era nada más y nada menos que su colega, el profesor Arthur Kirkland. Un hombre —también de mediana edad— bien conservado; con una barba perfectamente afeitada, pero con un respectivo bigote bien cortado, unas cejas prominentes, un cabello algo desordenado y ojos verdes que denotaban experiencia y rigor.

— Sí, las malditas dos de la tarde, Alfred — le dio un pequeño golpe con el dedo medio en la frente. Alfred sólo se talló con la palma de la mano, molesto —. Más te vale tener una buena excusa para haber faltado ¿Sabes lo difícil que fue atender dos clases al mismo tiempo, hoy?

— Disculpa Arthie, tuve un contratiempo y por eso desperté a esta hora ¿Algo más que quieras saber?

Mr. Kirkland no le creyó para nada y se metió, así como así, a su hogar. Algo era sospechoso en él: podía casi olerlo.

— No jodas... — dijo Arthur, anonadado. Después volteó a ver a Alfred con total descontento —. No puedo creer que hayas faltado por ir de fiesta con una alumna. Aún peor, ¡con esa alumna!... Te hubiera pasado que tuvieras alguna aventura con una des nuestras colegas o algo parecido. Pero esto es un nuevo nivel de la amoralidad hasta para ti.

— ¿Qué quieres decir con 'hasta para ti'? ¿Eh, viejo?

— ¡No estoy viejo, idiota! — Arthur volvió a pegarle con el dedo en la frente.

Ouch! ¡No me pegues!

— ¡Tú no seas grosero!

— ¡Mira quién lo dice, el viejo que siempre repite 'git, git'! ¡Boca sucia!

— ¡Gordo degenerado!

— ¡¿Gordo degenerado?!

— ¡Pasaste la noche con una alumna! ¡¿Qué quieres que piense de ti?!

— ¡Pregunta tan si quiera antes de juzgar, vieja chismosa!

— ¡Te hace falta una buena limpieza bucal con cloro!

(T/n) despertó poco a poco al escuchar las voces de sus profesores gritar. Ni Alfred ni Arthur se dieron cuenta de que había presenciado la mitad de su discusión.

— ¡Alto! — gritó firmemente. El par de mayores voltearon a verla. Arthur lo hacía con molestia y Alfred, sorprendido. Sintió miedo de la mirada de Mr. Kirkland, de seguro que la retaría por haber faltado a su clase.

— ¿Qué hace usted aquí, señorita?

Ehh, yo...

— ¿Sabe que perdió una importante evaluación el día de hoy que no volverá a repetirse? ¿Cierto? — el tono de voz de Mr. Kirkland era tan riguroso y severo que (T/n) sintió lágrimas asomarse por sus ojos, pero las retuvo ahí.

— No se va a repetir, Mr. Kirkland. Lo siento — bajó la mirada.

— Estamos dejando de lado algo mucho más importante que esto, señorita. No voy a reportar al profesor Alfred, — Arthur le dio una mirada asesina a su colega— para que no pierda su prestigio. Pero es algo delicado que haya dormido afuera del campus y con un profesor, espero que sepa comportarse de ahora en adelante.

(T/n) asintió, sintiendo la garganta hecho un nudo.

— Alfred, si vuelvo a verlos juntos ten por seguro que te reportaré a la academia de literatura y al rector de la universidad. Que quede claro. (T/n) lávate la cara y ven afuera. Nos vamos.

(T/n) se levantó rápidamente, se fue el baño, se echó agua, alisó la ropa con las manos y se puso los zapatos. Al salir volteó a ver por última vez al profesor Jones con mucha pena y pasó de largo junto a Mr. Kirkland.

El camino hacia el estacionamiento era eterno, (T/n) sólo podía ver a sus pies sin saber que decir o a dónde mirar.

— Sube — le dijo el profesor Arthur, aún con ese tono de voz que tanto miedo daba. Habían llegado a un automóvil algo modesto de color amarillo. Mr. Kirkland le abrió la puerta del copiloto para que subiera.

— Gra-gracias — subió sin mirarlo, era demasiado vergonzoso.

Subió él también del otro lado. Pasó un momento en silencio sin hacer nada, hasta que suspiró y volteó hacia (T/n) — ¿Qué pasó allá entre tú y Alfred? — soltó, así como si nada. (T/n) dio un saltito en su lugar. Volteó a ver a Mr. Kirkland.

— Profesor Kirkland, sé que es difícil de creer, pero no pasó nada. Sólo dormí en su casa porque había llegado tarde al edificio.

— ¿Y por qué no fuiste a otro lugar?

— Mr. Jones me trajo — explicó —. Yo soy su asistente y le ayudo con algunas cosas. Ayer terminamos tarde nuestro trabajo y no tuve de otra más que aceptar — miró abajo.

— Está bien, confío. Pero ya no vas a ser la asistente de ese gordo ¿Entendido?

— ¡Pero necesito el trabajo, Mr. Kirkland! ¡Sino, no podré pagar la colegiatura!

El profesor Kirkland encendió el motor y avanzó con suavidad hacia la salida del edificio.

— No te preocupes por eso, ya veremos qué hacer. No voy a dejar sola a la mejor alumna de la universidad.

Dicho esto, avanzó por las calles de la ciudad hacia el campus.

(T/n) se sorprendió de como Mr. Kirkland podía ser tan severo y malo, y de un momento al otro cambiar radicalmente sonando tan tierno y atento.

...Continuará...

Teacher or Daddy (Hetalia x Lectora fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora