Y para pasar el trago amargo de la ruta a...
(T/n) estaba más que feliz con su suéter nuevo. Lo trajo toda la siguiente semana durante el día y durante la noche cuando hacía más frío. Por supuesto que Kirkland lo había notado y se le hinchaba el pecho de orgullo al saber que había acertado en un detalle tan minúsculo, pero tan importante. Lo más seguro es que regresara al supermercado después para comprar otro par de ellos. Ese color le quedaba bastante bien, pero no podía esperar a verla con otros tonos pastel.
Cierto era también que el profesor ya no necesitaba de sus cuidados pues ya se sentía lo suficientemente bien para cuidar de sí mismo. Era una pequeña mentirilla blanca el hecho de que tosiera ocasionalmente o que fingiera que le dolía el cuerpo. Debía admitir que estaba siendo un completo egoísta al acaparar todo el tiempo de (T/n), pero, y aunque esta afirmación lo avergonzara, le agradaba el cariño con el que estaba siendo procurado.
¿Qué más daba de todas formas? Estaba pagándole por ello, podía condenarse entonces.
A veces le jugaba pequeñas bromillas, entre ellas estaba hacerse el gruñón como cuando estaba en clases; se ponía exigente, irritante, sarcástico y no le daba ningún remordimiento porque ya se hacía una idea de que a su alumna ya no le interesaban sus 'desplantes', y mucho menos retarlo.
Eso le gustaba, que tuviera el valor para retarlo. Esos ojos entrecerrados, esas cejas fruncidas y los labios tensos cada que le recriminaba por un reclamo: era como miel para una abeja.
Incluso, a veces, se dejaba ver sonriendo... de lado o con burla, pero sonriendo, al fin y al cabo.
Otra cosa que le fascinaba sobre esa chiquilla, es que no importaba que tan poderosos fueran los Kirkland, ella seguía tratándolo de igual forma, sin mostrarse interesada en su fortuna o poder. Tampoco se había hecho a un lado. Era, simplemente, como si tal confesión no hubiera existido. Es más, de vez en cuando, en algunas de sus conversaciones sobre la familia, preguntaba por el señor y la señora Kirkland como si fueran simples personas que viven en los suburbios.
Cada minuto con ella era precioso.
— No, no y ¡NO! el té debe verterse con cuidado: así — dijo Mr. Kirkland inclinando la tetera para servir el líquido caliente sobre una pequeña tacita decorada.
Ahora que se encontraba mejor, llevaba por lo menos ropa de casa. O lo que él consideraba ropa de casa: un par de pantalones de vestir color café sujetos con un cinturón negro, una camisa blanca de manga larga y un chaleco de patrones zigzagueantes en tonos marrones. La sorpresa que se había encontrado (T/n) el día de hoy era, en efecto, que se había afeitado su tan inseparable bigote. Eso le había quitado como diez años de encima.
— Hush! Es usted un quisquilloso.
— No soy quisquilloso, mocosa. Es simplemente que, si haces eso, la tapa de la tetera se caerá y te quemarás las manos — dijo, dándose la vuelta con su tacita en mano para caminar de regreso a la sala.
— Me sorprende que el señorito Kirkland sepa como servir el té. Estoy segura que en su residencia tenía quien lo hiciera por usted.
— Nunca me ha gustado ser un inútil. Esa es la gran diferencia entre un señorito y un hombre.
(T/n) se echó a reír y Arthur no hizo más que fingir que se sentía indignado ante su reacción. Entonces, se limitó a sentarse en el sofá frente a la televisión. Tosió un par de veces, sólo un poco para aligerar el ambiente y que (T/n) fuera para ver qué le sucedía.
— ¿Qué le dije de abrigarse bien? Su autocuidado es pobre, no me impresiona que sus resfriados hayan durado hasta ahora por casi un mes — (T/n) lo reprendió —. Voy por una manta.
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Teacher or Daddy (Hetalia x Lectora fanfic)
Fanfic(T/n) está estudiando la universidad, pero pronto se vuelve difícil mantener sus estudios. Un profesor muy amablemente le ofrece ayuda. ¿Cómo le irá a (T/n) de ahora en adelante? Nota: la imagen utilizada en la portada no es mía, yo sólo la edit...