Esas palabras le provocaron un impacto de alegría. Al principio estaba atónita, pero segundos después se posó su sonrisa sobre sus labios que no dejaba de ver. Me moría por besarla, aunque solo fuera una vez. Quería tocar el paraíso, pero no quería arruinar el momento y ser expulsado del Edén.
Parecía que todo el mal rato que había sufrido hace unos minutos había desaparecido por completo.
Ya era tarde.
Así que ella sin más me dio un beso en la mejilla y salió corriendo de ahí con una gran sonrisa de alivio en su rostro. Quería acompañarla. Era noche, no quería que le pasara nada. Pero la alegría que sentía me mantenía inmóvil. Sonreí como un bobo por varios minutos. Había ido al cielo en un segundo tan solo con un beso suyo y, ¿saben qué? Me encantó.Caí rendido en la cama, por un momento olvidé todo. Miraba el techo como si fuera el mismísimo cielo. De repente entré en mi realidad y salí corriendo de ahí para seguirla. Al estar fuera de la casa, la observé, parada en la banqueta mientras cruzaba las piernas y al momento que me vio se pintó una sonrisa de una deidad en su rostro y dijo:
—Vaya, hasta que vienes, pensé que me iría sóla —. Me replicó mientras no dejaba de sonreír y se acercaba lentamente hacia mí.
—Cualquier cosa haría, menos esa "Sa"— . Le dije decidido y a la vez con nervios.
—¿Sa? —. Preguntó confudida.
—Así te llamé, porque solo sé esas letras de tu nombre —. Le respondí mientras la veía como un niño inquieto. Se veía más tierna.
Ya no había resto de dolor en ella. Ahí estaba la verdadera "Sa"—¿Algún día podré leer tu novela? Quiero saber que escribiste de mí tan solo con verme y con ayuda de tu imaginación —. Parecía una detective inteligente y sexi.
—Claro, tu eres mi musa. Solo no te vayas a enojar por algunas cosas. Solo me bastaba verte y con mi imaginación para crear una historia contigo y saber que no sólo son letras las que escribo en este momento mientras estoy sentado. Así que por eso te pido perdón antes que la leas. Ninguna de esas cosas sucedió. Lo que sí está sucediendo es este momento —. Me pasaba la mano por el pelo. Estaba nervioso. Era el momento perfecto. Era de noche, las estrella brillaban en el firmamento, ella estaba ahí con su carita de ángel a escasos centímetros de mí y en la noche reinaba una profunda tranquilidad con el leve frío que te congelaba las extremidades.
Me quería ganar su cariño, pero sobre todo curarla.
—¿Quieres besarme?—. ¿Oí bien? Me dije a mí mismo en mi pensamiento al escuchar su voz. Me quedé estático, no podía creerlo.
—¿Qué dijiste?—. Respondí sorprendido con una gran alegría.
—¿Quieres acompañarme? —. Se veía su malicia entre una sonrisa que le quedaba bastante bien.
No sabía sí había escuchado mal. Ya estaba más tonto de lo usual.
No me decepcioné, porque todavía estaba ahí con ella y solo necesitaba su presencia. Solo era cuestión de tiempo para que se volviera realidad
—Encantado. Adelante Madame —. Hice una reverencia señalando con mis manos el camino.
Aquello la hizo reír mucho. Me gustaba verla sonreír. Su sonrisa era perfecta y encantadora.
Entre risas y bromas, la acompañé hasta una cuadra de su casa.
No quería que la acompañara hasta ella, porque decía que luego su papá se ponía muy exigente. Era lógico. No es normal que un adolescente acompañe a su casa a su hija de diecisiete años en medio de la noche y que aparte lleve curitas por las heridas que tiene. No creo que se lo tome a bien, ¿o si? Así que la acompañé hasta donde ella me indicó.—Muchas gracias, Julio. Me salvaste.
—Tú me salvaste, te debía una, ¿no?
Le saqué la última sonrisa de la noche.
Estaba ahí, parado en la calle principal del pueblo a una cuadra de su casa. Ni siquiera podía ver su casa, ya que estaba a la vuelta de la esquina. Sentí un dejá vú, pero no le presté atención.
Antes de que desapareciera de mi vista. Le grité.
—¡Oye!
Ella volteó al momento como confudida pero feliz a la vez.
—Te ves hermosa.
Sonrió y desapareció de mi vista por aquella vuelta.
Al regresar a casa, reposé en mi cama, sin duda, nunca hubiera imaginado este momento.
Y miles de preguntas llegaron de nuevo.¿Cómo una persona puede cambiar tu estado de ánimo? ¿Cómo una persona puede hacer que pienses diferente? ¿Cómo una persona te puede hacer fuerte? ¿Cómo puede una persona que la ames más que a ti mismo?
Y obviamente, no se puede explicar racionalmente; solo se siente.
Solo el amor te hace preguntas que nunca te contestará con palabras...
El tiempo se encargará de ello.
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Al Otro Lado De La Calle
Teen Fiction¿Y si te digo que la mayoría de estas cosas no son lo que aparentan? ¿Me creerías? Julio, un estudiante promedio de 18 años, torpe y tímido, no se atrevía a salir de su monótona vida. No estaba preparado para nuevas emociones. Pero, un jodido día, u...