Ruta a) Parte 7

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La despertó la luz del sol. Estaba completamente restablecida después de pasar todo el día anterior en la piscina, jugueteando y chapoteando. Ni siquiera había puesto el despertador porque no lo necesitaría, no hay dónde un hermoso paraíso vacacional se abría ante sus ojos.

De lo cansada que había terminado, ni siquiera se percató de los detalles de la habitación de huéspedes. Había en ella una amplia cama matrimonial de sábanas en tonos crema que aún la acobijaban. También tenía una cómoda sencilla al costado derecho con una lámpara arriba, un tocador y un armario de cedro. Incluso había un baño privado al otro lado de una puertecita adornada de color rosa. Al voltear a la izquierda, podía verse una amplia ventana con un balcón de vista hacia la piscina, hacia el viñedo y el horizonte montañoso.

Se puso un par de pantuflas que la señora Margaret le hizo aceptar y se detuvo frente a la ventana para recorrer la cortina: el hogar de los Jones era hermoso, ninguna otra palabra podía describir mejor lo que ella veía. Los campos abiertos, las montañas, los sembradíos de vid, lo que parecía ser una pequeña cabañita alejada de todo, un complejo blanco donde llevaban todo lo que se cosechaba, el jardín de la señora Jones, la piscina y ¿El profesor Alfred?

Mr. Jones estaba despierto desde muy temprano ya. Traía puesto un conjunto deportivo: una camisa de licra en la parte superior y un par de shorts de tela deportiva.

(T/n) se sonrojó al ser descubierta.

GIRL! 'MORNING! — saludó Alfred con su buen humor de siempre. Después siguió corriendo en el circuito marcado por él mismo; daba la vuelta a la casa por completo, siguiendo el jardín. Seguido, hacía un par de series de saltos y sentadillas y volvía a correr.

(T/n) respondió el saludo con la mano. A pesar de estar avergonzada, no podía quitar su mirada de Mr. Jones; su cabello dorado movido por el viento, esa expresión de vitalidad surcando su rostro, su musculatura resaltando a través de la tela... No, no, no. Debía retirar su mirada antes de que sus pensamientos se dirigieran a un escabroso lugar.

A regañadientes se alejó de ahí no sin antes cerrar las cortinas. Se duchó, se cambió, y aún algo cohibida, bajó a la sala; por más que Mr. Jones se lo dijera, ella no podía comportarse como si fuera su casa. Rogó no encontrar a nadie porque se moría de la vergüenza. La panza le rugía de hambre y no quería interrumpir a Mr. Jones en su rutina de ejercicios sólo por eso. Así que se armó de valor para ir por sí sola a la cocina y tomar alguna fruta de la isla —las había visto por ahí el día anterior — Quizá servirse un vaso de leche también.

— Buenos días, señorita — escuchó (T/n) a su espalda. Entonces, sus hombros se pusieron rígidos en el acto.

— Bu-buenos días, señor Frederick — balbuceó, girándose para verlo. El señor Jones traía ya consigo una taza de café y un periódico debajo del brazo. Iba de camino también hacia la cocina.

— ¿Me acompaña a desayunar? — preguntó él pasando por un costado.

— N-no quiero ser una molestia.

El señor Jones se regresó unos pasos y amablemente la rodeó con un brazo por los hombros. (T/n) se inquietó.

— No lo es, insisto.

Frederick hizo llamar a la cocinera que desde muy temprano iba a la casa de los Jones para iniciar con sus labores del día. Sentados a la mesa del comedor, Frederick de cuando en cuando levantaba su vista del periódico para mirar a una nerviosa señorita que apenas si había picado sus pancakes y bebido a sorbitos su jugo.

— Y, dígame, señorita (T/a) ¿Dónde estudia?

Ah, eh! En_________.

— Ya veo, la misma universidad donde mi hijo es profesor. Supongo que lo conoce de ahí.

Teacher or Daddy (Hetalia x Lectora fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora