Capítulo 9

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Últimamente no pensaba en otra cosa que no fuera ella.
Sabía que le sucedía algo. No la podía dejar sola.

Necesitaba hablar con ella. Sabía que apenas nos conocíamos, es más, creo que ni eso. Qué éramos totalmente dos desconocidos. Estaba en un enigma con mis sentimientos y pensamientos que me envolvían.

Ya no estaba seguro en que pensar, sentía que era mejor afrontar las cosas tales y como eran.

«Ven a buscarme» esa voz retumba en mi cabeza una y otra vez.

No tenía duda de que ella era una chica dulce, amable, simpática. Eso se podía ver a simple vista en su carácter. Así de sencillo, como se distingue una rosa de toda la hierva que la rodea. Solo tenía miedo, pero miedo, ¿a qué?
      
Estaba acostado en mi cama, mirando el techo mientras meditaba sobre "Sa".
Quería entrar en su vida, pero no sabía cómo.
                        ....

De pronto algo me despertó de mi sueño. Eran las cinco de la mañana. No sabía que había sido, pero seguía recostado con los ojos entrecerrados y ahí estaba "Sa" de nuevo en mi cabeza.

Me puse mis audífonos, reproducí una canción de Coldplay —. The scientist y me perdí en mi imaginación viajando a otros lugares. Tratando de buscar soluciones a mis problemas. ¡ELLA ERA MI PROBLEMA! Y la única solución era amarla, pero la pregunta era, ¿cómo? Sí ni la conocía y ella mucho menos a mí.

Tenía que averiguarlo.
Ya era hora de levantarme y salir de ahí, para dirigirme de nuevo a otro emocionante día de escuela (sarcasmo).

Cuando partí de mi casa y la figuré de nuevo, me encaminé para hablar con ella, como una conversación casual, sin embargo cuando me veía llegar, se daba la vuelta ante mi presencia y se metía sin disimular. Era obvio que me evitaba.

Sentí un golpe en el pecho. Aún no la conocía y ya me despreciaba. Lo único que hacía era preocuparme por ella y esto recibía a cambio.

No tenía buen ánimo para emprender el día, así que me senté en la banqueta de una tienda que estaba a una cuadra de la escuela.
Siendo sincero no sabía en que pensar.

Me la pasé toda la tarde ahí.
Cuando miré el reloj me di cuenta que eran las siete de la noche. El tiempo se pasó volando, tenía que volver a casa, aunque para qué, nadie se preocupaba por mí. Podía hacer lo que quisiera cuando quisiera donde quisiera, sin embargo no lo hacía.

Me levanté para dirigirme de nuevo a casa...

Iba caminando por las vías mirando al piso. Hasta la mirada me pesaba. Me sentía cansado en todas las manera.

Cuando oí a alguien sollozar.

Levanté la mirada tratando de observar entre la oscuridad.

Cuando a  simple vista logré ver a una chica sentada en los rieles del tren con la cabeza entre sus piernas. Al darme cuenta quien era, salí corriendo hacía ella. Era una niña perdida en llanto.

—Hola, ¿qué pasa? ¿Te sientes bien?—. Pregunté con una sonrisa tímida sentándome a su lado.

La niña no respondía, se quedaba en silencio.

Tenía como unos diez años apróximadamente, era un poco alta, tenía cabello castaño y se veía que estaba perdida su sonrisa.

Yo me quedé con los brazos cruzados mientras admiraba el paisaje. Me sentía un poco triste por ella. Era una niñita, ella no tenía que sufrir, tenía que ser alegre como cualquier niño a su edad.
 
No sabía que hacer y al no ver respuesta, mejor decidí continuar mi camino.








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