Un caótico regreso a clases

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En el campus y los alrededores había mucho movimiento el día de hoy; autos aparcados en frente de las residencias y las casas de las fraternidades. Muchachos aún con resaca del día anterior, limpiando el desastre que habían causado las últimas fiestas de las vacaciones. Muchos venían bronceados, otros más, crudos, pero la mayoría con la energía al máximo para empezar un nuevo siclo.

(T/n) estaba bajando del autobús en la parada más lejana a las fraternidades. Apenas venía regresando de sus vacaciones, dispuesta a volver lo más pronto posible a clases. Caminó, con algo de dificultad debido a una lesión de tobillo, hacia la residencia. Todo estaba en orden hasta que se acercó al edificio. Todas las chicas se le quedaban viendo y eso era ya bastante extraño para empezar la mañana...

— ¡Edith, hola! — saludó emocionada a la consejera que venía acercándose a paso rápido — ¿Qué sucede? — preguntó. Estaba aturdida, desubicada.

Edith le tomó del brazo, haciéndola caminar lo más rápido posible dentro de la residencia sin importarle que tuviera los brazos ocupados, ni tampoco su tobillo inmovilizado por vendas.

— Ven, vamos — susurró Edith al oído de (T/n).

— ¿Qué pasa, Edith? Casi me arrancas el brazo — (T/n) se quejó — ¿Por qué se me quedan viendo?

— Espera, te lo diré todo, lo prometo.

Edith la condujo hacia su dormitorio. En seguida de entrar, cerró la puerta e indicó a (T/n) que se sentara en la silla frente al escritorio. Justo después, buscó ella misma entre sus cajones y sacó una hoja, pero eso no era todo. Lo peor era una nota escrita a mano con un contenido bastante horrible y una fotografía impresa, pixeleada, pero creíble.

— Esto estaba pegado en tu puerta — Edith le extendió la mano con ambas hojas.

(T/n) las miró con ojos bien abiertos. De haber estado bebiendo algo, lo habría escupido seguramente o se hubiera ahogado. El citatorio estaba marcado como URGENTE. Y, en la fotografía decía: ZORRA.

— ¡Y-yo! Esto ¡Edith, déjame explicarte!

— Eso debes explicárselo al rector, no a mí.

Edith tomó asiento frente a ella en la orilla de la cama.

— Sé quien escribió la nota. En realidad, todo el mundo sabe, no hay que ser una genio para descubrirlo... Wilson es la única que escribe con una pluma en ese tono de rosa. Seguro es una treta. Quisiera ayudarte, pero lo único que pude hacer fue arrancar eso de-.

(T/n) inmediatamente negó con la cabeza. Edith se sorprendió.

— No lo es, Edith.

— ¡No digas mentiras, (T/n)! Esta cosa horrible seguro es un fotomontaje. Wilson se las gasta muy mal con estas cosas — dijo la consejera tomando la fotografía, enseñándosela a (T/n), queriendo hacerla entrar en razón.

— Me apena mucho, pero eso es verdad — confesó (T/n) con la cabeza baja.

Edith tardó un poco en responder. Puso su mano sobre el hombro de (T/n), haciendo que su atención se centrara totalmente en ella.

— Entonces, el profesor Alfred... — Edith miró, como tratando de comprender.

— ¡No! No. Él nunca haría algo así.

(T/n) se levantó de golpe de la silla. Tomó rápidamente las hojas, con los ojos inundados en lágrimas, que por supuesto, no dejaría salir.

— ¿Necesitas que te acompañe?

Edith inmediatamente la siguió. Pero, cuando dio un paso, (T/n) ya tenía la mano en el pomo de la puerta.

— No, esto tengo que arreglarlo sola — la voz de (T/n) sonaba quebrada, temblorosa, a punto del llanto —. Gracias.

Entonces (T/n) salió del dormitorio de Edith, pero cuando lo hizo, sintió que todo el mundo se volteaba en su contra. Chicas pasaban escaneándola con la mirada, juzgándola duramente mientras ella caminaba por los pasillos hasta su habitación. Y, si no estaba preparada para el escrutinio público, mucho menos para lo que le habían hecho a la puerta de su dormitorio.

PUTA.

VENDIDA.

No le había dado oportunidad a Edith de avisarle que Megan, aparte de haber exhibido las hojas, también había escrito horribles insultos en su puerta con lápiz labial rojo. Eso difícilmente se borraría. Sollozando se abalanzó hacia el frente, tratando de quitar lo que estaba ahí con la manga de su suéter sin éxito alguno. Las chicas pasaban susurrando, riendo y burlándose de ella.

De repente, (T/n) sintió que se desmayaría, que el sonido a su alrededor se incrementaba como si todo el mundo le estuviera gritando a carcajadas. Entonces, abrió la puerta de su dormitorio y cerró de golpe. Se recargó de ella, dejándose deslizar hasta el piso. Únicamente así, en soledad, lloró.

¿Qué le diría a su madre? ¿A su padre? Después de esto, era imposible que siguiera manteniendo la beca.

¡Maldición! ¡¿Qué haría?!

Continuará...

Teacher or Daddy (Hetalia x Lectora fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora