Capítulo 33

49 11 0
                                    

Cuando expuso aquel discurso, delató por completo sus sentimientos.

Al momento que finalizó rodeaba una lágrima que recorría su mejilla, cuando se dio cuenta que me percaté de aquello, se puso inmediatamente de pie y se disculpó y subió  al cuarto a visualizar y analizar  lo que él sentía en ese momento.
Él tenía sentimientos y es algo muy lógico,  ya que todas las personas los tienen aunque siempre se enfoquen  en negarlo.
¡Todos somos seres humanos! ¡Todos sentimos! ¡Todos lloramos! ¡Todos amamos! ¡Todos!
Lo raro es, que yo nunca lo había visto en ese estado. Siempre cuando estaba apunto de sollozar evitaba ese momento haciendo lo posible que estuviera a su alcance.
Él muy rara vez pensaba en sus sentimientos. Su mente estaba ocupada en la universidad, no tenía tiempo para cursilerías. Pero todos,  en alguna medida somos cursis y no nos damos cuenta de eso.

No me podía quedar con los brazos cruzados viendo como sufría en la soledad. Las palabras que dijo tenían mucho razón. Lo acepté. Se sentía bonito amar, aunque solo es una reacción química del hipotálamo, pero se siente como sí fuera verdadera magia.
¿No es increíble el cuerpo humano?

Al pasar unos minutos aparecí ante el. Él estaba acostado mirando el techo blanco que yacía arriba de su cabeza.
Cuando me recargué en el umbral de la puerta, se animó a hablar. Creo que se dio cuenta de mi presencia. Él no estaba llorando, pero no hace falta lágrimas  para que alguien derrame dolor.

Tenía fija la vista en el techo como si ahí se encontrase los misterios y secretos del universo mismo.

—¿Sabes?—. Fue lo primero que se limitó a decir sin mirarme —, yo siempre he tenido miedo de mostrar mis sentimientos y me callo todo eso sabiendo que me hace daño. ¿Sabes por qué? Hace más daño que esa persona no te corresponda de la misma manera que tú a ella. ¡Eso sí hace daño!

Cuando terminó de pronunciar aquel mini discurso, me miró de reojo y volvió a plantar la mirada al techo.

Esas palabras tenían mucha razón. Me quedé estupefacto. Muchos tenemos miedo al amor por el rechazo de esa persona misma. Porque si no nos aceptamos nosotros mismos, ¿cómo esperamos que otra persona lo haga?
No puedes amar, sino tienes amor, es como dar comida cuando ni tú la tienes.

—No te digo que no ames, solo que si lo haces, prepárate para el dolor, pero no pienses en eso. Todo es pasajero y eso está más que claro. Solo aprovecha el momento cuando lo tienes y no prometas nada a futuro, porque no conocemos el futuro, conocemos el ahora. Una historia de amor se crea cuando disfrutan cada momento, así sea un minuto, el tiempo no importa, importa la presencia de esa persona. Yo ya amé y debo de aceptar que su recuerdo a veces penumbra mi camino, porque... pienso en aquella persona que me hizo descubrir este sentimiento y que gracias a ella, sabemos que podemos amar a alguien más que no seamos nosotros mismos —. Seguía mirando al techo mientras se escapaban una que otra lágrima. Yo estaba atónito, sin habla con todo lo que acababa mencionar. No cabía duda que de la experiencia propia es de la cuál se aprende más —. ¿Es bonita? —. Preguntó cambiando de tema drásticamente al momento que posaba su vista sobre mí.

Sin darme cuenta, sus palabras me habían llegado. Mis ojos me delataban.

—Claro, es hermosa... bueno, lo que le sigue. Es más, estoy escribiendo un libro dedicado a ella. Ella es la protagonista de mi historia y de mi vida—. Eso último se me salió.

Mi hermano, me miró y soltó una carcajada, limpiando otra lágrima que salía de sus ojos.

—No cabe duda que eres un cursi—. Dijo en tono de broma.

—Lo heredé de la familia—. Respondí sonriendo e insinuándolo.

Soltamos una risa con aquello.

—¿Y cuánto llevan de novios?—. Me preguntó unos segundos después reflejando una señal de mejora.

Al escuchar aquella pregunta, sentí un vacío.

¿Cómo explicarle que solo éramos amigos? Un beso no significaba nada... bueno,  para mi significaba todo, pero, ¿para ella? Todos tenemos diferentes puntos de vista. Eso no quiere decir que sentía algo más por mí. En el fondo imploraba a gritos que sí.

¿Cómo explicarle que la espiaba como si fuera un acosador? ¿Cómo explicarle que le tomaba fotos a escondidas para poder verla a todas horas y sentir su presencia cuando más me sentía sólo?
No sabía cómo responder aquello.
No sabía y eso me asustaba. No tenía respuesta a nada.

Al Otro Lado De La CalleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora