48.nadie dijo que fuera facil

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Nahiara

- y bien... - me miraba por encima de sus gafas de pasta - porque debemos contratarla?- pregunta la señora que me esta entrevistando.

Si.. estaba buscando empleo. Mi padre había decidido que como no iba a recibir de mis servicios y no pensaba casarme con paul que no tenía derecho a sus bienes, cosa que tampoco me importaba. Pero necesitaba trabajar porque a pesar que la casa fuera comprada ( regalo de mi madre) las facturas eran cuestión mía y ahí me encontraba yo.

- Pues bien señora, creo que puedo aportar innovación a su empresa, es decir,  se que no tengo la experiencia de otras muchas personas... - pongo en funcionamiento mi cerebro - pero mi juventud es algo novedoso para dar otro toque a su empresa y creo que mis ganas son insuperables - finalizó con una débil sonrisa.

-  contratada - extiende su mano para agarrar la mía en tal acuerdo.

Salgo con una sonrisa de lado a lado de esa empresa, es pequeña y mi sueldo no es mucho pero valdrá para subsistir aquí. Caminaba descuidada por la calle hasta mi casa, gracias a dios estaba a pocas manzanas de esta cuando decido levantar mi mirada al frente y ahí está...

No se si os ha pasado... Cuando buscáis a alguien de forma desesperada nunca lo encontráis pero cuando no lo esperáis de repente aparece en frente de vuestras narices dejándote en shock. Pues así me encontraba yo, al ver que en mi misma acera, porque podría ser en la del otro sentido pero para mi mala suerte no era asi, se encontraba el. Izan caminaba riendo junto con rodri y Adrián. Perfecto... lease mi irónica.

Carcajeaban juntos, realmente se le veía bien y tan atractivo como siempre. Solo habían pasado dos semanas desde que se alejó de mi, desde que no me volvió a escribir ni yo a el.

Parecíamos dos desconocidos más en este mundo de gente sin alma y eso, aunque cueste creeroslo, me dolía profundamente. Algo en mi se partía cada vez que le veía y nuestras miradas se cruzaban, como si nunca nos hubiéramos conocido como si nunca nos hubiésemos querido. Eramos restos de aire el uno para el otro. Y no puedo explicar las emociones que siento.

Su boca se sella en el preciso instante en el que sus ojos me reconocen, mis ojos le inspeccionan en cuestión de segundos para apartar la mirada y agachar la cabeza mientras nuestro roce casi magnético hace que suelte un débil suspiro para en cuestión de segundos sentir como vuelve a hablar con sus amigos, como si no le importase lo más mínimo el verme.

Mis manos teclearon el número de Sam  lo más rápido que podian para quedar con ella, necesitaba hablar y cinthia no quería escuchar nuestra dramática novela de amor. Se había cansado de que cada uno por su parte la usará de pañuelo de lagrimas, y no la culpo por ello. De hecho la entiendo.

Veinte minutos después de la llamada estamos sentadas en una pequeña mesa de un Starbucks.

- Qué tal te encuentras pequeña mariposa - sonrie débilmente mientras sorbe de su café.

IzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora